Foro

El aire en el pueblo de Gravan estaba cargado de cenizas, como si el mismísimo cielo hubiera ardido y llorado su polvo sobre la tierra. Las sombras se alargaban en los muros de piedra, retorcidas en formas imposibles por la luz de los faroles titilantes. Nadie hablaba de lo que ocurría más allá del río, pero el miedo se reflejaba en los ojos hundidos de los habitantes.

Eilith, una buscavidas con el rostro surcado de cicatrices, ajustó la capucha sobre su cabello enmarañado y apretó los puños enguantados. Estaba al límite de sus fuerzas; cada paso era un eco de la fatiga que había acumulado durante días de viaje. Su objetivo, una capilla abandonada, se alzaba como un cadáver deformado al final del camino.

—¿Estás segura de esto? —murmuró Garric, un mercenario con la barba poblada de canas. Su voz sonaba como el rasgar de una piedra en la grava. Eilith no respondió de inmediato. Se detuvo, dejando que la brisa helada le rozara las mejillas, llevándose consigo los olores de muerte y podredumbre.

—No tenemos otra opción —dijo al fin. Sacó de su cinturón una daga oscura, de filo irregular y cubierta de inscripciones que parecían vibrar bajo la tenue luz—. Si dejamos que esto siga creciendo, el pueblo estará perdido. Igual que el resto.

Garric gruñó, pero no discutió.

La capilla estaba tan fría por dentro como los huesos de los muertos. Bancos volcados, vitrales rotos y un altar ennegrecido daban testimonio de una tragedia antigua. Sin embargo, el verdadero horror yacía en las catacumbas.

Un hedor nauseabundo emanaba del umbral de piedra que descendía al subsuelo. Garric encendió una antorcha, y las llamas vacilaron como si temieran iluminar lo que se escondía en la oscuridad.

—¿Por qué los dioses permitieron esto? —preguntó el mercenario mientras bajaban.

—Porque están muertos o no les importa —respondió Eilith.

La escalera parecía no tener fin, pero pronto llegaron a una cámara circular tallada en la roca viva. En el centro, un hombre, o lo que quedaba de él, estaba arrodillado ante un símbolo profano: un círculo de huesos y sangre que pulsaba débilmente con un brillo enfermizo. Su piel colgaba en jirones, y sus ojos, ciegos y vacíos, se alzaron hacia los recién llegados.

—La Sombra lo consume todo —susurró el hombre, con una voz que era más un gorgoteo que palabras.

Eilith no esperó. Arrojó la daga al centro del círculo, y al instante el aire se llenó de un rugido. Las paredes vibraron, y el símbolo de huesos se rompió con un estallido de luz negra.

El hombre gritó, pero no fue un sonido humano. Era un lamento inhumano que resonó en las mentes de Eilith y Garric, haciéndolos tambalearse.

—¡Corre! —gritó ella, pero Garric estaba paralizado, mirando cómo algo se levantaba de las sombras.

Era una presencia informe, hecha de humo y ojos, con extremidades que se extendían y retraían como raíces hambrientas. El mercenario apenas tuvo tiempo de alzar su espada antes de que una garra espectral lo atravesara, dejando su cuerpo vacío en el suelo.

Eilith apenas logró esquivar un golpe que habría destrozado su columna. Corrió hacia la daga, ahora incrustada en el altar, y la arrancó mientras pronunciaba las palabras que había memorizado. Su voz se quebraba, y la Corrupción mordió su alma con cada sílaba.

La criatura se detuvo, como si hubiera reconocido el poder que emanaba de la daga.

—Tú no puedes detenerme —susurró la sombra, con una voz que era como cientos de murmullos superpuestos—. No puedes destruir lo inevitable.

Eilith no respondió. Su cuerpo temblaba mientras apuntaba la daga hacia el humo amorfo. Con un grito desgarrador, arrojó todo lo que le quedaba de voluntad en un último ataque.

La luz negra se intensificó hasta devorar la habitación entera.

Cuando despertó, estaba de vuelta en la entrada de la capilla. El amanecer teñía el cielo de rojo, pero algo dentro de ella sabía que no había terminado.

La daga estaba rota en su mano, y una mancha oscura se extendía desde su brazo hasta su pecho, una marca de la Corrupción que ahora la consumía lentamente.

El viento traía consigo un susurro.

“La Sombra prevalece...”

En un mundo moribundo, donde los dioses han caído y las fuerzas oscuras gobiernan desde las sombras, los jugadores interpretarán a individuos marcados por la tragedia. Estos personajes, cada uno con un pasado turbulento y secretos que preferirían olvidar, son convocados al pueblo de Gravan para enfrentar un mal que amenaza con consumirlo. Gravan es un lugar olvidado en la frontera de la civilización y está al borde del colapso: desapariciones, muertes inexplicables y extrañas visiones atormentan a los habitantes. Tú eres una de las pocas almas con el coraje o la desesperación suficiente para responder al llamado de ayuda. Sin embargo, lo que parece ser una simple misión de contención pronto se desvela como una batalla contra una fuerza más antigua y profunda de lo que jamás imaginaron: la Sombra, una entidad que se alimenta de la desesperación, la corrupción y los miedos más oscuros de la humanidad. 

En esta historia, explorarás un mundo decadente lleno de corrupción, magia oscura y secretos inconfesables. ¿Salvarás a Gravan, o contribuirás a su destrucción?

https://www.comunidadumbria.com/partida/la-sombra-en-el-viento

Edit.: Añado un poco más de contexto para la concepción de los personajes:

En Nívhalis, los personajes no están limitados por clases tradicionales; aquí tendréis libertad total para diseñar un concepto que encaje en el tono oscuro y desesperado del mundo. La clave es pensar en quién es vuestro personaje en un lugar donde la supervivencia lo es todo, y donde los héroes, si existen, son pocos y están agotados.

Podéis llevar un buscavidas, alguien que se dedica a recolectar, comerciar o engañar para salir adelante; un cazador de abominaciones, que se enfrenta a las criaturas corruptas por recompensa o venganza; o quizás un miliciano o protector que lucha por mantener a salvo uno de los últimos refugios.

Si preferís algo más oscuro, podríais jugar un Marcado por la Corrupción, alguien que ha aceptado el precio de un poder prohibido, dejando mancha tanto física como en su alma, o un mago prohibido, que manipula la Corrupción con riesgos aún mayores. Y, por supuesto, también hay espacio para personajes que busquen aprovecharse del caos: un traficante que comercia con objetos oscuros, o un líder de culto que manipula a los desesperados en su beneficio.

El trasfondo y las motivaciones de vuestro personaje son clave. ¿Qué han perdido? ¿Qué buscan? ¿Son héroes a su pesar, oportunistas o simplemente alguien que quiere sobrevivir? La moral aquí es ambigua, y la Corrupción es una amenaza constante: podéis temerla, rechazarla, o incluso usarla en vuestro favor, pero siempre con consecuencias.

No todos tienen que ser épicos o poderosos; también hay lugar para aquellos que, simplemente, intentan proteger a los suyos o vivir un día más. Lo importante es que vuestro personaje tenga una historia, conflictos internos y algo de oscuridad, porque en este mundo roto, todos tienen cicatrices, físicas o emocionales.

Otro refrito de Souls... No sé si tenga la depresión suficiente para meterme.

Mi estimada Condesa, es lo que hay.

Os pido que antes de apuntaros a la partida me dejéis saber por MP vuestro concepto del personaje y la disponibilidad real para participar.

Kasimir.  Qué tipo de personaje se puede llevar? hay clases? Con un poco más de contexto podría armar un concepto

Otro refrito de Souls... No sé si tenga la depresión suficiente para meterme.

¿¿??

Hola!

Muchas gracias a los que habéis mostrado interés en la partida. He recibido algunos conceptos por MP que están muy bien y os iré contestando. La construcción final del personaje la haréis en la partida donde he dejado un resumen del reglamento. Antes lo más importante es el trasfondo y motivaciones del PJ.  Como me pide RJ he añadido al post original un poco más de contexto para la concepción de personajes, el resto lo vemos en la partida.

Saludos.