Partida Rol por web

- Ooooh!!! Aquí pelean por equipos contra monstruos!!! - Revoloteó entre los participantes preguntando a todos los presentes:

- Disculpen, ¿tienen sitio en su equipo? Soy fuerte y podría ayudar.

Harrow Phine se acerca a un grupo y les pregunta con su tono sombrio
-Quiero participar, si hay hueco para mi-

¿Es aquí dónde se van a realizar las batallas contra monstruos? ¿Les importa si me uno? - digo mientras trueno mis dedos y repaso mentalmente mi lista de conjuros.

"Y uno más que se apunta" digo mientras que me estiro, con mi arco entre los hombros y crujiendome bastantes huesos

Mi arco, mi mangual y mi armadura dicen que se luchar.
La única manera de saber cuanto, es poniendo a prueba mis límites...

Ragaard apareció con una gran sonrisa, era un día especial este! Hacia tiempo que no ejercitaba su fuerte musculatura y hoy se le brindaba la oportunidad.

Entrando a la arena con paso confiado, comenzó a calentar haciendo girar su gran Hacha, esperando a su contrincante.

- Mas no me gustaría derramar más sangre, este no puede más que sentir cierto deseo de medirse ante un gigante, ganapán. Sea yo, y no otro el merecedor de tu furia y tus golpes, Ragaard. Sientan mis costillas el dolor de tus golpes, y tu pecho el de mis balas. - Así, el hombre con su gabardina inició sus pasos hasta una distancia prudencial, esperando al enorme contricante. Allí, abeió ligeramente las piernas y humedeció los labios mientras con una mano apartaba la gabardina que ocultaba su arma, y con la otra acariciaba usando solo los dedos indice y pulgar, el ala de su sombrero.

- Sea. - murmuró en cuento dieron el visto bueno para iniciar el combate. Agarró como si de un rayo se tratara la empuñadura de su arma, arrancandola de su funda y apuntando desde la cadera, para bajar la mano desde el ala del sombrero al percutor, disparando una única vez contra el gigante directo a la cabeza.

El osado pistolero cabreo al barbaro, hiriendolo mortalmente, pero este era duro de roer y manteniendose en pie cargo con toda su furia, ahora era su turno.

Argggggghhhhh, pequeño humano.....   para esto! Golpeandolo de lleno con toda su fuerza bruta.

Preparandose para rematarlo, si continuaba permaneciendo en pie.

Sin duda, el pistolero no estaba acostumbrado a ver a nadie aguantar un disparo como aquel. Había subestimado, sin duda alguna, a aquel gigante. Y lo pagó bien caro, con un único golpe que le abrió el costado y manchó la arena con sangre, más de la que le habría gustado ver.

No solo apretó los dientes.

También apretó sus dedos entorno a la empuñadura de su arma y según caía el sombrero al suelo, tomó la segunda pistola que llevaba al cinto, disparando dos veces al pecho del enorme contrincante, dos descargas que sonaron como un trueno en la distancia, y destellaron como un rayo cercano.