Partida Rol por web

Una vez realizadas las compras en el barrio de los mercaderes, y tras despedirse de Mithgannel - quien pone enseguida rumbo al bosque de Chet - hobbit y enano se ponen en marcha hacia la casa del misterioso albacea. Mientras ambos caminan por las ajetreadas calles del centro de Bree en esas primeras horas de la tarde, Ruby Moss resume brevemente al enano los motivos por los que se encaminó rumbo a Bree: "Pues...recibí una carta de un tal Boffin Needlehole, presentándose como el albacea de mi tío, Tommy Ramaviva, que falleció recientemente y al parecer me nombró como uno de sus herederos. Sin embargo la carta me pareció sospechosa, ya que en ella el me instaba a aceptar la venta por parte del albacea de todo el patrimonio heredado sin yo haberlo visto, y a mi conformidad me enviaría a La Comarca la suma total de la venta. Evidentemente no lo acepté, así se lo hice saber en mi contestación, y poco después me encaminé hacia Bree para tomar cartas en el asunto".

Al rato llegáis a la puerta de la dirección que figura en la carta "Boffin Needlehole, albacea". Pero en la puerta no figura ningún letrero o identificación de que allí se lleve a cabo ningún tipo de negocio. La sorpresa para Ruby es máxima, cuando, tras tocar a la puerta, aparece un rostro cambiado y avejentado, pero nunca olvidado: ¡Tío Tommy! ¡Pero...si estás vivo!

- ¡Mi querido Ruby Moss! - El viejo Ramaviva no puede parar de reír al ver la cara de Ruby, y enseguida se lanza sobre él en un caluroso abrazo - ¡"Boffin Needlehole", cómo has podido dar crédito a un nombre tan ridículo! ¡Pero estaba seguro que, en cuanto te tocaran la fibra con un tema de herencias, te pondrías en camino! ¡Sin demora, Ruby, sin demora! jajaja - Ruby está aún totalmente desconcertado, y ya empieza a parecerle algo pesada esta broma a su costa - Te ruego mil disculpas, chico - Tommy ha recuperado algo de compostura y su semblante adquiere un principio de seriedad - Todo tiene una explicación, lo sabrás todo enseguida.

Con gesto urgente os hace pasar dentro de su casa, que no es un smial típico hobbit sino una casa como las de los hombres, aunque amueblada acorde a las dimensiones de los medianos. Una vez dentro os indica que toméis asiento en un pequeño saloncito de té. 

- El motivo por el que te he engañado para que vinieras aquí es muy comprensible, tú mismo lo verás ahora. ¿Recuerdas a tu primo Mutfast? - por supuesto que recordabas a tu primo Mut, el hijo de Tommy, aunque cuando lo viste por última vez no tendría más de 10 años - Seguramente no sabías que ha seguido mis pasos como explorador. Pero ¡oh, mi pena! - de pronto Tommy Ramaviva rompe en sollozos. No salís de vuestro asombro al ver pasar al anciano de la risa al llanto de aquella manera - Mut, mi buen Mutfast, ¡ha sido apresado! ¡E injustamente, por todos los demonios! - cuesta seguir la conversación del anciano entre sus balbuceos y aspavientos.

- Él llegó a despuntar muy pronto, creedme, fue el explorador de la guardia más joven que se recuerda...para un mediano, evidentemente. Con tan sólo 30 años, justo la mayoría de edad hobbit. Yo no cabía en mí de gozo y de orgullo paterno cuando llegó a casa a anunciarmelo. Pero ¡oh! ha resultado ser la mayor de las perdiciones...Su partida de exploración constaba de 3 hobbits, la élite de Bree. Ocurrió hace dos semanas, cuando Mut, llevado por su incontrolable curiosidad, abandonó su turno de guardia nocturna siguiendo un repentino rastro hacia los túmulos, según dejó en una nota garabateada con prisa junto a la hoguera del campamento. Sus compañeros de expedición, llamados Bit y Zoz, también de nuestra raza, se extrañaron de no encontrarlo al amanecer, pero debían volver a Bree y dar parte del incidente a la Guardia. Cuál no sería su sorpresa cuando, al llegar, vieron a Mut saliendo de la torre de la Guardia...¡apresado! Amordazado y esposado, empujado por la guardia hacia el más aislado y oscuro de los calabozos...Bit y Zoz vinieron a contármelo enseguida, contraviniendo todas las órdenes que habían recibido del alto mando de la Guardia de Bree, que les prohíbe referirle a nadie nada relacionado con lo que ellos catalogan de "un caso de alta traición al reino de Arthedain" ¿Mi buen Mut, un traidor? ¡Por el amor de los pucheros! - ahora la expresión del viejo Ramaviva había mutado de la tristeza a la indignación.

Ruby y Öter, asombrados, le relatan a Tommy la coincidencia del grupo de aventureros con Bit y Zoz en la torre de la Guardia, y cómo están recién embarcados en una misión de reconocimiento de la zona limítrofe a los túmulos. Tommy os escucha con atención, y algo más calmado, os dice con voz contenida:

- Mirad, creo que Mut llegó demasiado lejos en sus averiguaciones aquella noche, o vio algo que no podía ver. Ahora está totalmente aislado y nadie puede hablar con él, dado que la acusación de alta traición no admite visitas de ninguna clase. No me cabe ninguna duda que algo muy oscuro se está gestando en el alto mando de la Guardia de Bree. No puedo creer que os hayáis embarcado en una aventura con Bit y Zoz, que esas coincidencias se puedan dar alguna vez...¡pero lo han hecho! Necesito que me ayudéis a demostrar la inocencia de Mutfast, a desenmascarar a los verdaderos traidores al reino, a... - Tommy se da cuenta súbitamente de su desesperación y vuelve a romper en un prolongadísimo llanto.

Tras vuestros esfuerzos por reconfortarle, el anciano se recompone y se levanta. Entra en una habitación y vuelve con un frasquito - Tomad - dice con una gravedad inusitada en el rostro - este veneno lo he estado guardando prácticamente toda una vida, a la espera de una ocasión que lo merezca. Slota, se llama. Embadurnad con él un filo o una punta, herid a la persona indicada y la víctima caerá en una parálisis que le torturará durante un día entero, lo justo para confesar su criminal difamación, la que ha utilizado con mi hijo para encubrir sus oscuras fechorías. Después morirá.  

- Solo os pido que estéis seguros de que es la persona indicada, cuando asestéis el golpe. Lo contrario sería un crimen inconcebible - os dice casi con un susurro. Brevemente os despedís de él y salís de su casa con el corazón encogido en un puño.

Mithgannel los acompañó un tramo del camino pero pronto decidió dejarlos –Es mejor que me adelante para investigar la zona, maese Moss. No os preocupéis, estoy acostumbrada a vagar sola por las tierras salvajes. Y cuantos más vayamos, más difícil será el pasar desapercibidos. Trataré de no exponerme demasiado en cualquier caso. Nos veremos en Archet a la hora marcada– la elfa se despidió con una sonrisa y se perdió entre la multitud.

Bradoc escuchó con suma atención al maestro Aranuir. Su aspecto era el de un anciano pero tras ese aspecto caduco se ocultaba una persona de gran sabiduría y enorme poder, al menos eso intuyó el guerrero tras la visita. Y agradeció los consejos que recibieron del mago, aunque desgraciadamente parecían confirmar sus más aciagas sospechas. Sin duda algo oscuro se ocultaba en los alrededores de Bree y no debían descartar ningún sospechoso por el momento.

A la salida de la casa del mago, mientras guardaba en su bolsa las hierbas que acababa de recibir, Bradoc oteó sus alrededores, perdiendo su mirada en el horizonte pensando cómo lo que esperaba que fuesen unas apacibles semanas en Bree se habían convertido en una cruzada para expulsar el mal que amenazaba a todos los Pueblos Libres.

— Aciagas noticias las que nos acaba de confirmar vuestro maestro, mi señora Rowen —dice Bradoc rompiendo su distracción con pesar — Será mejor que marchemos ya hacia Archet y nos encontremos con el resto. No me gusta el tinte que está cogiendo esta expedición.

En su camino hasta la casa del anciano habían caminado prácticamente en silencio, en parte por culpa de Bradoc. Demasiado acostumbrado a la soledad de los caminos solía perderse en sus pensamientos cada vez que abandonaba una posada y se enfrascaba en sus viajes. Pero ahora deseaba remediar su error anterior.

— Y contadme, mi señora, ¿quién es ese Morthac del que habló el viejo Aranuir?

Salgo de la casa del tío Ramaviva perplejo. Tengo varios sentimientos entrecruzados alegría, enfado, perplejidad y rabia. Por un lado estoy contento porque siga vivo aunque todavía no se me ha pasado el enfado por haber caído en su broma pesada. En qué momento se le habrá ocurrido tal mofa, aunque entiendo sus razones. Yo tampoco puedo reprimir mi sentimiento de rabia porque haya un traidor entre la guardia de Bree y en especial porque mi primo se halla visto envuelto en tal enredo. Mientras voy ensimismado en mis pensamientos, caigo en el silencioso enano. Dirigiéndome a el le pregunto.

- ¿Qué piensas de todo esto, Öter? Habrá que vigilar a la guardia de la ciudad.

Sin lugar a  dudas está visita a proporcionado un giro dramático de los acontecimientos. Como ya sospechábamos hay un traidor entre la guardia y debe tener influencia o mando para encarcelar tan impunemente a mi primo. Sin lugar a dudas haré todo lo posible para cumplir la promesa realizada al tío Ramaviva y descubrir al traidor. Por supuesto no voy a dejar a Mutfast durante mucho tiempo en su cautiverio.

Por suerte contaremos con unos gran aliados en los exploradores hobbit. Ya era beneficioso que fueran de mi raza pero si además son amigos de mi primo me puedo fiar de ellos. En cuanto tenga poportunidad me presentaré como es debido a Bit y Zoz para ganarme su confianza y obtener más información. Su ayuda es imprescindible para que nuestra aventura en los túmulos llegue a buen puerto.

Continuamos caminando por Bree caminando hacia la posada y mirando las hora para ir al encuentro de nuestros compañeros. Habrá que ver que ha podido averiguar Mith en la casa del claro. Esta noche tendremos que observar sin ser descubiertos y no precipitarnos. Hay que desmontar las maniobras del enemigo y no quedarnos con un simple peón.

-  ¿Necesitas comprar algo más de Bree? Sospecho que los próximos días van a ser movidos.​​​​​​

Sortilegios capaces de dominar a los antiguos señores. Tumularios, espíritus malditos por las fuerzas oscuras, siervos de un sol negro. Una presencia afuera. El Rey Brujo, la sospecha de que un traidor anidaba en el corazón de la guardia de Bree. Palabras y palabras, todas ellas llenas de advertencias y peligros. “Y yo que había esperado que me tranquilizase”. Le hubiera gustado quedarse en la cabaña del hechicero. Reanudar sus estudios. Meter las narices entre los libros. Estudiar, aprendes, comprender el mundo que le rodeaba, mejorar. Era el fácil. Aislarse, quedar fuera del orden natural de las cosas para ser una estudiante. Ver, oír, callar. “La aventura forma parte de mi entrenamiento, pero si fallo, no hay segundas oportunidades”. Recibió con una sonrisa algo seria los consejos y el regalo del hechicero. Aquel era su primer paso en el camino de la Luz y de la Llama. Solo era un pergamino y, aunque no la dotaba a ella con verdadera poder, era un comienzo. —Gracias por todo, mi señor. Volveré como una alumna más que digna — “o no volveré”, quiso añadir, pero no quería ser tan melodramática, y menos aún si Bradoc estaba mirando. La despedida le dejó un sabor agridulce en los labios. Había promesa en las palabras del anciano pero no sabía si volvería a verle. —Al menos ahora sabemos que nuestras sospechas no son infundadas y que algo grande está sucediendo en los túmulos —fue cuánto dijo, más como reflexión que como parte de una conversación. Regresaron junto a los demás. Por algún motivo se sentía más desvalida ahora que antes, igual que si hubiera dejado el camino que debía tomar por otro. Tan sumida estaba en sus pensamientos, y tan fuerte era su tribulación, que apenas se percató de que Bradoc le había hablado. “Oh, ¿Y ahora que hago?”, el silencio parecía ahora una bendición más que un castigo. “Responde algo. Si, pero ¿El qué? Ni siquiera sé lo que ha dicho”. El nombre de Morthac aún estaba caliente entre los labios de Bradoc. Y qué labios. —Morthac. Él es…bueno —¿Cómo explicarle? —. Cuando llegué a casa del maestro Enuanor huyendo de…— Su pasado. ¿De verdad tenía que hablar de todas aquellas sombras? — Todos huimos de algo, supongo. Él me aceptó como aprendiz. Antes de mi llegada Morthac ya era su aprendiz. Nunca hice nada para rivalizar con él. Solo aproveché la oportunidad que me brindó el mago. ¿Y cómo no hacerlo? ¿Qué tenía yo? ¡Nada! ¿Se me puede culpar por aprender con vehemencia, por quedarme hasta tarde leyendo, memorizando, aprendiendo? Nunca quise ofenderle pero lo hice. Yo era una intrusa para Morthac. Supongo que se alegró de que me marchase, aunque no de los motivos de mi marcha —aún recordaba el gesto de vinagre cuando el maestro Enuanor les había dicho que sería ella quien iría a visitar a su hermano —. A veces tengo la sensación de estar huyendo siempre de…la gente como Morthac. No sé si estoy avanzado o solo corriendo de aquellos a los que desagrado —“Te está escuchando” —. Sois un buen oyente, Bradoc, vuestra futura esposa estará complacida con esa cualidad —. “¿En serio has dicho eso? ¡¿Por qué?! Cambia de tema, ¡Rápido!" —. ¿Creéis que los demás habrán tenido éxito en sus pesquisas?