Partida Rol por web

- Sería algo raro de explicar - Digo mientras sigo ojeando mis libros, me he transformado en una ratona de biblioteca antes de darme cuenta - Es algo... mental supongo, los hechizos están en mi mente, pero también en mi libro, sería lo que para ti es la espada por decirlo de un modo, tengo que cargar los hechizos en el libro para que pueda usarlos y ello me toma tiempo, así que aunque sean poderosos su uso es limitado, tendrán que cubrirme si se me acaban, o usarlos con precaución. 

Me rasco un poco detrás de las orejas.

- Y bueno, esto no es un juego - Exclamo sin despegar mi atención del libro - Si te pegan lo suficientemente duro quizás mueras, y como no es un juego ni una novela, tendrán que esforzarse si quieren a sus elfas con melocotones en su harem, tienen que tomar esto con seriedad, por eso no me gusta este lugar... si un par de jabalís que son animales nos dieron esos problemas se imaginan si algún monstruo gigante nos quiere comer, creo que para sobrevivir tenemos que subir de nivel lo mas que podamos, buscar aliados, no se... hacer lo posible para estar seguros. 

Luego leo ciertas estrofas en el libro y me ruborizo con violencia. 

- Interesante.

¿Elfas con melocotones? ¿A que matrioskas se refiere?

— A ver, si me dieran melocotones, leche y huevos, haría un Chajá ahora mismo — Ah... el Chajá. Es el mejor tipo de pastel que existe. Una tarta oriunda de Uruguay, y que una sola cucharada te llena de ánimos y de ganas de vivir. Y si, aprendí a hacerla gracias a Zé Carioca. — ¡Que ganas de llegar a algun sitio, poder quitarnos las botas y estar calentitos y tibios!

— Pero hay que ganarselo ¿No? ¿Estamos de acuerdo, gentes? Vamos a GANARNOSLO. Un baño tibio, un pastel rico rico, y un colchón cómodo ¡Es lo que más se me apetece ahora!

El viaje prosigue lenta, pero tranquilamente. No saben a ciencia cierta si están manteniendo el camino recto hacia el este, puesto que no hay ningún sendero ni señalizaciones que lo indiquen, así que se enterarán si han hecho bien si al final del día llegan a Épinne como pronosticó Kei. El mapa que tienen tampoco ofrece detalles del interior del bosque ni de cómo evitar perderse, sólo indica su presencia a todo lo largo del norte inmediato del camino entre las dos poblaciones.

Luego de avanzar unas cuantas horas, si no fuera porque están completamente al aire fresco, empezarían a notar que a Kei le huelen los pies. Su armadura no le incomoda para nada a la hora de moverse, pero sí que se está asando como un pollo ahí adentro, le faltan las patatas y el limón.

Entonces atraviesan una parte que parece menos frondosa, sin llegar a ser un claro, pero con los árboles definitivamente menos juntos. Algunos tocones y troncos derribados indican la posible actividad de leñadores.

Parece que por fin vislumbramos la salida de este bosque más largo que un día sin pan. Por suerte no hubo más movidas.

Empezamos a ver una zona en la que parece que frecuentan los leñadores, por lo que debe haber actividad humana. Y también debemos estar atentos no sea que nos caiga encima un árbol talado.

—Oye, Kei. ¿Sabes dónde estamos exactamente?— pregunto rascándome la cabeza mientras miro hacia un tocón.

—Puesss... Hemos seguido el este. Deberiamos fe estar cerca. Y como indican los arboles talados, rsta en una zona agitada, de trabajo de leladores y tal. Creo que encontraremos pronto un camino.

— ¿Do you know da wae?

Me detengo de golpe cuando escucho esos sonidos, mis nuevos sentidos son realmente útiles, solo espero que no se vuelvan una molestia cuando lleguemos a lugares con mas gente. Al inicio me siento confundida por lo que oigo, pienso en cosas sucias como la buena semi-hikkikomori que soy, pero por supuesto, me dura un par de segundos nada mas pues luego pienso en la siguiente posibilidad.

- ¿Que diablos está pasando? -  Estiro los brazos para interrumpir a los chicos y detenerlos - ¡Sea quien sea que estés ahí en el arbusto sal o reduciré tu trasero a cenizas! - Exclamo de forma amenazante agitando mi bastón - Chicos allí adelante hay una trampa, de esas redes cutres que hay en los animes que te dejan de culo en el aire, y hay un idiota o varios escondidos en los arbustos. 

Suelto un "Heeee" burlón y les saco la lengua a sea quien sea que se esconde en los arbustos. 

Mientras vamos caminando, noto como ni Soji ni Koko se me quieren acercar mucho.
¿Es por algo que dije? ¿Por alguna cosa que he hecho? ¿Es porque no me gusta Shingeki no Kyojin, o que considere que Eren es un Edgy?

Pero finalmente me doy cuenta de que pasa. Que sucede. Por que estan dandome distancia, mis zapatos echaban humo, un humo de basura y vapor. y es con ese olor a queso, juro que me da la impresión una de mis botas se volvió y me gritó:

Me freno en seco tras la advertencia de Kokoro. ¿Ya estamos otra vez? En el mundo real ya pasaba esto, y me cabrea porque esperaba que no fuese así en este mundo. Me giro hacia el arbusto y agito el puño furibundo.

—¡Estoy hasta los cojones de tanto friki lolicon acechando a mi Koko! ¡Dejadla en paz e id a hacer algo productivo si no queréis vérosla conmigo!

- ¡Eso mismo, Soji muestrales quien manda! - Exclamo dando un par de brincos en mi lugar. 

Es extraño pero siento que se me eriza el pelo y casi siento la necesidad de gruñir como lo haría un gato, eso de hacer hiiiissssss o algo así, pero por supuesto, soy una dama y me controlo. El grito de Kei me sorprende, pero cualquier cosa sirve ahora, sea quien sea que se esconda debe ser una clase de maleante o un depravado. 

- ¡Tienen 10 segundos para salir antes que les dispare!

En efecto, Kei estaba a punto de pisar una red oculta entre la tierra y si no hubiera sido por Kokoro, ya estaría haciendo de centolla recién sacada.

Nadie parece querer asomarse, pese a las amenazas, aunque las voces ahora se hacen más evidentes y los dos chicos pueden oírlas si prestan atención. Transcurren los segundos y nada, la tensión va en aumento. Es entonces cuando Kokoro amenaza nuevamente con contar hasta diez que siente que le golpea la rodilla algo duro.
Mira hacia abajo y se encuentra con una bola algo deforme de color gris, que aprece estar compuesta por retazos de cuero y arcilla, con una mecha encendida saliéndole un par de centímetros. Dicha mecha se consume rápidamente y una explosión de humo cubre todo el lugar.

Entre lagrimeo y mucha tos apenas consiguen visualizar en entorno, siendo Kokoro la que más lo sufre con su olfato agudizado. Pueden distinguir varias siluetas moviéndose alrededor, pero poco pueden hacer antes de perder el conocimiento.

Despiertan encadenados dentro de una jaula con barrotes de acero. Pueden ver que aún se encuentran dentro del bosque, pero en una zona con aspecto de campamento, pues hay un montón de tiendas de varios tamaños que les obstruye la visión más a lo lejos.
La jaula apenas tiene espacio para los dos, pero lo bastante alta como para ponerse de pie. Tiene un candado del tamaño de un puño manteniéndolos encerrados y delante de ustedes hay un hombre con una lanza y vestido con cueros, con un aspecto totalmente diferente al de la gente que vieron dentro del castillo o en la ciudad, parece más un indigente, pero uno que podría aplastarles el cráneo de un puñetazo. El hombre los ve despertarse, pero no les dirige la palabra ni se inmuta.

Encima de una mesita muy alejada de ustedes ven la espadota de Kei, el martillo de Sojiro y su bolsa con monedas. También está el bastón de Kokoro y su libro, aunque ella no aparece por ninguna parte.

—Nnng...— Me quejo cuando recupero el conocimiento. Me doy cuenta de que estoy encadenado y forcejeo como puedo. No, es inútil.

Miro a mi alrededor y veo que estoy en una jaula con Kei, fuera nos vigila un tipo con lanza y en una mesa están nuestras cosas, pero no veo a Kokoro. Ahí ya me temo lo peor, las cosas que le estarán haciendo la pobre esa panda de pervertidos pedófilos.

—¡Eh, panda de frikis lolicons! ¿Dónde está nuestra amiga? ¡Como le hagáis algo lo vais a lamentar!

El hombre ríe por lo bajo y se apoya en la lanza, mirándote con desdén.
—Descuida, mocoso, a tu amiga no le harán nada, las nekojin son muy valiosas como esclavas, te aseguro que no le tocarán un pelo —te dice mientras se rasca la oreja con el meñique—. Nos ha sorprendido encontrar una por estos lugares, ¿de dónde la han sacado?
Se mira el dedo y con displicencia catapulta lejos lo que sea que se haya retirado del oído.
—Como sea, ya no la verán más, mañana por la mañana la transportaremos a la ciudad para subastarla.

Miro al tio de la lanza.

Ya me cae mal. Esto de tenernos en una jaulita es de pervert ¿Que clase de feminista sin alma se le ocurren estas cosas?

"Tu, ven" le digo al guardia de la lanza. "Tengo algo que ofrecerte a cambio de la gata" 

Entonces hago cono que me froto la nuca, como si sacase algo ahi oculto "Toma, mira" digo ofreciendole un objeto valioso e imaginario 

—¿Hm? ¿Más valioso que una nekojin joven?
El tipo se acerca con el ceño fruncido y un rostro que denota duda mires por donde lo mires. Al plantarse frente a ti y ver tu mano vacía está por darte un puñetazo en la cara.

Esbozo una sonrisa sádica cuando el vigilante se acerca a la jaula. Me echo hacia atrás y espero a que esté lo suficientemente cerca para cargar y embestir contra la jaula para volcarla y que le caiga encima.

—¡¡¡MUEREEEEEE!!!

Por mi parte, el tio esta JUSTO DONDE LO QUIERO.

Esta cerca, al alcance de mis puños. Asi que voy a darle lo suyo, lo de su jefe, lo de su padre y de su madre.

Pero antes de que el tipo pueda siquiera levantar su mano para pegarle a Kei, la jaula se le viene encima y el muchacho aprovecha ese acortamiento de distancia para atraparlo y presionarlo contra los barrotes. La jaula cae al suelo y el tipo queda semienterrado debajo de la suma del peso de ella y el de Kei con su armadura, ya no se mueve más.

Examinándolo detenidamente encuentran en él un dado de madera y una moneda de plata, tiene además una lanza muy precaria y sus cueros hacen de armadura de mala calidad que no cubre ni los brazos ni los tobillos.
La jaula quedó abollada y doblada ligeramente, los barrotes se han separado un poco, pero no lo suficiente como para que puedan escurrirse fuera.

Pronto oyen voces y gente aproximándose, el grito de Sojiro había alertado a los que vigilaban cerca y ahora el ruido de la caída de la jaula los alarmó aún más.

Cuando le echamos encima la jaula y lo dejamos fuera de combate rebusco entre sus pertenencias las llaves. ¿Qué? ¿No las lleva encima?

—Mierda, era solo el pringao...

Observo el estado de la jaula y los barrotes, pero no, no podemos salir todavía. Así que busco la puerta o el barrote más cercano y empiezo a propinarle enérgicas patadas para lograr la apertura que necesitamos para salir.

Por mi parte, tambien lo intento

Agarro un barrote con cada brazo y trato de estirar 
"Yo... tengo el PODEEEEEEEEER"