Partida Rol por web

No se acababa de separar la traicionera daga de la mano de Ossandrei cuando un zumbido rasgó el aire. Desde lo alto de la escalera, vibraba aún la tensa cuerda el arco largo de Mithgannel, quien observaba triunfante cómo su flecha daba en el blanco. El brazo derecho, el mismo que lanzaba la daga, sufrió en el último tramo del movimiento un espasmo de dolor, y la daga adquirió una trayectoria errática, que Meneldir pudo esquivar con un simple ademán de su cuerpo. 

No hubo más palabras. Ossandrei se retorcía de dolor, aturdido y sin poder siquiera gritar. Los dos guardias que flanqueaban a Meneldir acudieron prestos contra el traidor. Al poco, una vez atado y amordazado, Meneldir dijo: 

- No lo subáis, nadie debe verlo, todavía. Metedlo en una celda y llamad al médico, que baje aquí y le atienda - los guardias siguieron sus órdenes con presteza. 

En aquel momento, surgida del fondo de la mazmorra, una voz, amortiguada por tantos pétreos recovecos, os recordó a todos que faltaba alguien: ¡Oter!

Todos os abalanzasteis a visitar al enano. Estaba sirviendo de relleno de una tétrica jaula de hierro de forma humanoide y unas amenazadoras brasas humeaban en el hogar de fuego, no muy lejano. Si no estuvierais todos tan agitados, podría parecer hasta cómico ver al enano embutido en un habitáculo tan estrecho. Pero para entonces el carcelero junto al médico habían bajado al calabozo, y Öter pudo volver a estirar las piernas otra vez. Con una mirada a aquellas brasas, que por poco muy habían estado debajo suyo, dijo reflexionando:

-Vaya! De la sartén a las brasas, como suele decirse... ha venido de bien poco esta vez.

El certero flechazo había sido suficiente para malograr el intento de ataque a Meneldir y dar tiempo a los guardias para inmovilizar al traidor. Mithgannel resopló aliviada y se corrió hacia la posición de la hechicera.

Le dio un fuerte abrazo y buscó su mirada. Su cuerpo temblaba. Parecía estar a punto de romper a llorar, pero sus ojos expresaban la fortaleza y honor dignos de su pueblo –Dama Rowen, ¿se encuentra bien? Espero que ese desgraciado no haya tenido oportunidad de hacerle ninguna maldad. ¿Dónde está el enano? ¿Y el esterlinga?

Gracias al certero disparo de Mith los guardias reducen a Ossandrei. En ese momento recuerda al enano y va hacia las celdas donde ha escuchado su voz para rescatarle. Cuando liberan a Öter se tira a darle un abrazo.

— Donde te habías metido grandullón. Si no es por la elfa todavía seguirías encerrado.

Mientras se llevan al traidor a la celda llevo mi mano a mi daga. Todavía tengo pendiente cumplir la promesa que le hice a mi tío, vengar todo lo que ha sufrido mi primo. Pero este no era el momento, era mas importante que permaneciera con vida. La información que podía ofrecer era importante para resolver todo aquel embrollo en el que se habían visto envueltos.
En ese momento cuando las emociones se relajan, mira a Meneldir y dirigiéndose hacia él con paso firme le dice.

— Señor, creo que hemos demostrado nuestra lealtad ante usted y ante la guardia de Bree. ¿Podría pedirle una cosa? Este bastardo encarcelo a mi primo sin motivo. — Dice señalando a Ossandrei. — El explorador Mut compañero de mis compatriotas ha sido encerrado. Mi primo Mutfast Ramaviva fue acusado injustamente, encerrado y asilado, porque como nosotros vio algo que no debería ver. Acudo a su buen juicio para que al igual que el señor Öter sea liberado.

Se queda a la espera de que el capitán de la guardia le ofrezca su comprensión.

Tras el último grito lejano que escuchó Öter al fondo de la gran y oscura galería, le sucedió un pequeño revuelo. Unas cuantas palabras y órdenes que el enano no llegó a escuchar hicieron que sus cinco sentidos se centraran en el otro lado de la jaula donde estaba encerrado. No duró mucho lo que parecía un combate, pues al poco rato, dos guardias o personas a cargo del lugar se acercaron a él al trote con un manojo de llaves en la mano.

- ¡Eh, aquí! - dijo el enano mientras se incorporaba como podía. Echó una mirada fugaz a las brasas que ardían al otro lado recordando lo que podía haber pasado - ¡Muchas gracias! - y salió de la jaula una vez abierta -. ¡Os debo una, señores! - y salió corriendo hacia el lugar donde había estado con Rowen. Le hubiera gustado ser más cordial pero su necesidad de saber como había transcurrido la situación era más importante para el enano.

Unos metros antes de llegar a la sala donde habían estado discutiendo con Ossandrei, se encontró con todos sus compañeros, los cuales habían acudido para brindar ayuda. El enano se alegró de que todo hubiera salido bien.

Donde te habías metido grandullón. Si no es por la elfa todavía seguirías encerrado.

- ¡Ha, ha! - rió el enano de alegría mientras apretaba al mediano con fuerza - ¡Por las barbas de Aulé, qué alegría veros! - miró uno a uno encontrando alguna herida. Por suerte, todos estaban bien - . ¿No me digas, la elfa? - se acercó a Mith -. Muchas gracias señorita, le estaré siempre agradecido - le dijo sinceramente, mientras inclinaba la cabeza a modo de agradecimiento.

Dio un par de pasos para acercarse a Rowen, temía que algo más hubiera pasado en el tiempo que había estado apresado.

- Mi señora, ¿se encuentra bien? - y dio un rápido vistazo de arriba a abajo -. Ese desgraciado no le habrá hecho nada malvado, ¿verdad? - dijo refiriéndose a Ossandrei.

En ese momento, el enano lo vio tumbado en el suelo, amordazado. A su lado, unos guardias y Melendir custodiaban su arresto.

- Espero que tu celda más cómoda que la mía, Ossandrei, porque afortunadamente vas a pasar más tiempo confinado que yo - y le dedicó una sonrisa irónica.

Tras ver que todos estaban bien, se acercó a Bradoc y le dio unas palmaditas en la espalda, señal de alegría de volver a reunirse con todos.

-Vaya! De la sartén a las brasas, como suele decirse... ha venido de bien poco esta vez.