Muchos en Nuncainvierno recuerdan el día en que el cielo se rasgó como si una daga colosal lo hubiese apuñalado con violencia. La Herida, como habían llegado a llamarla, era de un par de metros de ancho por unos cinco de alto, y detrás de ella bailaba una oscuridad ondulante, como ocultando lo que se hallaba al otro lado.
El temor abrió paso a la curiosidad, por todo Faerun se extendió el rumor como pólvora y poco a poco empezaron a llegar aventureros de lo más variopintos: eruditos buscando conocimiento, héroes en busca de gloria o incluso clérigos, creyendo que La Herida era una señal de su Dios, pero solo una cosa era clara, una vez cruzaban por aquella abertura, nunca volvían.
Dos años han pasado ya, y las cosas se han calmado un poco desde entonces, pero de vez en cuando llega alguien sin nada que perder y se adentra en la oscuridad. El día de hoy eres tú frente a La Herida, ¿Por qué lo haces? Solo lo sabe tu corazón.
Entonces das un paso y… no estás en Faerun, nunca más.