Partida Rol por web

-¡Pan comido!- pensó observando el largo, larguísimo tronco del árbol que era su hogar antes de intentar siquiera empezar a subir. Lo bueno de haber comido algo, es que esas referencias gastronómicas sobre la facilidad de algo no le daban dolor de barriga. De momento. Bis Gott se escupió las manos, requisito indispensable para poder adherirse a cualquier superficie, para comenzar a trepar con confianza y alegría. Estómago lleno corazón contento, leyó una vez en una galletita de la fortuna a la mitad de sospechoso tono verdoso-. ¿Qué tan alto estaré?- murmuró cuándo una briza agitó sus bigotes y le hizo mirar hacia abajo-. El piso está muy lejos- era un ratón, no una ardilla adicta a las avellanas y esas alturas no eran naturales para él-. Por mis hermanos- se dijo dando más pasitos y recordando que sus hermanos salieron a por comida… y nunca volvieron. Se subieron a un camión de basura y no le invitaron… ¿Estarían en el basurero en una enorme fiesta?-. Ellos nunca harían eso- pensó intentando trepar más para darse cuenta que el abeto se acaba.

Al girarse tuvo que agarrarse a la madera, clavando sus uñas y tragando saliva ruidosamente. Podía ver toooooda la ciudad, incluyendo a lo lejos una enorme montaña de basura que indicaba donde estaba el basurero… Pues los basureros tienen enormes montañas de basura. Según cuentan las leyendas, es un sitio repleto de comida y peligros más allá del conocimiento ratonil. Sus hermanos debían estar ahí. Entonces, Bis Gott pensó:

-Podría realizar un peligroso y gratificante viaje que me cambié como roedor, haciéndome madurar y fortalecer como persona. Incluso afianzando mi relación con mis hermanos- asintió energía, con el sol de fondo y el viento moviendo sus bigotes con dramatismo-. ¡Si, eso haré!

Entonces le pareció ver a lo lejos una figura que volaba magníficamente, agitando sus largas alas y posicionando sus peligrosos ojos en él y flexionando unas garras que presagiaban dolor y cosas para mayores de 18 años…

Los ojos de Bis Gott se abrieron como dos rosquillas, y durante unos segundos, permaneció inmóvil, paralizado por el miedo y al mismo tiempo, la curiosidad. Pocas veces había tenido ocasión de ver algo así, porque sus hermanos siempre le habían dicho que cuando lo viese, aunque fuera de lejos, corriera a ocultarse. Además, desde el suelo todo se veía mucho peor y allí arriba, era todo magnífico. Se sentía como si fuese el rey del mundo.

Y claro, un rey… no podía huir.

Pero eso fue lo que hizo. Cuando a aquellas garras le quedaba ya poco para cerrarse entorno a su cuerpecillo, Bis Gott se dio la vuelta y empezó un vertiginoso descenso que lo llevó de regreso al suelo.

Cuando tocó tierra, miró hacia arriba mientras recuperaba el aliento. Respiraba con fuerza y muy rápidamente, y era incapaz de cerrar la boca, tanto por la sorpresa como por la fascinación de haber visto a semejante criatura.

Era peligroso… pero también muy excitante. Se sentía vivo, casi exultante, tanto que sin darse cuenta, se echó a reír.

-Ha sido lo más emocionante que me ha pasado jamás –pensó, pasándose una mano por la frente.

Pero continuaba igual que antes. No había visto nada… bueno, sí. Había visto el basurero y en esos momentos, creía que casi con toda seguridad, era allí donde debían estar sus hermanos.

-Tengo que ir a salvarles. Ahora soy yo el hermano mayor y su vida depende de mí –pensó con satisfacción y orgullo.

Mientras tomaba aquella arriesgada decisión, escuchó una risita cerca de él y se volvió para ver de quién se trataba.

Alvin se estaba riendo.

-¿Has disfrutado de la vista? Se me olvidó decirte que es peligroso. Muchos amigos subieron un día y no volvieron nunca. Tú has tenido más suerte.

No –pensó Bis -. Yo soy más valiente.

Pero Alvin continuaba riéndose. ¿Lo habría hecho adrede? Quizás había querido demostrarle que el mundo exterior era más peligroso de lo que pensaba o simplemente, ponerle a prueba. Eso… no estaba bien.

Los ojos de Bis Gott comenzaron a empañarse a una velocidad vertiginosa, su pulsación se aceleraba y con dificultad miraba a la cara a su "amigo" Alvin.

Ante esa reacción la ardilla se quedó extrañada.

- ¿Bis.. estás bien? - dijo con voz preocupada mientras miraba al ratón.

Bis Gott se quedó en silencio y miró a un lado. Era evidente que todo aquello era una interpretación magistral para ablandarle el corazón a su peludo amigo.

- Oye... no quiero que pienses que realmente quería ponerte en peligro - aclaró Alvin con un hilillo de voz. Intentó colocar su pequeña mano en el lomo de nuestro protagonista para demostrar que no mentía.

El ratón se apartó, enfatizando aún más su estado de "dolor"

- Si fueses mi amigo de verdad me acompañarías... en vez de... en vez de ponerme en peligro - por dentro un diablillo reía.

Alvin suspiró, se sentó en el suelo abatido y asintió.

- Yo no... no pensé que te iba a afectar tanto. Si necesitas mi ayuda... allí estaré, pero no te enfades ¿vale? - la ardilla e rascó la nuca con timidez.

Acto seguido, Bis Gott dio un salto de alegría.

- ¡Toma! - comenzó a bailotear de forma infantil el ratón.

- Pues claro que necesito tu ayuda ¡nos vamos de aventuras juntos! - agarró con fuerza a Alvin, juntos iban a vivir una experiencia inolvidable.

Alvin era extremadamente ágil, capaz de saltar de rama en rama, trepar para conseguir las mejores bellotas y tenía una cola esponjosa que… bueno, le encontraría alguna utilidad a ello que seguro resultaría muy útil. Bis era sumamente valiente, aguerrido, poderoso y contaba con unos bellos y adoradores mofletes. Necesitaban a alguien que proporcionara soporte a este increíble duo, alguien capaz de salvarles el pellejo cuando fuera necesario.

-Busquemos a Phillip Guérisseur- dijo mirando hacia la nada, adoptando pose épica y modulando su voz, con la siempre oportuna brisa agitando sus bigotes.

-¿A Phil?- preguntó extrañada la ardilla rascándose la nuca, negando con la cabeza-. ¿Estás seguro de eso? Desde que le dejó su novia ha estado algo deprimido. Incluso dijo que un “príncipe” se robó a su chica- chistó varias veces con la boca, negando con énfasis, cruzados de brazos y agitando la cola. Vamos que era obvio que no estaba de acuerdo con eso. Pero Bis Gott sonrió mostrando sus perfectos dientes de ratón, soltando una frase de esas épicas que son recordadas en cualquier gran saga.

-Le engañaremos para que nos ayude…

Con su mejor cara de Wtf que podría hacer una ardilla convencida de hacer un viaje imposible utilizando el sentimiento de culpa, Alvin siguió a su intrépido amigo hasta el estanque, en donde Phil, una rana deprimida y de ascendencia francesa (aunque naciera en ese país y jamás viajara a Francia) esperaba para ser reclutado. Según decían, una vez curó a el cerdito Babe saltándole en la barriga y liberando una ventosidad de proporciones apocalípticas, dándole desde ese día el mote de salvador de cerdos y otras criaturas.