Partida Rol por web

—No lo sé, Carol, deberíamos preguntarle al supervisor.
Que lo ven venir bajando las escaleras, Arya se acerca a él a paso acelerado y le plantea la cuestión, ves que el señor asiente y tu compañera se voltea hacia ti con el pulgar arriba.
—Prometo no incordiarlos, la usaré sólo durante la noche y dejaré todo limpio.

—Necesito primero que firme un documento —le dice el supervisor mientras va andando hasta allí—. En caso de que se rompa o se pierda algo, la Trinidad Divina no lo permita, será usted responsable, ¿de acuerdo?
—Me parece razonable, estoy completamente de acuerdo —responde el hombre de cara quemada.
—Sígame, por favor.
Ambos se dirigen ahora a recepción. Arya entonces saca un par de viandas de la alacena y te invita a cenar juntas.

—No es por nada, pero, ¿ese tipo cocina? Parece más un verdugo. Estoy segura de que no necesita un horno, yo creo que si se pone a mirar fijamente a un pollo, éste se cocinaría solo por puro miedo.

— Tu no tienes acento de por aquí... Y desde luego, ese no es un cuchillo de cocinero ¡He visto muchos! Pero cuentame ¿De que concurso hablas, hombre? — le digo cortándole la retirada.

Intento recordar con más fuerza si este tio es realmente uno de los chicos de Uk. Y por dentro me pregunto por que narices he respondido que soy una pescadera.

Con el tenedor en la mano y ya sentada junto a mi compañera comiendo me quedo pensativa ante su pregunta.- Mmmhm.- Intento apurar el bocado que tenía en la boca antes de hablar.- Es cierto que tiene unas pintas raras, pero puedo creerme que sea cocinero. ¿Viste su cicatriz? ¿No te parece que algún tipo de quemadura?  Quizá aceite caliente. He escuchado que estos chef de competición también suelen hacer números mientras cocinan, quizá uno le salió mal.- Digo mientras me encojo de hombros.

-Yo le he visto muy educado aunque… si, un poquito de razón tienes.-Doy la razón a mi compañera.- No es un tipo que me gustaría cruzarme en un callejón por la noche.- Me quedo callada un momento pensativa. La verdad es que si me imaginaba al tipo con un cuchillo ancho de cocina en sus manos daba real miedo.- Pero no sé, las apariencias pueden engañar. Por lo habitual la gente que menos llama la atención son los que ocultan más cosas.- Lo decía por propia experiencia, después de todo dudaba que Arya imaginara nada de mi pasado.

Tras una breve pausa destinada a dar buena cuenta de la cena finalmente vuelvo a hablar.- Entonces que, ¿Quieres ir a ver como cocina nuestro cliente? Quiero probar las cosas ricas que haga, pero no me atrevo a ir sola. ¿Te lo imaginas con un cuchillo de carnicero? ¡Que lo mismo me corta a cachitos y me mete al horno!.- Por como la cara de Arya iba cambiando según hablaba dudaba que estuviera atajando la mejor manera para que me acompañara. A decir verdad, me gustaría que viniera para que toda la atención no recayese sobre mi.- Vengaa.- Insistí una vez más sin muchas esperanzas.

Por lo blanco que Arya tenía el rostro dudaba mucho que fuera a acompañarme.- Vaale, no vengas, pero si mañana no me presento a mi turno, buscar mis restos y darles un bonito adiós. Como cenizas arrojadas al mar por ejemplo. Nada de no buscarme y acabar en el compactador de basura disuelta por acido ¿eh?.- Tan pronto como termine la frase le giñe un ojo y saque la lengua. –Ya te diré mañana si te perdiste alguna delicia.

—¿Una invocación fallida?— pregunté a Sojiro mientras me encogía de hombros. Era una explicación válida para la presencia de Delfine en el barco.

En vistas de que Delfine estaba para hablar, dejé de hacer el tonto y la miré con los brazos en jarra y una amigable sonrisa. —Vas a dormir con tu hermano y conmigo— no, no era una pregunta. Era una afirmación como una casa.

—Una invocación fallida podría ser una buena excusa, pero no creo que la dejen subirse al barco gratis. Además le dije a esa empleada que vino con nosotros, aunque puedo alegar que lo dije por los nervios de la situación. A ver si se nos ocurre algo mejor...

Trato de pensar en otra idea, pero por ahora solo consigo que me salga humo por las orejas.

—Quizás podamos ganar el concurso de cocina y comprar el boleto con el dinero del premio —comenta Vastin divertido—. Nah, es broma. O quizás no... ¿ustedes saben cocinar?
Al ver sus caras añade:
—El concurso, ¿no lo vieron al entrar? Había folletos en la entrada del hotel. Se celebrará un concurso pasado mañana y el premio son mil oros, justo el precio del ticket para viajar en la fragata de regreso hasta el astillero al sur de Épinne.

Delfine se había quedado mirando a Kokoro, con su usual impasibilidad, se limita a responder apartando la mirada con algo de vergüenza.

—Tranquila, hermana, te cedo mi cama, que los sofás aquí parecen hasta igual de cómodos.

—El concurso de cocina, ¿no lo sabías? —te pregunta sorprendido—. Hay un cartel gigante anunciándolo en la entrada del hotel ese.
Señala con la cabeza el edificio donde ustedes se están hospedando.

Lo recuerdas, sí, es uno de los bandidos de Uk que consiguió escapar.

—Últimamente me he intentado dedicar a la cocina y resulta que tengo talento, así que me construí una barca y vine aquí a por el desafío. Nada mal, ¿eh?
Ves que en la orilla, no muy lejos de allí, hay un velero muy rudimentario y otro hombre allí sentado, recostado a una roca, durmiendo.
—Y no, este no es mi cuchillo, es una espada, merluzo.

—Paso —responde Arya inmediatamente—. Perdona, pero no quiero saber nada con ese tipo.

Luego te hace una sonrisa, mirándote por el rabillo del ojo.
—Es verdad, las apariencias engañan —se vuelve hacia ti mientras juntan las cosas de la mesa y las llevan al fregadero—. Quién sabe, quizás yo sea una asesina a sueldo que busca a alguien en el hotel para liquidarlo, o quizás lo seas tú.
Suelta una risilla.
—Vamos, he notado ya que tienes peluca, así que cuenta, ¿qué te traes? Tienes un cabello muy bonito, ¿por qué lo escondes?

Parece que no te la acomodaste del todo bien luego de tropezar hace un rato. Afortunadamente no hay nadie alrededor que las esté oyendo, puedes estar segura de eso.

Cuando Arya menciono ser una posible asesina simplemente sonreí a la broma empezando a sospechar, pero no tarde mucho en saber a que venia su broma. Mientras comíamos uno de los mechones rubios de mi pelo se había deslizado a un lado de la peluca. Tan pronto como lo dijo volví a colocarlo oculto.

Me quede callada durante un momento mientras intentaba averiguar porque ocultaba mi cabello.- Agh... es...- Dudaba en mi respuesta intentando pensar una mentira rápido pero la actitud bromista me hizo actuar primero. Dejando la bandeja junto al fregadero me coloque detrás de Arya le clave la uña del dedo meñique en la espalda.- No te muevas, ahora que me has descubierto tendré que encargarme de ti...- Deje solo un instante de tensión antes de colocar las dos manos en sus caderas y empezar a hacerla cosquillas mientras me reía.

Tras unos momentos mientras finalmente dejaba de reírme me apoye en una de las mesas.- En realidad es bastante vergonzoso. ¿Me prometes no contarlo?.- Cuando finalmente aceptó di un pequeño suspiro.- Hace unos meses tuve una aventura. Pensaba que era amor, pero resulto que al final el idiota era un noble en busca de una presa fácil ¡Y encima estaba casado! Su esposa se puso como una loca acusándome de robarle a su marido.- Digo mientras agacho la cabeza.- Lo ultimo que se es que aun hay algún puesto de guardia con algún retrato en busca de la "ladrona".

Al finalizar miro a Arya.- Por favor, no digas nada.- Dije mientras le cogía las manos y se las juntaba. Si Arya no fuera parte de la lista de sospechosos "poco probables" pero sospechosos al fin y al cabo, le habría contado realmente lo que estaba haciendo allí. Después de todo un par de ojos mas me vendrían bien, pero estaba en una situación en la que no podía fiarme de nadie.- Solo quiero vivir tranquila.

—Qué va. Sé cocinar lo justo y necesario, pero no como para ganar un concurso... ¿o quizás sí? Oye, Vastin, ¿aquí la gente sabe lo que es una pizza o una hamburguesa? Si presentamos en el concurso algo bueno que no hayan visto nunca... ¡podríamos petarlo! ¿Qué opináis?

Si Vastin ni Delfine saben lo que es una pizza o una hamburguesa, igual tenemos opciones de ganar en el concurso.

Mis ojos se iluminaron como dos grandes estrellas cuando Sojiro mencionó con lo que podríamos participar en el concurso de comida. —¡Oh, sí! ¡Comida basura! Hamburguesas, patatas fritas, pizzas...— sin duda nos ganaríamos el paladar del jurado, ¡y yo pensaba ponerme las botas!

—Ah...
Notas que después de las risas y de oír tu historia, Arya se queda paralizada mirando al frente, al mirar tú también, te encuentras con el supervisor, con dos dedos en el puente de sus gafas, que brillan ocultando sus ojos detrás. ¿Cuánto rato llevaba ahí escuchando?

—Carolina Florio —te llama la atención, sin moverse de su lugar—. ¿Me haría el favor de acompañarme a mi oficina?

—No, no lo creo, al menos no con esos nombres, ¿podrían describir esos platos?
Hace una pausa, pensando, luego añade:
—¿Por qué la llaman basura? Si sabe feo, mejor intenten otra cosa.

—Qué va, están riquísimos. Lo llaman así porque no son tan saludables como una ensalada y porque donde lo venden no lo hacen de forma casera. Pero las pizzas y hamburguesas caseras son de lo mejor.

Explico a Vastin en qué consisten las pizzas y las hamburguesas, con sus diferentes variantes. Y a medida que lo hago empiezo a babear. ¡Lo echo de menos!

—Madre mía, me ha "dao" hambre y "tó". Koko, ¿intentamos hacer una pizza y vemos cómo sale? Aunque necesitaremos ingredientes y un horno de piedra...

Sin decir ninguna palabra más que un cruce de miradas con Arya me separe de la mesa y empecé a caminar hacia el supervisor. El trayecto hasta su oficina fue en silencio por parte de ambos. No sabía cuánto había escuchado, pero claramente yo no iba a ser la primera en soltar prenda.

Cuando entramos a la oficina cerré la puerta detrás de mi y le mire directamente.- ¿Ocurre algo señor Hoffman?.- Pregunte mientras mis manos se colocaban a mi espalda, detras de la cintura.

Fui asintiendo con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa boba y empezaba a salivar. Oh, esa comida sonaba tan bien...

—Y saber hacer la masa— apunté. ¿Alguno sabía hacer eso? Lo había visto en la tele y alguna vez había probado a hacer esas cosas con papá por simple diversión, pero no estaba segura de si podrían con ello. —Sino siempre podemos hacer panninis. Son como las pizzas, pero en una tostada de pan al horno: le pones la base, de tomate o queso, y añades lo que quieras de ingredientes. ¡Podríamos hacer incluso otra complementaria de postre!

Es verdad, con la pizza está ese problema: la masa. Pero Kokoro mencionó otra solución.

—Pues sí, podríamos hacer paninis en su lugar, no necesitaríamos hacer la masa. ¡Y podríamos presentar varios diferentes! ¡Creo que lo podemos petar en ese concurso!— exclamo totalmente motivado y optimista. Creo de verdad que podemos ganar —¡Vamos a apuntarnos!

—Claro, entiendo, aquí también hacemos algo así con la carne picada, son como unas albóndigas aplastadas. Creo también haber oído sobre las pizzas, en Pavecchia, es tal cual eso que están describiendo.

Saben que la masa de la pizza es igual a la del pan casero, sólo que en este caso se estira hasta dejar un disco bien finito. Pueden hacer la misma y lleva los mismos ingredientes en las mismas cantidades: agua, harina, aceite, levadura, sal y azúcar. Todo esto es fácil de conseguir en el mercado aquí mismo, pero ahora está todo cerrado.

Las hamburguesas las pueden hacer de mil maneras y probando diferentes especias, por aquí pueden obtener avena como sustituto del panko y mostaza.

Al pasar por el vestíbulo, Vastin les señala la cartelera y pueden ver el anuncio: "Concurso de Cocina Paradis" y los datos, se efectuará pasado mañana al mediodía, hay tiempo de apuntarse hasta el día anterior, o sea mañana y no hay ninguna restricción para participar ¡sólo pasarlo bien! El premio son mil monedas y los jueces serán tres personas importantes: el archiduque Cornelius Kellet, gobernador de Paradis; el chef Horace Gagnon, proveniente de Chaville, supremo erudito gourmet y finalmente el obispo de Dustrun, monseñor Vivaldi.

Cuando pasas por el vestíbulo hasta la oficina del supervisor, te cruzas con el rubio raro de hoy, lo acompaña la chica gato y un niño también rubio que lleva anteojos redondos, pero la muchachita que viste en su habitación no parece estar con ellos.

—Eso no lo sé —te responde Hoffman—. Ya me lo dirá usted.
Abre la puerta y te hace un ademán invitándote a pasar y tomar asiento. Él lo hace al otro aldo del escritorio, apoyando sus brazos en la superficie, con los dedos entrelazados, mirándote fijamente tras el brillo de sus gafas.
—¿Me explica qué es eso de la ladrona buscada? No me agrada la idea de tener criminales o delincuentes entre nuestro personal.

Mi expresión cambia cuando Vastin reconoce la descripción.

—¡Venga ya! Si ya lo conocen adiós al factor sorpresa.

Mientras pienso en un plan alternativo miro el panfleto, y en cuanto me fijo en quiénes harán de jueces abro los ojos como platos.

—¡Ostras! ¡El monseñor Vivaldi estará allí! Tenemos que ganar sea como sea. Vastin, ¿os suena de algo el ramen el yakisoba o el sushi?

Le explico en qué consiste los tres platos. Ya sería demasiado raro que en un mundo de fantasía medieval conocieran todos los platos de nuestro mundo. Y si no hubiera suerte tendremos que innovar con el plato que presentemos, aunque sea una pizza.