Oh, Padre de las Bestias, dijo Grob al ver cómo Targax torcía el gesto cuando veía el pillaje. Tú no ofender. Comprender que gente normal gusta cerveza. Y posadero tener mala costumbre de pedir a cambio cosas. ¿Qué culpa tener Grob de que posadero gustar oro? Grob dar oro y posadero dar cerveza.
Y, ¡Oíd otra vez! Esto del pillaje estaba bien, pero a Grob no le parecía democrático pillar así, a lo loco. La horda compartía sus cosas o se daba a la lucha, para ver quién se quedaba qué cosa. ¡Oíd! Repitió, acompasando sus palabras con la debida percusión pedorrífera, y algún "oooh" cuando le venían retortijones. ¡Mejor hacer montón con botín! Luego vender y repartir. Y si alguien querer algo mucho, mucho, negociar precio con banda.
Los tronos... Pesar mucho. Traer luego carro, si querer. Grob prefiere ver si recuperar un poco. Y salir mañana. Afrontar juntos si algo aparecer en bosque.
Tras la exhaustiva exploración de la morada de los arçii-ness y después de descubrir todo lo que podía tener algún valor, Elhäine pide ayuda para subir a Lucius a la cama real y utiliza algunas de las telas que encuentra por la habitación para esmerarse en sus cuidados médicos, tanto al apuesto comerciante como al resto de los heridos. Especialmente a Lásar, que todavía parece bastante grave. - Lasar, será mejor que permanezcas tú también en la cama junto a Lucius para que mis atenciones os hagan algo de efecto. Así de paso me avisas si ves que empeora.
La mestiza dedicó también parte del día a pasear al aire libre con Yedra y recolectar algunos alimentos más que le sirvieran para viajar al día siguiente sin retrasar la marcha. Siguió buscando la colmena de la abeja y la deseada miel.
A su vuelta buscó algún tipo de compartimento secreto en los tronos. A la exploradora le extrañaba que estos seres apreciaran las riquezas y ni siquiera tuvieran una sola moneda.
Sobre qué hacer con el botín Elhäine está de acuerdo con Grob. Si conseguían devolver a Lucius sano y salvo a su padre, Seguro que como muestra de agradecimiento, la familia Neldor les ayuda con la venta del botín entre sus clientes y conocidos. Incluso quizás a ellos mismos les interesa alguna cosa.
Motivo: sanar
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+1)=17
Motivo: saber naturaleza
Tirada: 1d20
Resultado: 15(+6)=21
Tiro naturaleza para diferenciar zángano de abeja y saber dónde suelen construir sus panales ( tipo y tamaño de árboles, rocas, matorrales...) para acotar su búsqueda.
Elhäine se alimenta primero de la comida perecedera.
Elijo 20 para la búsqueda en el trono. Doy por echo que el registro incluye camas y colchones. Si no lo hago también.
La tirada de sanar es para la atención a largo plazo de los heridos, excepto a Targax, que se pasa el día fuera.
Parecía que el Padre de las Bestias pasaba ya de cuidar enfermos, así que Grob preguntó a la semielfa, que igual sabía... Oye, le dijo a Elhäine, ¿tú saber cómo curar Grob? ¿No conocer raíces o hierbas para curar... esto?
A parte de eso, ayudó a buscar en lo que pudo, moviendo muebles y tal, porque lo de pillar botín era algo que tenía en la sangre, y aunque era un poco pardillo para eso de buscar cosas, al menos podía dar acceso a gentes más flojas que él a lugares donde quizá hubiera cosas guapas escondidas.
No me apetecía pasar otra noche aquí, pero si el grupo decidía quedarse yo no iba a llevarles la contraria. Además, estaría otra noche bajo los cuidados de Elhäine, así que...
-"De acuerdo Elhäine, me echaré junto a Lucius y le echaré un ojo."
Se lo echaría más a ella, pero eso no se lo iba a comentar, jajajajaja. Bueno, al final me recuperaría un poco para la vuelta a la posada.
Los pequeños tronos no eran tan pesados como para que no pudiérais moverlos entre dos con cierta facilidad, pero desde luego no era cómodo ir arrastrándolos por el bosque en el camino de regreso a la posada. Así pues, decidisteis dejarlos donde estaban a la espera de conseguir un carro con el que transportarlos a la civilización.
A pesar de vuestras esperanzas de hallar un tesoro en forma de dinero fácilmente transportable, bajo los tronos o dentro de los colchones de las camas. Vuestra decepción fue grande al constatar que allí no había. Algo, por otro lado, comprensible dado que los har-çiinés no necesitaban monedas puesto que no comerciaban con otras razas ni salían prácticamente de su refugio más que para buscar sustento.
La noche transcurrió sin sobresaltos, con Freyan y el druida compartiendo lecho de pieles bajo las estrellas; en tanto que Lasar y Lucius compartían cama bajo los atentos cuidados de la semielfa. Al amanecer, Targax se encontraba mejor de su disentería pero el joven bárbaro se sentía morir. Sus síntomas habían empeorado aunque Elhäine estaba convencida de que, gracias a la infusión que le había estado preparando regularmente, la enfermedad comenzaría a remitir muy pronto.
Las atenciones de la exploradora combinadas con la magia druidica de Targax trajeron de regreso de entre las sombras al moribundo mercader. En su penoso estado probablemente no hubiera sido capaz de realizar el camino de regreso a la posada de no ser por la inestimable ayuda de Yedra, la yegua de Elhäine.
Malheridos unos, enfermos otros y fatigados todos, disteis un rodeo para evitar otro posible encuentro con los bromistas grilios y cada uno agradeció en silencio a sus propios dioses un regreso sin incidentes tan pronto como descubristeis en la lejanía vuestro destino junto con las promesas de comida caliente, cerveza fría, un buen baño y una cama mullida.
Motivo: Daño Grob
Tirada: 2d3
Resultado: 2, 1 (Suma: 3)
Motivo: Targax. Prueba Sanar
Tirada: 1d20
Resultado: 12(+6)=18
Motivo: Grob. TS Fort.
Tirada: 1d20
Dificultad: 11+
Resultado: 11(+4)=15 (Exito)
Motivo: Targax. Buenas bayas
Tirada: 2d4
Resultado: 4
Motivo: Targax. Curar heridas leves
Tirada: 1d8
Resultado: 3(+1)=4
Lasar → 3/7
Targax → 9/11 (-1 DES, -1 CON; los efectos de la enfermedad han cesado. Cada día recuperará 1 punto de característica perdido)
Dwama → 3/13
Grob → 8/14 (-4 DES, -4 CON; si la próxima jornada tiene éxito en su TS comenzará a recuperarse; +2 al próximo TS para superar la enfermedad por el remedio de Elhäine)
Lucius → 0/? (incapacitado [puede realizar una acción de movimiento o estándar por asalto pero no ambas, si realiza una acción estándar, sufrirá 1 punto de daño tras la acción y pasará a estar moribundo de nuevo])
Freyan → 12/13
Elhäine → 9/9
Estaban de regreso. Hubo momentos en que la enana llegó a pensar que ese momento no iba a llegar nunca. Nunca antes había estado tan contra las cuerdas como en la guarida de los hombrecillos negros. Nunca había estado tan cerca de la muerte, pero al final, gracias a la ayuda de sus compañeros y de los dioses enanos Boork, Manverû y Brogar, había logrado salir adelante. Dwama estaba orgullosa de lo que habían conseguido. No le había gustado tener que matar a todos esos pequeñajos, pero se lo habían buscado. No podían ir por ahí raptando a gente y dejando moribunda a otra.
- ¡Por fin! - Exclamó muy contenta la enana. - ¿Quién quiere una cerveza bien fría? - Preguntó mientras soltaba una carcajada. - ¡Desde luego yo si!
Sin más la pequeña dama enana aceleró el paso adelantando a toda la comitiva. Desde luego que tenía ganas de celebrar sus gestas y no había mejor forma de hacerlo que en una taberna. Se giró una vez y miró a sus compañeros haciéndoles señas con las manos para que la siguieran. Los ánimos de Dwama estaban por las nubes. En esos momentos era como el sediento que llevaba mucho tiempo caminando por el desierto y se encontraba un oasis con fuentes inagotables de agua, pero en su caso el oasis era una taberna y el agua, cerveza.
El segundo día y tercera noche sirvieron para que Elhäine pudiera atender las heridas todavía abiertas de Lásar y al moribundo Lucius que, tras la magia sanadora de Targax, por fin pudo abrir los ojos y moverse, aunque con muchas dificultades. De hecho tuvo que viajar todo el camino a los lomos de la esbelta Yedra para poder seguir el ritmo de los demás.
También sirvió para constatar que lo que habían encontrado hasta el momento era todo lo que poseían los Arçii-ness y nada más de valor apreció tras otra nueva búsqueda.
Llegó el momento de partir y decidieron dejar allí los valiosos tronos, pues cargar con ellos por el bosque iba a ser muy complicado, aunque no menos que volver con un carro a través de aquellas densas arboledas. Por eso Elhäine propuso que sería más fácil hacerlo en una mula con silla de carga, también más fácil de encontrar en aquella zona rural.
Con las heridas todavía por cicatrizar, el grupo de aventureros decidió dar un pequeño rodeo para evitar así un nuevo encuentro con los siempre juguetones grilios, pues quizás alguno no pudiera aguantar alguna de sus tradicionales bromas.
Durante la apacible travesía la mestiza se interesó por el estado del apuesto mercader y entabló con él una cordial conversación sobre lo que le había sucedido. Si recordaba algo del ritual de transformación al que le habían sometido, si sabía algo del halfling y del libro que habían encontrado, si le pertenecía algo de lo que habían encontrado, si sabía donde podía estar el segundo caballo, lo que notó cuando le pusieron el medallón y lo que notó cuando se lo quitaron... y ese tipo de cosas, para así tenerlo entretenido y que no sufriera tanto los dolores de la todavía reciente paliza que había recibido. Al que no le gustó nada esto fue a Lásar, que veía como era Lucius el que estaba recibiendo toda la atención de su querida mestiza. Si quería tener su atención de nuevo tendría que hacer algo....
La vuelta a la posada transcurrió sin incidentes y no tardaron mucho en avistarla . Elhäine nunca se había alegrado tanto de ver una construcción como aquella, hecha por la mano del hombre, en medio del bosque.
Animada por la invitación de la enana, Elhäine se dispuso también a entrar en la taberna, pero no con los mismo fines. Tenía curiosidad por saber si Marcius les estaría esperando o los habría dado por muertos.
- Lucius, teníamos una noche para rescatarte y han pasado tres ¿ Crees que tu padre seguirá en la posada esperando tu regreso o nos habrá dado por muertos a todos?
El camino de vuelta pasó a ser un pestiño. Estaba hecho una braga, Elhäine pasaba de mi culo y encima Lucius iba en Yedra en vez de ir yo. Todo iba de mal en peor... ¡pero qué diablos! Había muchas mujeres en el mundo y más con dinero en el bolsillo. Si la joven semielfa prefería amar a un chiquillo en vez de a un hombre, ella se lo perdía. Ya me reiría yo cuando Lucius la invitara a comer y en el plato le sirvieran animales que ella adoraba, jajajaja.
La jovialidad de la enana me devolvió a la realidad. Eso de la cerveza sonaba genial pero mi cuerpo no podía seguirla tan deprisa. Sni, snif, snif...
Oh, qué camino de espinas fue aquel regreso a la malhadada civilización. Por fortuna había suficiente agua por ahí, pero la deshidratación y la fiebre tenían al bárbaro consumido, de manera que su porte, antes sanote e hinchado de músculos, ahora parecía escuálido y triiiiste. Ojos hundidos, piel mate, pelo grasiento. Un asquete. Le pasaba como les pasa a los gatos cuando están enfermos: tan naturales y flexibles, y si se ponen malos da penita verlos.
Tampoco es que se quejara mucho, una vez le dieron algunos potingues que, se suponía, habrían de curarle. Tenía fe en estas cosas y, una vez había hecho todo lo que había que hacer, dejó en mano de sus fríos dioses el que se curara o se fuera al otro barrio.
Solamente le obsesionaba que, de morir, no lo hubiera hecho con la suficiente heroicidad y, por tanto, deslustrar el nombre de su raza y su pueblo. En las gestas no le daba a uno cagalera. No paraba de pensar cómo contaría las cosas a sus escribas (cuando, tras ser ladrón, pirata, mercenario y unas cuantas cosas más, terminara siendo rey de algún país), y discurría eufemismos que en su lengua quedaban muy elegantes, pero que tampoco sabía traducir bien al chapurreo raro que hablaban por aquí.
Y bien. Llegaron a la posada, pues. O, al menos, se la veía en lontananza.
Tenía que ir pensando en algún tipo de broche que cerrara toda la aventura.
A pesar de haber recobrado la consciencia, al hijo del mercader le resultaba casi imposible hablar sin tartamudear y era incapaz de recordar nada posterior a su traumático secuestro, tal vez debido a la magia de los har-çiinés pero muy probablemente debido al traumatismo craneoencefálico que Targax le había provocado. Era un milagro que siguierea con vida después de aquello.
Aunque se le veía acostumbrado a montar, Lucius no sabía qué había sido de su pobre caballo, no reconocía ninguna de vuestras pertenencias como propias y tampoco recordaba nada de ningún halfling durante su cautiverio. Había soñado que era rey y después había despertado dolorido y sediento en la guarida de los hombrecillos rodeado por vosotros, personas extrañas pero atentas que le asegurabais que ibais a llevarle con su padre.
En la posada fuisteis recibidos como auténticos héroes. Los posaderos se apresuraron a daros la bienvenida y a serviros un improvisado banquete cuyos gastos se ofreció apresuradamente a pagar el exultante Marcius Neldor.
El mercader todavía estaba demacrado y malherido tras su encuentro con los negros secuestradores, pero había comenzado a recobrarse gracias a los cuidados de Héctor, al descanso reparador y a la buena comida a lo largo de estos dos últimos días. Ya temía que ninguno de vosotros regresara con vida y la felicidad de reencontrarse con su hijo, al que creía perdido para siempre, compensaba con creces cualquier secuela que el joven hubiera sufrido durante su cautiverio; aunque os interrogó largamente sobre lo sucedido mientras disfrutabais de la cerveza y comíais a carrillos llenos.
Confiabais en poder llenar también los bolsillos pero os sentisteis algo decepcionados al recibir del agradecido mercader únicamente un pagaré firmado de su puño y letra por valor de doscientas monedas de oro para cada uno de vosotros. No llevaba encima tanto dinero como para pagaros lo prometido pero os aseguró que en cualquier pueblo o ciudad de la zona con recursos suficientes los lugareños os lo canjearían por el importe correspondiente. Si confiabais en su palabra o no, eso era ya cosa vuestra.
Sin duda alguna se habían quedado sin recompensa. Eso fastidiaba a la enana. De sentía estafada y aunque tuvo la tentación de aplastarle el cráneo de un puñetazo a ese fantoche, finalmente no lo hizo. Eso estropearía la fiesta y el banquete y no había para Dwama algo más sagrado que un banquete de y una fiesta.
Por suerte, aquella enana no era rencorosa y menos cuando había cerveza de por medio. Se guardó aquel papelajo firmado y se dispuso a seguir festejando.
Cerveza va y cerveza viene, Dwama reía, cantaba y danzaba. Ni cantaba demasiado bien, ni sabía bailar, pero eso no le impedía hacerlo de todos modos. Ya habían sufrido demasiado en las ruinas como para enfadarse por oro. Incluso acabó bailando abrazada al mercader y a su hijo un par de canciones.
Fuera como fuera, su abuelo Gralick Aliento de Ajo, estaría orgulloso de ella. Había hecho lo correcto, había salvado a un tipo y había desatado el caos haciendo correr la sangre entre los malvados.
Si... Puede que Dwama nunca recibiera el oro prometido, pero eso era lo de menos. Aquella enana buscaba historias. Buscaba historias que contar y que engrandecieran su leyenda y esa era la primera gran historia. Poco a poco se iría acercando a su legendario abuelo. Si, definitivamente Gralick estaría aplaudiendo a su nieta desde el más allá...
Una cena y un papelucho pintarrajeado es la recompensa que nos aguardan a nuestro regreso a la posada. Un estómago lleno y la promesa de conseguir una cantidad razonable de dinero en otra parte, suponiendo que los Neldor no se estén burlando de nosotros.
Hemos exterminado a una tribu entera, tal vez incluso una raza única cuyo mayor crimen fue robar un par de caballos y querer convertir a la fuerza a un ingrato mercader en su monarca. Ciertamente no creo que hayamos impartido demasiada justicia y no me siento particularmente orgulloso de lo que ha pasado. Si no hubiéramos intervenido ahora todo el mundo seguiría vivo, pero hemos optado por inclinar la balanza de la Naturaleza en favor de la Muerte, lo que significa que en los próximos meses no me quedará más remedio que intentar equilibrarla.
Todavía me cuesta creer que ninguno de nosotros perdiera la vida y especialmente mi Freyan después de la cuchillada mortal que recibió. ¿Cuántas veces más conseguiremos burlar de este modo al Destino? Eso es algo que prefiero no poner a prueba a menudo.
Por el momento me contento con esta pequeña victoria, rasco a mi loba detrás de las orejas y apuro la enésima jarra de cerveza que me sirven. A mi alrededor reina la camaradería y por una vez me permito relajarme. ¿Qué podría ir mal?
Entre pedorretas y calditos, Grob miraba con no disimulada envidia a los que festejaban al otro lado de la sala. Una manta sobre los hombros, cerca del fuego y un paño húmedo sobre la frente.
Más le valía al cabronazo ese que su palabra valiera más que el papel escrito. Creía en la palabra dada, y en escupir en la palma de la mano y apretarla como un machote (las mujeres de su pueblo también se comportaban como machotes, todo hay que decirlo), y si el menda ese creía necesario emborronar un papel, era que él no confiaba en ellos, y todo el lío resultante le hacía murmurar y mirar aquellos dibujicos que no sabía descifrar.
O sea, que como gesta, esta gesta no era muy allá. Los bardos no podían andar diciendo que le habían pagado con papelajos, pero bueh. Había que terminar las cosas como estaba mandado: besando a la chica. Total que, consciente de su cita con la Historia, hizo de tripas corazón y se acercó a la dama con quien más identificado se sentía. Y sin decir esta boca es mía, avisar o lo que fuera, le apretó un beso en to los morros a Dwama.
Y para que negarlo... A Dwama le gustó el ímpetu de aquel bárbaro. Qué todo hay que decirlo, era corto como la manga de un chaleco, pero estaba fuerte y era robusto y esperaba que así fuera en toda su anatomía, pues de esa forma podrían disfrutar de una velada memorable. ¡Eso que se llevarían ambos para el cuerpo! Y además, que para ser un humano, tampoco es que fuera de los más altos. Era un tipo más bien cuadrado, casi se podría decir de él que era enano, aunque le faltaba la barba y de andar entre los suyos mucho tiempo, igual le consideraban hasta enana.
- ¡Vaya con el cabeza hueca! - Exclamó Dwama a la cual se le habían sonrojado las mejillas.
Aunque se le habían sonrojado las mejillas, todo hacía indicar que no era por que se sintiera para nada avergonzada, no, no era rubor lo que sentía la enana, aunque su cuerpo hubiera reaccionado de aquella forma, lo que sentía en esos momentos la enana, no era otra cosa que ganas de estrujar el asunto al máximo. Iba a hacer que Gorb, Groc o Grob, como quiera que se llamara ese tipo, gritara hasta que las ventanas de la habitación estallaran en mil pedazos. Si... iba a hacer que lamentara aquel atrevimiento. Dwama iba a enseñarle a aquel norteño lo que significaba tener sexo con una enana. Perdería unos cuantos kilos en el intento, pero seguro que cuando despertase del coma, se sentiría satisfecho.
- ¡Pequeño, sígueme! - Y le agarró de la pechera tirando de él escaleras arriba. Sólo esperaba que las vigas que sujetaban el primer piso estuvieran en buen estado y no tuvieran carcoma, pues de lo contrario podían acabar cayendo al primer piso.
Ooooooooh... Debilitado como estaba por la enfermedad, Grob no pudo más que seguir la estela de su destino. ¿Era esto el tan cacareado amor? Sentía como vértigos y mareos, más no podía distinguirlos de su propia fiebre. ¿Era esto un sueño, o qué? Trastabilló escaleras arriba tras la dulce Dwama (dándose con la frente en la viga maestra, conforme subía), y tras algunos ruidosos prolegómenos, los que estaban abajo, pudieron comprobar cómo la vibración hacía que cayera el polvo que se había acumulado en las vigas, y conseguía sacar musicales acordes de la vajilla que había guardada en la alacena.
Por Grob, se puede poner un bonito: Fin. :)
PD: y Grob, en el momento cumbre, invoca la furia bárbara, pa que lo sepáis XDXD
Tras llegar a la posada comenzó una improvisada fiesta donde no faltó bebida ni comida. Todo a cargo de un exultante Marcius Neldor que , a pesar de sus heridas, derrochaba alegría , agradecido como nadie al grupo de aventureros que le había devuelto con vida a su hijo, un poco tartamudo, pero con vida al fin y al cabo. A parte del tremendo festín la prometida recompensa no se hizo esperar y el mercader cumplió la promesa de pagar a cada uno de los héroes , aunque no lo lo hizo con monedas. El pago fue un papel avalado por el nombre y firma del acreditado Marcius Neldor, reputado mercader de la zona. La idea no pareció gustar a la mayoría, pero sin embargo a Elhäine le parecía perfecto, porque a penas podía cargar con sus escasas pertenencias, como para añadir el peso de doscientas monedas de oro y eso suponiendo que lo pagara todo en oro...
Las cervezas y los platos de comida corrían por las mesas como conejos por el bosque. Eso le recordó a Elhäine el motivo por el que estaba allí. Recibió el aviso de Muchos lugareños que habían notado que el número de ejemplares de esta siempre abundante especie había descendido considerablemente Y les resultaba cada vez más complicado conseguir las piezas que necesitaban para alimentar a sus familias, cuando no hacía mucho, estos veloces roedores pululaban por los bosques de la zona como los pájaros por el cielo.
Después de aquella arriesgada aventura , la exploradora empezaría a investigar los motivos, aunque quizás sin ella saberlo, Gracias al éxito de la misión y el importante pago recibido por todos los miembros de la expedición de rescate, el probleama se solucionara solo...
Elhäine bebió con moderación, pues su cuerpo a penas podía soportar pequeñas cantidades de alcohol. La mestiza era una joven débil y delicada a pesar de su fuerte y explosivo carácter. La noche avanzaba y el ebrio estado de los presentes también. En un momento dado Grob y Dwana se fundieron en un enérgico beso que terminó con la pareja poniendo a prueba las paredes de una de las habitaciones y los cimientos de la posada. Sin duda iban a pasar una buena noche. Quién sabe si por envidia o porque le había cogido cariño debido al roce atendiendo sus heridas, la delgada exploradora le puso ojitos a Lásar, que parecía haberse dejado ganar la partida por Lucius, a pesar de que éste era incapaz de pronunciar más de tres palabras seguidas sin tartamudear, por lo que parecía menos atractivo de lo que su aspecto prometía
La comilona por el reencuentro fue bastante copiosa. Los comensales irradiaban alegría por los cuatro costados después de varias jarras de cerveza. El pobre Lucius apenas podía hablar tres palabras seguidas, regalo de nuestro querido druida. Dwama y Grob se fundieron en una apoteósica noche de caricias, besos y coitos salvajes. Bien que se lo merecían. Una gran sonrisa cubrió mi cara cuando Elhäine empezó a mirarme con ojos deseosos de amor. Sabía que haber pasado de ella en el camino atraería su atención hacia mí. Conocía muy bien a las mujeres y esta era una tierna joven en la flor de su juventud. Me levanté despacio y me dirijí hacia ella. Le tendí la mano para que me la cogiera y esperé su decisión.
-"¡Oh amada Elhäine! Subamos arriba y hagamos que esta noche sea mágica. Que las estrellas brillen en lo alto como nuestro amor brillará en la oscuridad del cuarto. Ven querida, subamos y experimentemos el cálido abrazo del amor."
Espero a que me responda la susodicha.
La respuesta de Lásar no tardó en llegar y la insinuante mirada de Elhäine tuvo su recompensa cuando el pícaro se acercó a ella y utilizando toda la palabrería romántica y cursi que su locuaz vocabulario le procuraba, tendió la mano a la mestiza para que ésta decidiera.
Elhäine se ruborizó, pues nunca nadie le había hablado de esa manera y menos para pedirle eso, para lo que la joven era muy reservada. Titubeó un instante, pero aprovechando que el resto de personas presentes, reían pendientes de las sonoras acometidas de la inesperada pareja de amantes que ya ejercía como tal salvajemente, se levantó con disimulo, tomó la mano del apuesto joven y con un gesto de complicidad y sigilo aceptó el atrevido ofrecimiento de Lásar.
La preciosa semielfa agarró mi mano con fuerza. Un tono rosáceo asomó a sus mejillas, un rubor que me encendia como una mecha. Con gracia y disimulo desaparecimos entre las sombras. La noche era nuestra e intentaría que la magia fluyera por todos lados. Justo antes de subir por la escalera eché un rápido vistazo a la sala y a los comensales que quedaban. Miré a Targax y a Héctor...
-Jajajajaja, ¿y por qué no?...
Desaparecimos de la vista de todos y corrimos hacia la habitación.
-Quién sabe... lo mismo sale de aquí una bonita historia de amor...