Hay muchos relatos que versan sobre unos hechos puntuales, momentos claves en la existencia de sus héroes.
Pero sus vidas, con frecuencia, jamás contadas. O lo serán, con demasiada brevedad. A veces, es tan importante el camino que los ha llevado hasta ahí, como los prodigios que más tarde obraron. Las vidas se extienden a lo largo del tiempo, hacia adelante y atrás, y a lo ancho; hacia el resto de personas con las que se cruzan y a todo aquello que les rodea.
Las historias son mi estilo de narración, y esta partida, es nuestro compendio de relatos, la historia escrita por su jugadora y su máster, y a la vez, pero encima de todo; la historia de Luna.
Nueva York, 1932. Un profesor ha sido encontrado muerto en su estudio, las circunstancias que envuelven el caso son cada vez más extrañas. ¿Conseguirá el grupo resolver el misterio?
La luz de un viejo día se ocultaba aún cálida en las lejanas tierras del oeste.
Cada uno de nuestros solitarios aventureros afrontaba el destino que tenía por delante a su forma, algunos buscando promesas de una vida mejor, otros en busca de la verdad y la justicia y otros sencillamente se conformarían con algo con que llenarse el estomago o, al menos, con que consolar el paladar un rato.
La vieja luz del astro solar iluminaba con sus últimas fuerzas, como una fiera que no se rinde a morir y sigue luchando hasta su último aliento de vida, la noche cercana resfriaba ya sus ánimos y esperanzas. El mundo no era un lugar para pusilánimes, era cruel y duro, y los abanderados lo complicaban más aún.