Partida Rol por web

Te oigo bien. No pienses muy alto, no vaya a estallarte el cerebro. Hemos terminado, bajamos ya

Mientras te mueves despacio por la cornisa que te separa de la playa, notas que se está desmoronando a tus pies, abajo la caída no es muy larga, pero la superficie rocosa donde caerás no será para nada suave.
Al menos tienes tiempo de pensar si avanzar más o si regresar sobre tus pasos, pero la voz de Kokoro te distrae nuevamente:
—Te oigo bien. No pienses muy alto, no vaya a estallarte el cerebro. Hemos terminado, bajamos ya.

—¡Perfecto!— observé orgullosa el resultado de nuestro trabajo en equipo. Aunque no era un trabajo especialmente limpio, sí que daba el pego si no miraban muy minuciosamente.

—Vamos con Sojiro— con suerte, no tendríamos que volver a subir de nuevo. Nos tocaría observar y vigilar a esos tipos del barco para ver cómo darles esquinazo.

¿Eh? Justo cuando iba a echarme atrás me distrae Kokoro y pierdo un poco el equilibrio, avanzando un poco más.

—¡Mierda!— pienso al ver que podría acabar cayendo.

Al volver Kokoro y Kei satisfechos, ven a Sojiro en una situación comprometida: estaba intentando acercarse más, pero la cornisa por la que se está moviendo pasito a pasito se le desmorona y se ve obligado a dar un pasote hacia adelante para no quedar estampado entre las rocas de abajo, que aunque no es una caída larga, es dolorosa por la irregularidad del suelo y las protuberancias afiladas.

Parece haber recobrado la estabilidad, pero ahora será difícil llegar hasta él, puesto que hay un hueco de un par de metros que ahora habría que saltar para atravesar, o bien descender por un lado y volver a subir por el otro.
El ruido parece haber alertado a la gente de la playa, pero le deben haber restado importancia porque no se han puesto a buscar, los puestos a vigilar ni siquiera se han movido.

El sol ya está tocando el horizonte y en minutos anochecerá.

Al recobrar la estabilidad me apoyo contra la pared. Tengo el corazón a mil por hora y respiro de forma agitada tras vivir ese momento de peligro. Si llego a caer no solo me habría pegado tremenda hostia, sino que esa gente me habría descubierto. Empiezo a respirar hondo yt más despacio para calmarme, necesito tranquilizarme antes de que empiece a gritar como un tarado. Calma, sigo con vida.

Abro lentamente los ojos y veo a mis compañeros observando la escena desde el otro lado. Levanto el pulgar haciendo indicar que todo va bien antes de buscar una posición más cómoda y oculta para espiar a esta gente.

Mi cara era un poema. Ni siquiera habíamos terminado de descender cuando vi a Sojiro luchar por el equilibrio del que dependía su vida (o unos buenos moratones). Saludé con la mano al afortunado. Al final había conseguido pasar al otro lado sin mayor inconveniente que el susto, pero ahora a ver cómo pasábamos nosotros...

Giré la cabeza hacia Kei. —Si saltamos igual la liamos...— miré hacia abajo y suspiré. —Tendremos que probar el camino largo— muy a mi pesar. Estaba cansada, quería irme a casa. Aunque... tampoco estaba segura de qué podría considerar como "mi casa" en aquel mundo. Volví a suspirar, esta vez más flojito.

Comencé a tratar de bajar del risco de la mejor manera posible, estirando bien una pierna para tratar de tocar el siguiente nivel mientras que la otra se encontraba encogida arriba, quedando en una pose un poco... rara. Solo esperaba que no hubiese ningún pervertido abajo para verme las braguitas.

Cuando veo a Soji en la precaria situación casi salto tras él para intentar sujetarlo.

Pero que demonios, el es un hacha al fin y al cabo, y sabe bien lo que se hace

- Esto... ¿No sería mejor si bajase yo primero? Por si te caes y tal. Lo digo porque yo puedo amortiguarte ¡Tu a mi no!-
- ¿No? Vaaaaale - digo encogiendome de hombros. Conforme vamos, intento caminar de forma sigilosa y atento a lo que puede haber alrededor. Esto es ahora una guerra. Y debemos de derrotar a ese capitán. No sea que se haga con el orbe.
En verdad, al ver esa espada, se que es un guerrero. Posiblemente uno como yo. Y una parte mia simplemente arde en deseos de enfrentar a Durandal contra esa otra leyenda.

Pasito a pasito los amigos se reúnen atravesando ese terreno complicado, pero el haberse concentrado en eso les impidió husmear a la gente que acampó en la playa, ahora allí hay cuatro tiendas de campaña y más o menos una docena de soldados sentados en torno a una marmita puesta en el fuego. Uno de ellos sirve guiso con un cucharón y va repartiendo los cuencos.

Poco después de caer la noche, mientras todos están comiendo, se oye un grito desde dentro de la cueva y aparece el muchacho con orejas de gato que se había metido a explorar, llega corriendo con cara de susto y pronto los soldados se ponen de pie y desenfundan.
—¡Corran! ¡Las espadas no sirven! —grita el nekojin.
—¿Cómo que no sirven? ¿qué hay ahí? —la pregunta del soldado se responde inmediatamente cuando de la cueva sale un rey limo acompañado de su gomosa horda de esbirros, avanzando todos con furiosos saltitos.
—¡Llamen a la bruja! ¡rápido!

—No soy una bruja, dejen de llamarme así, por favor. —De una de las carpas sale bostezando una bonita muchacha de más o menos la edad de ustedes, quizás un poquito mayor que Kokoro, con una figura y rostro atractivos y pelo rosa cayéndole hasta las caderas y por encima de los hombros, con un flequillo que le cubre el ojo izquierdo. Trae puesto un camisón blanco y está muy despeinada.
—¡Da igual! —exclama uno de los soldados y le señala el limo gigante apuntándolo con su espada—. ¡Necesitamos magia para destruirlo!
—Ah, qué bien, ahora soy útil —espeta con sorna la mujer, cruzando los brazos.
Aunque los yelmos ocultan la cara de los tipos, los gruidos y quejas que salen de ellos reflejan lo molestos y desesperados que están.

Mientras estamos escondidos, escucho a los soldados huir aterrados, llenos de moratones y con bastante miedo. Así os susurro

— Jejeje... Este es el rey Poi-poing. Usé golpes que habrían destrozado un edificio, y ni los notó. Es como tratar de cortar la leche con un cuchillo.

— ¿Podeis intentar cancelar su magia? Así se asustarán más, y el rey poin-poing podrá comerselos a todos

En mi mente, creo que el rey Poin-poing debe de ser algo así como el monstruo Bú. Más allá de su apariencia de un Slime. Es una cosa hecha por magia, algo inocente, y con ansias de fabricarse una casa de plastelina.

Veo el alboroto que se forma cuando aparecen el rey limo y unos cuantos limos. Será interesante ver cómo se ocupan de ellos. Me giro con los ojos entrecerrados hacia Kei.

—Ni hablar. Si hacemos eso nos descubrirán y querrán capturarnos. Que son los tíos de ese rey idiota que encerró a Koko. Además los ataques de ese rey limo podría alcanzarnos. ¿Ya olvidaste lo que pasó cuando peleamos contra él? Prefiero observar y ver cómo lo derrotan para saber qué hacer la próxima vez que nos topemos con uno, porque tanto mi Mojon-lir como tu megaespada de mierda fueron inútiles..

No se me va a olvidar en la vida que Kokoro y yo caímos por ese agujero durante la pelea contra ese maldito monstruo.

Kei se ofreció tarde a ser el primero en bajar, pues ya me había adelantado. Por suerte, no nos costó demasiado llegar hasta donde estaba Sojiro. Pero, cuando lo hicimos, pude ver cómo le número de soldados había aumentado. —¡Se han reproducido!— exclamé mientras hacía un barrido visual general.

El grito procedente de la cueva nos hizo girar las cabezas en esa dirección, de la que procedía el felino que había entrado a explorar. Tras él aparecieron los limos. —Bien, ya sabemos por dónde seguir buscando el dichoso musgo— ¿habría otra entrada a la cueva por aquel lado?

Mis ojos se detuvieron en la atractiva maga que había salido de una de las tiendas. Asentí con energía y de forma repetida con la cabeza. —Sí, mejor esperar— tampoco sabía ningún conjuro como el que mencionaba Kei, y Sojiro podría llevar razón con respecto a descubrir nuestra posición. ¡Había sido precavido y todo! Además, quería ver de qué era capaz esa maga. Hasta entonces solo había visto en acción a Ozax, y su control de la magia quedaba demasiado por encima de mis posibilidades para siquiera pensar en empezar a aprender.

—¡Fireball! —grita entonces la bruja y sale de su mano una bola de llamas que estalla delante de los limos.
La mayoría se desintegra al instante y el grandote queda muy agrietado, parece como si se hubiera vuelto frágil y quebradizo.

—Se agradece —espeta el capitán, quien totalmente serio parte en dos al rey limo usando su espadota, el monstruo se termina de partir en pedacitos y también desaparece en un humo morado.
—Bien, amenaza resuelta. Igurn, puedes descansar, a menos que quieras continuar explorando la cueva por tu cuenta.
—Ahora que ya no está eso, no me molestaría, no tengo sueño —responde encogiendo de hombros.

—Entonces ve y nos reportarás en la mañana.

El muchacho asiente y se vuelve a meter allá, los demás regresan a las carpas a dormir, mientras que tres de los soldados se quedan vigilando fuera, sentados en torno al fuego. Hay cuatro carpas montadas, dos pequeñas en donde están el hombre de armadura negra y la maga, y otras dos más grandes donde duermen los demás.

Me quedo de una pieza

Contemplo a la bruja (Vaya a donde vaya) y luego al capitán negro.
Luego a los restos del Rey Poing

— Por las cachas del pompis del emperador Akihito ¿Habeis visto eso? ¡Tenemos que aprender a hacerlo! ¡Tenemos que aprender a coordinarnos como esos dos!

La verdad es que me preocupa infinitamente: Esta pareja es letal. Aunque si pudiesemos conseguir que la bruja -a la que no hay que llamar bruja- les enseñase esos hechizos tan chulos a Kokoro, a Kei... o a mi mismo, seríamos invencibles.

Veo con asombro cómo derrotan fácilmente al rey limo tras un ataque coordinado. Parece que tienen mucha más experiencia que nosotros.

—Sí, tronco. Eso ha molado.

Y también me ha preocupado. Si tenemos que enfrentarnos a esos dos nos iban a dar una paliza.

Me miré las manos después de ver el potente hechizo que había lanzado la chica, ¿sería yo capaz de hacer algo así? Estaba expectante emocionada de solo pensarlo.

—No nos podemos quedar toda la noche aquí...— y los tipos parecían que se iban a asentar allí, montando guardias y todo... —Lo único que se me ocurre es esperar a que todos duerman y entonces hacer mi toque "amistoso" con uno de los guardias, que nos crea amigos y podamos pasar sin problemas. 

Guardé silencio, esperando que alguno aportara una idea que pudiera ser más efectiva y rápida.

—Me parece un buen plan, Koko. Por mí, adelante— aseguro sonriente.

Me gusta verla con tanta iniciativa y entusiasmo, por fin está rompiendo el cascarón. Se me está haciendo mayor...

"Aun así, necesitaremos un plan Be... Y sinceramente, no quiero que el Caballero Negro ni Grilloc tengan ese objeto tan poderoso. Lo mismo orFEA nos guió hasta aqui porque era mas importante saber que venían este pícaro Igurn y sus  superiores" digo llevandome la mano al mentón, pensativo.

"Y no digo esto porque me muera de ganas de medirme con El Caballero negro, eh!"

Miro a Kei entrecerrando los ojos. O no se entera de nada o le da igual lo que digo.

—Orphea dejó claro que no tocáramos el orbe por nada del mundo, que nos olvidáramos de esa mierda y que estaba sellado por algún motivo. Si ellos son tan idiotas como para intentar ir a por él no es nuestro problema ni nuestra responsabilidad. Prefiero pensar en buscar una manera de llegar a ese barco y regresar al gremio. Prefiero seguir el plan de Koko— le señalo con el dedo —Y sí, se nota demasiado que buscas bronca con ese tío pero ni es el momento ni el lugar, tronco. ¿Olvidas que hay decenas de soldados con él? Que nos superan en número, y no son unos bandidos mal preparados precisamente.

Durante un momento empiezo a escribir espirales en el suelo

....

"Vale Soji, me tienes calao, tio. En Orfy... digo orFEA podemos confiar, al fin y al cabo"
Por dentro pienso en que por la descripción, será una retaca diminuta, de apenas 1'40 (Y eso cuando use tacones) con berrinchitos y dándoselas de listilla.

"Vamonos de aqui"