Partida Rol por web

Cuando Astrea, usando algun poder, alguna magia, o quizá simplemente puro entrenamiento élfico, es capaz de enfrentarse a mi fuerza heroica, me sonrojo un poco más

— Pues ya habria que ser tonto para no querer a una mujer así. — le susurro mientras trato de sostenerle el pulso. Que demonios ¡Me parece estar viendo a Noriko-sama, la capitana de TODOS los deportes! — ¡Pero no se te ocurra aflojar!

Y continuo empujando contra ella, contra su fuerza su magia y su poder

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La cosa tardó un rato largo en calmarse y se hizo muy tarde, tanto que decidieron dejar para mañana el tour por las instalaciones y los condujeron directamente a la habitación que les corresponde. Son cuartos con dos camas a lo largo de un pasillo en el segundo piso, lo suficientemente amplios como para estar sin estorbarse el uno al otro, con un escritorio y un armario para cada uno y un biombo con una tina de madera y un grifo conectado a agua corriente que puede salir tanto caliente como fría. Entre las dos camas hay dos mesas de luz y una amplia ventana que da hacia la calle, ahora mismo está cerrada para que no entren insectos a molestar.

Marion los deja allí y se despide cordialmente para continuar limpiando destrozos en la planta baja donde está el comedor.

Es la primera vez en largo rato que se encuentran en calma, aunque sin Kokoro, al menos están ustedes dos solos. Ya con la barriga llena, no transcurre mucho tiempo hasta que los empieza a invadir el sueño.

Me acerco al grifo. Lo abro

— Soji ¿Has visto esto? Es HAGUA. A presión continua. Limpia. Y además, puede estar fria o caliente. 
> Esto es como en nuestro país. Y lo hacen sin el poder de la electricidad, sin plantas quimicas de purificación... NADA

Maravillado, cierro el grifo

— Tendremos que preguntar por ello, y por el Señor nekomata, y tambien por.... ZZZzzzzzZZZZZZZZZZZZZZZZ

Me tumbo en una de las camas mientras Kei trastea con el grifo. Estoy molido de huir de parte de los miembros del gremio. ¡Yo no he tenido la culpa de nada!

—Estoy molido, tío... en cuanto cierre los ojos no me van a poder despertar ni con un trombón junto a la oreja.

En cuanto cierro los ojos me uno al concierto de ronquidos que empezó Kei.

Dejas a Kei en la cama y, con el sueño que tienes tú también, concilias el sueño nada más apoyas la cabeza en la almohada.

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Sientes un ruido de movimiento que te despierta, antes de abrir los ojos te invade un tenue aroma dulce a rosas, crees que aún estás soñando, pero abres los ojos y descubres que no es así. Lo primero que ves es un par de adorables ojos color turquesa a escasos centímetros de los tuyos, pertenecientes a un delicado rostro juvenil.
—Me interesas —oyes entonces la voz monótona de Delfine y su aliento choca en tu cara. La pequeña está a gatas encima tuyo, apoyando sus manos a cada lado de tu cabeza, observándote fijamente, imposible de saber cuánto tiempo llevaría así. No es precisamente un trombón en la oreja, pero te ha despertado bastante. Sientes su cabello cayendo sobre tus mejillas y te hace suaves cosquillas.

Aún es de noche, no debe haber transcurrido más de una hora o dos desde que te dormiste. Kei ronca poderosamente y no da señales de que vaya a despertar.

Todavía allí cerca Delfine sigue hablando.
—No saben nada de este mundo, nunca los he visto, aparecen de la nada con una carta de papá que deja estupefacto a tío Zellos y jamás ninguno de los dos habló alguna vez de ustedes, ni siquiera he oído sus nombres. Tienen nombres raros, se comportan raro. Tu amigo derrotó a un jefe avanzado de un solo golpe, además tiene la espada Durandal, perteneciente a un héroe caído que muchos han olvidado y se creía perdida. Tú vistes como un clérigo de la catedral, pero dices ser novato, además ya tienes un símbolo divino consagrado a Orphea.
Se expresa con inusitada calma, tanto que resulta desconcertante y a la vez un poquito siniestra.
—¿Qué son en realidad? —continúa—. Dime, ¿de dónde vienen verdaderamente? No me mientas.

A todo esto, te encuentras medio embobado por el sueño y perdido en esos ojitos tiernos. Echas entonces un vistazo a Kei, que sigue en el plano de Morfeo.
—No despertará, me aseguré de ello.
El círculo mágico que hay en el techo y que desprende un polvo púrpura brillante sobre él explica cómo es que más temprano cayó dormido tan de súbito.

Me despierto al escuchar una dulce voz a la par que me resulta conocida. Al abrir los ojos me sobresalto al ver que se trata de Delfine. ¡Y está demasiado cerca! Oye, un momento. Sí, me gustan que las tías tengan este tipo de iniciativas, pero solo si son adultas. ¡Y ella es solo una niña! ¡Me da igual si aquí son consideradas adultas, yo no soy un maldito lolicon!

Parece ser que tiene varias cosas que preguntarnos y sus argumentos son bastante lógicos. Sopeso un momento si decir algo o no, y trago saliva por los nervios.

—Vale, te diré lo que quieras saber si nos guardas el secreto. Un momento... ¿carta de papá? ¿Tu padre es Ozax?— el muy jodido aparte de ser legal tiene una esposa tremenda —Supongo que puedo confiar en ti, pues tu padre nos ayudó mucho. Te lo contaré todo si primero te quitas de encima. Esto es... incómodo para mí. Tranquila, no pienso escapar. De todos modos dudo que me lo permitas, ¿verdad?

La niña asiente y se aleja de tu cara, pero se queda de rodillas encima tuyo, que aunque no pesa mucho, te da problemas para levantarte.

—Habla —dice en el mismo tono neutro.

—Así me va a costar levantarme...— al final logro incorporarme un poco, pero no mucho —Vale, esto valdrá. Verás, nosotros somos de otro mundo muy diferente a éste, donde no existe la magia. Allí tenemos cosas como el reloj que Kei le dio a Airi o vehículos que no necesitan animales para moverse— empiezo a contarle algunas cosas de mi mundo, haciendo especial hincapié en los videojuegos y la tecnología que tenemos. Luego le cuento lo que hemos pasado al aparecer ante el rey y cómo su padre por un lado y mi diosa por otro nos ayudaron. Luego el incidente en el bosque y luego lo de los bandidos donde nos encontramos con Airi y el nekomata —... y así que como hemos acabado aquí, aconsejados por tu padre. Al parecer nos convocaron para salvar el mundo, así que supongo que somos algo así como héroes. Mira, Kokoro era humana como nosotros, pero al venir aquí se convirtió en una nekojin y es la que peor está llevando todo esto por lo que ya te he contado. Me preocupa mucho, es como si fuese mi hermana.

Miro a los ojos a Delfine para ver su reacción ante lo que le he contado.

Las variaciones en la expresión de Delfine son apenas perceptibles, a medida que le cuentas, levanta apenas las cejas y sus ojitos se abren más. Te mira con ilusión, con la boca entreabierta, perpleja, aunque no lo demuestre del todo.

—Ya veo —dice cuando terminas. En ningún momento deja de mirarte, transcurre un minuto entero de incómodo silencio, interrumpido solamente por los ronquidos de Kei.
—Estás diciendo la verdad, puedo verlo en tus ojos. ¿Así que son héroes? Y puedes hablar cara a cara con Orphea... —dice esto último murmurando para sí.

Entonces se baja con cuidado de la cama y se calza sus zapatitos.
—De cualquier forma, estabas mirando a mis hermanas y a mamá con intenciones obscenas. Te estaré vigilando —dice y mira de reojo a Kei—. A los dos.
Luego de salir de la habitación se queda mirándote fijamente tras la abertura de la puerta y ni siquiera parpadea a medida que la va cerrando despacio, sin despegar un instante sus ojos de los tuyos hasta que se cierra del todo. Continúas enervado mientras oyes sus pasos alejarse despacio por el pasillo.

—Lolicon degenerado. —La voz a tu espalda de Orphea te indica su presencia allí y te recuerda que aún estás en falta con ella—. Asco das.

Antes de que puedas responderle desaparece, dejándote nuevamente a solas con tu amigo durmiente.

—Eh, espera...— digo cuando Delfine se va. Luego me giro al escuchar a Orphea —¡YO NO SOY N...!

Me tapo la boca, he estado a punto de despertar a Kei.

—No soy ningún lolicon...— digo en voz baja.

Esto me recuerda que no había comulgado todavía con ella así que procedo a ello. No planeo en principio cambiar mis conjuros, pero sí tener algunas palabras con ella.

Oyes la voz de la diosa, pero no la consigues ver.
—¿Y bien? ¿de qué quieres hablar, lolicon?

Lo que sí aparece delante de ti es tu ventana de estado, en donde están listados tus conjuros ahora está vacío y aparecen los recuadritos para que los puedas seleccionar de nuevo. Encima de la lista hay un gran número 2, que indica la capacidad que tienes, es decir, la suma de los niveles de los conjuros que prepares no peude superar dos.

—Oooyeee...— mi tono denota que me estoy molestando —Ella se puso encima de mí mientras dormía, debiste ver eso si viste lo otro. No hice ni quise hacer nada inapropiado, estaba deseando que se quitara de encima. Además ya sabes que prefiero a las maduras con las t... eeeh... creo que no estoy quedando precisamente mejor, ¿verdad? Como sea, quería hablar contigo, estoy preocupado por algunas cosas.

Guardo silencio un momento para ordenas las ideas (y de paso olvidar ese momento con Delfine).

—Lo primero de todo, ¿puedes contarme algo más sobre la amenaza a la que debemos enfrentarnos? ¿O es algo que puedo averiguar por mi cuenta?— cuando me conteste a ello paso al segundo punto —Lo segundo es... ¿hay alguna forma de mejorar mis habilidades aparte de subir niveles? Es que me supo muy mal no poder ayudar al nekomata. Nos salvó el culo y quería ayudarle a toda costa, pero todos mis esfuerzos fueron inútiles. Y no me gusta tener esta sensación de impotencia— cierro mis puños y los miro —Quiero ser capaz de ayudar a quien lo necesite en todo momento. Ser capaz de proteger a la gente, a mis amigos. Quiero ser útil más allá de aporrear enemigos con mi martillo.

"No me parece oportuno que sepan todo ahora, Sojiro, es demasiado para que lo puedan asimilar desde tan temprano, cuando ni siquiera han terminado de adaptarse a este mundo nuevo. Primero logren establecerse, conozcan mejor el entorno, luego quizás puedas averiguar todo por tu cuenta eventualmente o te lo revelaré yo en su debido momento."

"Tengan fe."

"Ustedes tres han sido convocados por mí, por Varus y por Uvborh. Tienen una gran responsabilidad sobre sus hombros, pero por ahora sólo voy a decirles que lo que logren aquí también salvará vuestro mundo de la perdición. Sí, aquel de donde provienen."

"Tienen un potencial enorme que deben sacar a relucir, crecer mediante el entrenamiento, ayudando a otros, aprendiendo. Subir niveles es el método más directo, pero no funciona como piensas, no te vuelves más fuerte porque subes niveles, sino que subes niveles porque te vuelves más fuerte. Llegará el día en que superarán con creces a cualquier aventurero, incluso a Zellos, a Selina o a Ozax, será entonces cuando estarán listos, pero aún no, todavía tienen un largo camino que recorrer y aprender mucho. Sean pacientes, hay tiempo, pero tampoco se duerman en los laureles."

"Tengan fe".

El sol entra por la ventana y la luz golpea en sus caras, despertándolos. No tienen forma de saber la hora, puesto que un reloj se estropeó y el otro lo regalaron, pero pueden adivinar que aún es temprano. Está un poco fresco dentro de la habitación, lo notan al salir de las camas.

Al otro lado de la puerta oyen la voz de Marion comunicando que el desayuno estará listo en media hora.

Bostezo

— A yuuuuuuuun.... Hey Soji, ni te imaginas que sueño más raro he tenido — digo caminando sin terminar de volver en mi mismo — Nos daban una paliza en un examen, Kokoro, tu y yo ibamos a un restaurante, a Kokoro la secuestraba un ogro mas feo que mi ex-suegra, y todo estaba lleno de elfas lindas.

Voy diciendo todo esto de memoria, casi robóticamente, mientras me dirijo al barreño, me limpio y me aseo, y empiezo a ponerme los pantalones, una bota, luego la otra...
Cuando ya llevo más de la mitad de la armadura y me estoy enganchando a YoShitSune del cinto caigo en la cuenta

— Esto no fue un sueño ¿Verdad?

Los primeros rayos del sol hacen que me despierte. Bostezo de forma enérgica a la vez que Kei y me froto los ojos para desperezarme.

—Buenos días, Kei.

Me estiro mientras escucho a mi amigo hablar de un sueño que no es tal.

—No, es todo tan real como que llevas esa espada. Por cierto, la llaman Durandal, es mucho mejor que llamarlo "Shit".

Al escuchar la voz de Marion me ruge la tripa.

—Vamos a desayunar y luego saldré a correr un poco por el lugar. Y de paso veo un poco lo que tiene con más calma.

Mirando la espada colgada, y los restos del escudo, que estan atados juntos para no extraviarse, ya sabia la respuesta antes de que lo confirmasemos. Si. Esto es real.

— Si, mejor que bajemos. No podremos enterarnos de lo que sea que Zellos nos tenga que decir con el estómago vacío. Y por cierto, dices que "Dicen que se llama Durandal" ¿Quien lo ha dicho? ¿Vastin?

Lo cierto es que tengo ganas de saber más acerca de esta compañera.

— ¿O ha sido tu diosa, Afroditita?

—No, fue Delfine. Vino anoche a preguntarme qué somos en realidad y la verdad es que había deducido muchas cosas correctamente, así que le conté la verdad. Y no, mi diosa no se llama así. Orphea. Or-Phe-a. Por cierto, Delfine dijo que nos vigilaría de cerca porque miramos a su madre y sus hermanas con intenciones obscenas. No sé qué se ha creído, somos más de "se mira pero no se toca".

Abro la puerta.

—Vamos tío, que tengo hambre. Y también quiero ver si ya ha despertado Koko.

Te miro con algo de furia contenida, mientras pienso que a ti SI que vienen a visitarte chicas en mitad de la noche ¡Que envidia!

— Venga, vamos. Tenemos un mundo que salvar

Y aun algo aturdido bajo hacia la cantina. Si no ganamos dinero, Selina nos puede tirar a la olla.

— ¿Que Koko se despierte? Venga ya. Ella no se despertaría ni aunque la besase Jack Sparrow

Sientes el contacto con una cama mullidita, un ambiente cálido con un olor a comida mezclado con campo, una luz tenue que titila, proveniente de una lámpara de aceite fijada a la pared.

De a poco abres los ojos, tienes la vista nublada, pero rápidamente recobras la nitidez. Lo primero que ves es un techo de madera y unas mantas blancas que cubren tu cuerpo. Te duele la cabeza.
Junto a la cama hay una muchacha que parece de más o menos tu edad vestida de novicia con un uniforme azul claro muy bonito que se ciñe a su figura, algo bastante más madura que la tuya. Tiene el pelo de color claro, largo y recogido en dos coletas, y unos ojos verdes que te miran con alegria.
—¡Kokoro! ¡Has despertado, al fin! —exclama con alivio, juntando las manos—. Por favor, come algo, llevas así desde ayer por la tarde y debes estar muriendo de hambre.
Te acerca un tazón con un guiso que tiene lentejas y verduras y huele apetitoso.
—Trata de no moverte mucho, ¿sí? Recibiste un golpe muy fuerte en la cabeza y aún lo debes estar sintiendo, es un milagro que no te hayas hecho tanto daño.
Sirve una pequeña porción en una cuchara, que sopla suavemente un par de veces y te la acerca con delicadeza.