Galería Umbriana

Subida por MrSeeK

Imagen: El Cachirulo siendo sometido a canalización divina. 

Empezamos temprano la jornada, nadie podía imaginar lo que deparaba la jornada en aquel momento. Caminamos junto a nuestra montaraz y nos sumamos a rostros ya conocidos en días anteriores. En ocasiones siento la culpa en mi interior, por implicar a otros seres, indirecta y subrepticiamente, en nuestra misión. 

La despedida de nuestro primo Robaina aún latía en nuestros corazones y ello nos impulsó a atravesar el resto de las minas. Atravesamos salas repletas de mercaderes con sus artesanías y arquitecturas elaboradas para, después de ello, dirigirnos hacia la fatalidad. 

Algo ocurrió, el vasto paraje sin fin se alzaba ante nosotros, una enorme caverna sin fin aparente, y algo o alquien lo despertó. Un antiguo mal, un mal ancestral que dormía en lo más profundo, la llama y la sombra. Un TPK en toda regla vamos.

Con su simple despertar, aumentó la temperatura de tal manera que continuar hacia delante se convirtió en un desafío físico y moral importantes. Avanzamos sin cejar en nuestro empeño, con la vana esperanza de que, a la postre, alcanzaramos a cruzar el puente antes que nos alcanzara tamaña monstruosidad. 

A poco de lograrlo ocurrió lo que todos esperabais, cayó el primer PJ. El valeroso maese Fairolk, cuyas hazañas serán cantadas, luchó contra el mal ancestral. Cayendo en combate por un abismo, alejándolo así del portador, y de la misión que había jurado desempeñar por y para Comunidad Umbría^TM. 

Muchos lloramos su pérdida y, casi en la misma salida de las minas, encontramos una pequeñísima ermita, un recoveco más bien, donde pudimos refugiarnos y beber algo de agua fresca, osea que se nos apareció la virgen. Fruto de la desesperación y de la pérdida, decidí pedirle que realizara un Circulo de Protección contra el Mal (previa donación en la oportuna hucha que le acompañaba) de manera que el sacrificio del hidalgo Cartaginés hubiera tenido algún sentido. 

Rápidamente por obra y gracia de la figura, senti un gran alivio en la planta de los pies, ya que al parecer la infame pañoleta era causa de la mayoría de aquellos dolores y en aquel lugar, su nociva influencia disminuyó notablemente. 

Algo más descansados, pudimos acostarnos tras la emocionante y triste jornada de ese día.