Partida Rol por web

—Te dijeron que recojas esas pertenencias y las devuelvas.
Oyes en respuesta, por parte de la voz que resuena en tu mente.
—Hazle caso a tu amigo y usa más esa cabeza hueca. Si me necesitas tanto para resolver estos problemas tan estúpidos, entonces no eres digno de mí.

El niño asiente y se queda con la empleada, quien le da un abrazo para tranquilizarlo.

La ventana al final del pasillo tiene las cortinas corridas y se ve hacia afuera. Aún es de noche, la playa está bien tranquila, sin gente, sin olas y casi sin viento. Al intentar abrirla descubren que está con el cerrojo puesto y tiene un candado.

Mirando por encima del hombro descubren que un puñado de soldados de Dustrun viene acercándose cautelosamente.

—Lo primero es ponernos a salvo, ya casi estamos.
Unas brazadas más y habrán llegado al muelle. Al salir del agua te sientes bastante más pesada, el vestidito que te ha hecho Kokoro está empapado y es absolutamente incómodo moverse así.
—Atenta, corazón.
Argento te pone una mano delante y hace un gesto con la cabeza. Múltiples soldados de Dustrun con antorchas están patrullando la zona entablada.
—La goleta está por allá —señala—. Creo que deberíamos echar otro chapuzón para llegar sin ser vistos.

— Sois buena gente - le digo a la empleada y la niña - saldremos lo mas rapido posible. No os metais en lios ¿Eh?

Lo tengo claro.

Busco algun trozo de hierro y trato de usarlo para ro.per el candado, intenda do hacer el menor ruido posible ¡ Y que no me lleve demasiado en hacerlo!

- gñññ -krak-... Venga ¡Afuera! Tenemos que llevarle el paquete a Carol.

Me aseguro de que no queden ninguna de las pertenencias de nuestra nueva amiga, y me apresuro a salir, eso si, cerrando la marcha.

Y me llevo el candado roto, para no incriminar a los demas (ya lo tirare despues. La idea es no dejar rastros ni pruebas)

Al llegar al final del pasillo veo contrariado que la ventana tiene candado. ¿Desde cuando a las ventanas le ponen candados? Con lo fácil que es romper la ventana para colarse es un tontería ponerle un candado.

Mientras Kei trata de abrir la ventana echo un vistazo para atrás para comprobar que varios soldados empiezan a acercarse con cautela.

—Kei, déjate de sutilezas y destroza la ventana. No tenemos tiempo— digo mientras llevo la mano al martillo para prepararme por si tengo que tomar acciones contra esos imbéciles.

— Soji, Koko ¿Podríais usar algun truco mágico para crear una distracción? Un ruido EN OTRO LUGAR, para que miren en otro sitio y  no los tengamos pisandonos los talones — sugiero

El vestido pesaba y, lo que era peor, dejaba menos a la imaginación de lo que una podría desear. Estaba mirando como podía solucionar aquel problema cuando Argento me llamo la atención. Con cuidado y agachada eche un vistazo a donde me indicaba.

—¿Es que han traído a medio ejercito?—Pregunte confusa, el dia anterior no había ningún soldado. Fue entonces cuando caí.—Probablemente hayan venido en un barco, si nos ven a escapar nos perseguirán mar a dentro.—Comente mientras mi dedo pulgar se ponía en mi barbilla.—Si, mejor pasemos desapercibidos, espero que los chicos lo consigan también.—Respondí a Argento mientras me preparaba para echarme al agua de nuevo.

Sin pudor alguno saque un cuchillo y empecé a rasgar la parte bajera del vestido, dejando mi vientre al aire y convirtiéndolo en un “top”. Era una lástima, pero no había otra, si al final comenzábamos un combate no podría hacerlo con aquel vestido mojado.

Agradecí de tener la costumbre de, bajo el uniforme de trabajo, llevar unos pequeños pantalones cortos ajustados para evitar miradas indiscretas de los clientes mas pervertidos por debajo de la falda.

Meneo la cabeza de un lado a otro mientras suelto un suspiro. Estos chicos siempre tienen que buscarle el lado difícil a todo, ¡y no había tiempo que perder! —Sois idiotas— pero tampoco es que se me ocurriese nada mejor para salir de esta, la verdad. —No tengo nada preparado que pueda servir... ¡Así que abre la dichosa ventana ya!

Me giré al notar cómo se me erizaban los pelos, sintiendo la presencia de los soldados. —¡YA!— no quería empezar una batalla dentro de un hotel. No quería darles motivos para que nos apresaran... si tan solo huíamos, no sería para tanto, ¿no?

Uno por uno saltan por la ventana, ruedan por el pavimento y siguen corriendo hasta el muelle, al poco tiempo de escabullirse, unos soldados se toman su tiempo para atravesar también esa ventana, mientras que otros deciden dar la vuelta y salir por recepción.

Luego de unos segundos de andar, buscando una manera de perderlos, oyen unos chapoteos y desubren que alguien se aproxima nadando.
 Una mujer rubia de porte atlético y pelo corto como de un muchacho, que lleva un precioso vestido blanco muy delicado, ahora puede verse medio a través por estar completamente empapado. La sigue un tipo bien parecido, con un abrigo largo de cuello alto, pero sin nada debajo, lo cual deja al descubierto sus fabulosos pectorales lampiños. Se adelanta a la chica, trepa al muelle y le echa una mano para que ella suba también.
—Bueno, poco espectacular ha sido la entrada, pero tendremos que dejarlo así.
El hombre se seca la cara y les enseña una sonrisa de dientes brillantes, sus ojos plateados tienen unas pestañas largas y prolijas, que parece que se las arreglara.

—¡Allá están! ¡En el muelle!
Se aproxima una docena de soldados, rodeándolos desde todas direcciones.

El sujeto misterioso entonces busca alrededor con la mirada, para luego dar un respingo contento y va corriendo hasta una de las pasarelas que queda a media cuadra de distancia.

Al ver a Carol, o quien sea que se llame en verdad, respiro algo aliviado

— Creo que esto es tuyo — digo ofreciendole el paquete. Con sus cosas, equipo y enseres personales dentro. Y quizá sea mejor no preguntar mucho el por qué ha decidido darse un chapuzón con un traje estampado y con un exhibiscionista, de esos que sólo llevan un abrigo y nada más.
Nop. Desde luego mejor no preguntar

Nos estan rodeando. Dificilmente podremos convencerlos a todos de salir ahora. Y al ver que nos empiezan a rodear, creo que lo mejor es intentar intimidarlos y que peleen peor.

— A ver, piltrafillas. No nos estais rodeando: Estais poniendoos justo donde queremos que esteis. CERCA , PERO QUE MUY MUY CERCA ¿Vale, cariñines? ¡Vamos! ¡Es la hora de un himno para nuestra batalla!

No se por que, pero sonaba mejor en mi cabeza
"In the navyyyyy..."

Cuando salí del agua, pudo verse que lo que en el agua parecía el vestido completo floreado, en realidad era bastante menos. Dejando mi vientre al aire, el vestido se había convertido en un “top”. Pues la parte inferior había sido rasgada de forma bastante burda. Era una lástima, pero si al final comenzábamos un combate no podría pelear bien con aquel vestido mojado, aparte de que nadar con el vestido completo habría sido bastante incómodo.

Cuando salí, vi a todo el grupo y Kei me tendió el petate de cuero con mis cosas, mi movimiento fue rápido, abriéndola poco más de lo necesario introduje mi mano en el interior para sacar mi estoque. Estando ya armada, colgué el petate al hombro.

Viendo como Kei empezaba a ¿Amenazar? a los soldados le di una palmada en el hombro llamando su atención.
—Nada de enfrentarlos, son demasiados. —Dije mientras señalaba hacia donde había ido Argento. —A la goleta todos, nos vamos. — Dije en un tono que poco dejaba discutir refiriéndome al barco al cual había marchado el hombre de pectorales lampiños.

Una vez que estuvieran todos a bordo ya veríamos si sería necesario enfrentarlos en la pasarela para impedirlos subir

En la huida llegamos hasta los muelles, donde nos encontramos con una chica de pelo corto y un tipo fornido. Primero miro con cierta suspicacia a la chica preguntándome si será aliada o no, pero mis pensamientos se interrumpen por Kei cuando empieza a tratar de intimidar a los guardias. Le golpeo levemente la armadura con mi martillo para llamarle la atención.

—No me seas alcornoque, tronco. Son demasiados y hay niños con nosotros. Debemos escapar— asiento a las palabras de aquella chica —¡Perfecto! ¡Vamos hacia allá, deprisa!

Antes de escapar saco mi símbolo divino (el colgante con una piedra en forma de luna de color verde) y trato de lanzar en ella el conjuro miedo, mostrándolo hacia los soldados. Con suerte los mantendrán a raya y nos dará tiempo para escapar.

Arrugué el ceño cuando llegamos a donde estaban la mujer y el tipo, todo empapados. —¿Es algún tipo de fiesta de "camisetas mojadas" y no me he enterado?— había oído mencionar ese tipo de ¿celebración?, aunque nunca había ido a una ni había buscado información al respecto.

—Ella es...— volví a arrugar el ceño mirando a la chica. No sabía como se llamaba. —Es una amiga. Me ayudó a salir del bar y a atrapar al tipo con pintas de villano, ¡y que realmente era un villano! O al menos eso creo... Aunque me sabe mal haber dejado allí a Carol. Creo que tenía un problema en el estómago o algo, porque no llegó a salir del baño. Espero que esté bien.

Hechas las presentaciones pertinentes, tocaba centrarse en el problema actual: estábamos rodeados. Guardias por todos lados (¿de dónde habían salido tantos si estábamos en una dichosa isla paradisíaca?).

—Kei, hagamos lo que dicen— parecía mejor idea que enfrentarnos a tortas. No estaba yo muy centrada para ello... Todavía notaba la mente embotada.

Dicho esto, sigo a los demás al barco a toda prisa para escapar cuanto antes de aquel percal.

Por lo bajini te cuchicheo

— Que solo quiero asustarlos mientras nos quitamos de enmedio ¡No me gusta la idea de matar a humanos! A una Neko, tal vez ¡Pero a humanos, no!

El brillo del símbolo de Sojiro encandila a uno de los soldados, que se cubre la cara y se arrodilla, murmurando cosas ininteligibles, parece que se ha puesto a llorar.
—¡Los tenemos rodeados! —les grita otro de ellos—. ¡Ríndanse!
Pero su voz se corta de golpe, mirando estático hacia la orilla. Los demás quedan igual de pasmados, soltando sus armas y echando a correr en dirección opuesta a ustedes.
Parece que la amenaza de Kei dio resultado, aunque más bien ha sido otra cosa. Al mirar hacia atrás, ven que el agua se está levantando, salpicando grandes borbotones de arena mojada, algo enorme está emergiendo de ahí.
—No hay caso, segunda vez que tengo que hacer yo todo.
Consiguen ver a la maga pelirrosa en uno de los balcones del hotel, en su mano izquierda tiene algo luminoso que desprende energía y con eso estaba apuntando hacia donde ahora se encuentran todos.
—Malditos desagradecidos, del primero al último. Ojalá eso se los coma a todos.

Vastin se había quedado señalando ese bulto de arena, con los ojos muy abiertos y la boca congelada en un grito sordo.
Lo que había espantado a los soldados era un cangrejo del tamaño de una casa, con sus pinzas agarra a uno y lo lanza al agua, perdiéndose de vista en la distancia. Acto seguido se fija en el trío de héroes y los niños y escupe una ráfaga de espuma a muy alta presión sobre ellos.

Mientras tanto, Fleriel y Argento han conseguido abordar la goleta, pero ahora el monstruo está obstruyendo el paso a los demás y no les permite acercarse a la orilla.
—Jay-Jay, corazón, ¡a toda máquina hacia el cangrejote! —Grita Argento, entusiasmadísimo—. Vamos a embestirlo.
Una jovencita hermosa detrás del timón, de largos cabellos platinados y cuerpo de modelo, que no lleva más que un bikini y una gabardina de pirata, asiente a esas órdenes. 
—¡Ouais, mon capitán! —exclama alegremente y dando un saltito.
Entonces Argento avanza con presteza hasta la punta del bauprés, donde se queda extendiendo su estoque hacia adelante, como liderando una carga.

—¡¿En serio?!—Grite mientras mis ojos se abrían ante la aparición de aquel gigantesco cangrejo. Mi boca casi se desencajo cuando Argento dio órdenes de dirigir el barco hacia la criatura con intención de embestirlo.—¿De verdad quieres golpearlo con el estoque desde el barco?—Pregunte mientras veía como se colocaba en la parte delantera.

Agite la cabeza negativamente ante el plan de Argento, esperaba que el barco no acabara muy maltrecho o no tendríamos forma de escapar. Mi mirada se enfocó en el balcón del hotel donde la que parecía una maga estaba. Muy probablemente la aparición de esa criatura estaba ligada con la magia. Quizá si conseguíamos abatirla no habría que pelear con la criatura…

—¿Tenéis algún arco o ballesta?—Pregunte a Argento y la que parecía la timonel. Lanzar una de mis dagas no alcanzaría al objetivo, necesitaba algo que abarcara más rango. Si no funcionaba pelear contra la maga habría que abatir al cangrejo y también prefería hacerlo con un arma a distancia para evitar que me aplastara.

Contemplo el escenario y me quedo de una pieza

— ¿En serio está bruja pelirroja se cree Úrsula, la de la Sirenita Ariel? — exclamó ojiplático. Una parte mía quiere darle una colleja a Kokoro y preguntarle por que no sabe hacer eso.

Pero teniendo a los niños a nuestro cuidado, mejor no arriesgarse. Me embozo de espada y escudo, y señaló al cangrejo

– Soji, voy a distraerlo. Voy a intentar que me siga, tu y Kokoro tomad a los niños. Cuando estéis a bordo os daré alcance ¿Vale?

Y sabiendo que me estoy jugando el tipo por los niños, decido hacer lo único que se espera de un guerrero.

Cargar contra el peligro.

Ya que parece que íbamos a poder escapar... no falla, siempre tiene que pasar algo. Y esta vez es esa estúpida bruja que no le da otra cosa que invocar un cangrejo gigante que para empezar la toma con los propios guardias. Me giro airado hacia ella.

—¿Pero es que estás loca o simplemente eres idiota? ¿No conoces el concepto de lanzar conjuros con cuidado? ¡Primero silencias a un niño inocente en el hotel y ahora matas a tus propios soldados con un cangrejo gigante! ¡Deberían retirarte la licencia de maga por incompetente y negligente! ¡Porque solo sabes lanzar conjuros de forma indiscriminada, tronca, que no te enteras!

Acto seguido me giro hacia el cangrejo, el cual se prepara para escupirnos un buen chorro de burbujas. Escudete en mano me pongo delante de Vastin y Delfine para protegerlos y tratar de bloquear el ataque, mientras Kei va hacia esa monstruosidad con intención de entretenerlo. Por fin hace algo inteligente, aunque en realidad solo quiere zurrarse con esa bestia que parece salida de un episodio de Evangelion.

Si logro bloquear el ataque, asiento a las palabras de Kei y voy con los críos y Kokoro hacia donde se acerque la embarcación.

No podía salir todo bien, ¿verdad? La Ley de Murphy siempre tenía que aplicarse...

El ataque del cangrejo que apareció ante nosotros no nos daba mucho margen a hacer gran cosa, por lo que me quedé delante de los niños, haciendo girar mi bastón con nuevas habilidades como toda una experta. Esperaba conseguir crear un escudo que nos defendiera del chorro lanzado por el bicho.

—No tengo nada de eso, ¡pelear a distancia es para aburridos!

Cuando el cangrejo dispara ese chorro potente, Sojiro inmediatamente se coloca frente a los niños para cubrirlos, esperando proteger a todos. Lo consigue en gran parte, pero cuando abre los ojos descubre que toda la ráfaga está cayendo sobre Kokoro, quien hace girar su bastón para formar una especie de escudo antiproyectiles, desviando el ataque hacia ella con su magia. Siente entonces ella que la espuma que escipió el bicho está hirviendo y le deja los bracitos colorados.

A la vez que sucede esto, Kei ya había saltado encima de la criatura, dándole con su espada en el medio de la caparazón; siente como si hubiera impactado en un yunque y el arma rebota, casi dándole en su cara. Es duro, muy duro.

Los soldados ya han huído todos, queda sólo el cangrejo gigante obstruyéndoles el paso. Sojiro aprovecha que el bicho ha quedado muy distraído con Kei y Kokoro y vadea entre sus largas patas para echarse entonces a nadar hasta la goleta que viene a toda vela desde el agua, los niños lo siguen rápidamente.

—¡Vamos! ¡A no desanimarse!
Argento sigue en la punta del bauprés, esperando a estar lo suficientemente cerca del cangrejo, quizás para saltarle encima. Cuando Sojiro viene llegando, la muchacha que está al timón le indica a Fleriel que hay una cuerda amarrada en la baranda para jalar gente del agua.
—¡Silver Chariot!— exclama Argento con energía.
Aparece un caballero con una ligera armadura de plata y portando un estoque eleganísimo, su cabeza luce un sombrero con plumas de diversos colores pastel y una máscara que oculta su rostro. Tan pronto se lo ve, empiezan a escuchar música de acordeón.

—¡Adelante! —continúa animándolos Argento, para luego ponerse a cantar al ritmo de la música. Música que los anima de forma visible, se sienten realmente más fuertes y capaces de todo, totalmente motivados, parece magia.