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Descripción Física: Sean es un hombre alto y bien formado, producto de años de entrenamiento y supervivencia. Pelirrojo, de ojos verdes y con un rostro que hace bastante no esboza una sonrisa sincera. Nadie sabe cómo ni cuándo se hizo las cicatrices que surcan su rostro, pero los que lo conocen, saben que hacer chistes con respecto a su amorío con una Zabrak suele ser fatal.

Personalidad: Sean es un hombre de pocas pulgas, amargado por la pérdida de Jaleena y casi obsesionado con destruir a la Federación, aunque deba hacerlo nave a nave. Si se escarba un poco más profundamente, si se logra pasar la coraza inicial de su mutismo, se puede encontrar a un hombre honesto y honrado con un objetivo claro en la vida, ser libre. Lamentablemente pasar esa coraza es difícil, sobre todo para él mismo

Una Cita: "Anda, hazme un favor, intenta huir, me pagarán lo mismo"

Historia: Sean O'Leannan nació en Dantooine, en una bucólica granja familiar. Es decir que en una casa de dos plantas vivían sus abuelos, padres, tíos, hermanos y sobrinos junto con tres perros y cuatro gatos. No es pues de extrañar que el dinero fuera más que escaso y que la ropa durase generaciones gracias al mantenimiento de las abuelas y tías.

Cuando cumplió trece años, dicha vida dejó de tener el encanto comunal que podía proporcionar a un infante. La posibilidad de tener muchos compañeros de juego pronto dejó de compensar por las burlas, la falta de intimidad, y el olor al jabón barato con el que la ropa era lavada en forma industrial. Además, a esa edad comenzaba el trabajo de granja, un trabajo destinado a embrutecer como bien demostraba la línea genética de la familia. Por regla general, a los catorce los varones abandonaban los estudios. Al primo Ethan que había aguantado hasta los dieciséis le decían el sabio, y no de buena manera.

Sean quería ver mundo, había leído cuanto Holo libro de aventuras había en la biblioteca, y era lo suficientemente listo como para saber debía escapar de su casa para lograrlo. Claro que tampoco era tan listo como para planear un escape en regla. Como había leído en tantas historias, decidió colarse en una nave que saliera del planeta, y no habría mejor ocasión para ello que cuando su padre llevase la producción del mes al espacio puerto. Tan pronto su padre se dio vuelta, el chico desapareció, rondó los hangares hasta entrar una nave grande y se coló en la cinta de carga detrás de unas cajas. Mientras esperaba el despegue se quedó dormido, y de no ser por los piratas no hubiera despertado nunca, el sistema de soporte vital del área de carga de un carguero pesado no es necesariamente prioridad en la lista de reparaciones.

Pero los piratas atacaron, capturaron a los tripulantes que no resistieron y robaron la carga, y entre la carga se encontraron con un chico fornido, inconsciente, y cerca del congelamiento. Sean nunca supo quienes habían sido sus salvadores, ya que fue vendido como esclavo en el primer planeta que pasaron junto con los demás tripulantes de la nave. Tampoco se enteró de cuál era el planeta ya que duró menos de un día en el mercado, fue comprado por una familia de granjeros de Agamar. La ironía del destino no le sentó bien a Sean, sobre todo porque sus compradores estaban dispuestos a proteger su inversión. Cada intento de fuga terminaba en paliza, aunque nunca tan fuertes que no pudiera trabajar al día siguiente.

Por dos años Sean aguantó su cautiverio, aunque como esclavo comía y se vestía mejor que en su infancia, tenía un espíritu libre que pedía a gritos salir de allí. Finamente encontró su oportunidad, pero cuando estaba saliendo de los límites de la granja lo encontró el hijo de los granjeros, un muchacho dos años mayor que él. La pelea atrajo a los granjeros, y encontrar a su retoño siendo convertido en pulpa por su esclavo fue definitivo. La paliza lo tuvo un mes postrado, y cuando se pudo poner en pie fue llevado nuevamente a un mercado de esclavos.

Esta vez lo compró un Hutt, para usarlo de carne de cañón en peleas por apuestas y esclavo de placer para las damas que así lo deseaban. Durante tres años sobrevivió en la arena, hasta que una de sus compañeras ocasionales decidió que lo quería para ella. La oferta que hizo al Hutt no era despreciable, pero la avaricia del amo convirtió el pago de dinero metálico, en acero afilado.

Jaleena era una mujer decidida, de pasiones profundas y pocas pulgas. Afortunadamente para Sean le cayó bien de entrada, y estaba en una de esas etapas en las que buscaba un compañero de cama estable. Lo que Jeleena no esperaba era que su etapa le durase algo más de seis años, y que el final de la misma coincidiera con su propia muerte.

Jaleena Starfire era considerada como una de las cazarrecompensas más exitosas del sector de Chandrilla. En el tiempo que estuvieron juntos Sean aprendió el oficio de su mano, convirtiéndose también en su ayuda y soporte. Jaleena murió a manos de la Federación de Comercio, la habían contratado para capturar a Iaco Stark, anterior aliado de la Federación contra el Senado del cual sospechaban que los había traicionado. Stark consiguió escapar a último momento, confirmando su actuación en la maniobra destinada a rearmar las naves de la Federación. Con el engaño al descubierto, la Federación debía atar los cabos sueltos que pudieran empeorar la situación. Cuando Sean acudió al encuentro de su jefa y amante encontró su cuerpo destrozado.

Sabía que un enfrentamiento directo con la Federación no le serviría de nada, y que la mejor forma de vengarse sería trabajando para los enemigos de la Federación. Con los contactos y la información conseguida se asoció con los Senadores que más fervientemente actuaban contra la Federación. Hace cinco años que dedica sus habilidades a cazar directores y a sabotear rutas comerciales, cada cargamento robado, cada nave destruida, cada crédito que la Federación pierde son dedicados a la memoria de Jaleena.