Por fin un buen trabajo. Prometían una buena paga, pero para ello la selección de candidatos iba a ser dura. Querían guardias de seguridad en buena forma, responsables e inteligentes. Tras las duras pruebas, no sabíais como (o si), pero lo habíais conseguido. Apenas quedabais unas 5 personas y os citaron en unas instalaciones alejadas de la ciudad para la última prueba. Tras pasar por una gran puerta reforzada se podía ver la gran seguridad allí. Con suerte a partir de ese día formaríais parte de eso. Allí os esperaba un hombre vestido de uniforme que imponía bastante respeto. Siguiendo sus ordenes, le seguisteis hasta una sala donde os esperaban uniformes de vuestra talla, tal y como habíais indicado en vuestra ficha. Pero de pronto, mientras todos os vestíais, una alarma comenzó a sonar por todas las instalaciones.
-¡Maldita sea! ¡De acuerdo! ¡Es una emergencia! ¡Estáis todos contratados, pero terminad de vestiros e id inmediatamente a la armería!
Un grito desgarrador se escuchó desde el pasillo y el jefe salió corriendo para comprobar lo que sucedía. Los 5 os quedasteis mirándoos con caras de estupefacción y preguntándoos dónde os habíais metido. La pesadilla acababa de comenzar.