Cada cual volverá a su triste tumba,
retomarán su carne y su apariencia,
y oirán aquello que atruena por siempre.
Así pasamos por la sucia mezcla
de sombras y de barro a paso lento
tratando sobre la vida futura.
"Las ovejas balaron en rebaños. Se levantaron muros blancos y verdes. Había fortalezas en las alturas. Reyes de pequeños reinos se batieron entre ellos y el joven sol brilló como el fuego sobre el rojo metal de las espadas codiciosas y nuevas. Hubo victorias y derrotas: se derrumbaron torres, se quemaron fortalezas y las llamas subieron al cielo. Las ovejas pacieron allí un tiempo, pero pronto las colinas estuvieron desnudas otra vez. De sitios lejanos y oscuros vino una sombra, los huesos se agitaron en las tumbas."
El antaño noble y próspero reino dúnadan de Cardolan se encuentra asumido en el caos. Desde hace siglos está dividido en pequeños principados en constante disputa. El pueblo sufrió durante años de intrigas y guerras mezquinas de sus señores, y después La Gran Plaga asoló la región hace unos años. Los reinos de Arthedain y Gondor compiten con Umbar por influencia en la ciudad estratégica de Tharbad. Lejos en el Norte, el Enemigo es Angmar, el reino del terrible Rey Brujo. En otra época Cardolan era aliado de Arthedain contra las hordas de Angmar, pero esos tiempos quedan lejos ahora para el reino perdido.
He simply did what had to be done ... It would be easy, he told himself, to throw everything overboard and disclaim any responsibility. All he had to do was saddle up and ride out. It sounded easy, but it was not that easy, even if a man could leave behind his sense of guilt at having deserted a cause. To be a man was to be responsible. It was as simple as that. To be a man was to build something, to try to make the world about him a bit easier to live in for himself and those who followed. You could sneer at that, you could scoff, you could refuse to acknowledge it, but when it came right down to it… there was no other way.
“Patch. Se necesita urgente de tu arma. Un último trabajo. Contamos contigo, viejo. Responde”.
Allí se quedó su jubilación. El Capitán supo cuál iba a ser la respuesta de Patch cuando le mandó el telegrama urgente.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando se escuchó un rugido distante y a continuación el ruido de un silbato de vapor. Se acercaba el tren. Su locomotora sufría para subir la cuesta desde el río. Patch sacó de su bolsillo un reloj de oro y comprobó la hora. Justo a tiempo.