Partida Rol por web

Balas se olía aquel epílogo, un polvo maravilloso para acabar después encañonado mientras su polla ya flácida colgaba de cualquier manera no presagiaba nada bueno. Y así fue, en cuanto sus pies pisaron el ardiente asfalto no pudo evitar dar un respingo que hizo que sus nalgas se contrayesen, uno paso más y ya había recuperado su pantalón, un par más y parecía tenerlo todo pero atrás se mascaba ya la tragedia.

Ella no esperó, ni siquiera hizo el menor movimiento para vestirse, si no que aprovechó para situarse en la posición del conductor y aún desnuda cerró las puertas para a continuación arrancar el coche y pisar a fondo levantando una gran nube de polvo que cubrió por completo al Ángel. Estaba totalmente desnudo en medio de la nada, al menos no literalmente pero sí en el sentido figurado.

Y volver a las palmeras no era ya una opción...

No tardaron en llegar a la salida, allí cerca donde había muerto "El trapis" habían vuelto. Donde "El Filetes" les prohibió salir a falta de nuevas órdenes del "Masca" sin embargo todos ellos estaban muertos ya, y tanto el Conductor que manejaba diestramente el volante como el psíquico habían salido indemnes de aquello, al menos todo lo indemnes que pueden estar dos tipos después de todo lo vivido. 

Víctor aún recordaba la expresión de horror de Nixi instantes antes de morir. Para el Conductor era un día más, casi un día de libertad pues pronto volvía a hacerse a la carrera con unos cuantos litros más de combustible que le permitirían cruzarse la península de cabo a rabo. Algún sitio en el que mereciera la pena detenerse encontraría en medio de aquella maldita península en la que apenas había quedado un alma. Tal vez no estuvieran tan jodidos como en las palmeras en las que el día y la muerte eran las dos caras de la misma moneda.

Las dos puertas de chapa estaban abiertas de par en par y en el suelo había un par de cuerpos que alimentaban a un grupo de ratas gordísimas que se alejaron correteando en cuanto escucharon llegar al Silverado. Cruzaron aquella muralla a toda hostia.

Llevaban un rato deambulando por la carretera, un erial amarillento cubría la terrible estepa de la meseta en la que se situaban cuando de pronto todos advirtieron una silueta en la lejanía.

Los primeros que se fijaron eran los dos que iban en el vehículo, un pobre desgraciado situado en medio de la nada que caminaba por el margen de la carretera como si temiera ser atropellado por un vehículo. Un vagabundo de la carretera como ellos sólo que sin montura. 

Sin embargo pronto se dio cuenta también el Ángel al escuchar cómo se aproximaba a toda hostia el rugido de un vehículo. Había subestimado a la Zorra Peligrosa, sin embargo el precio que había pagado tal vez hubiera merecido la pena, sobre todo en cuanto reconoció aquel vehículo. Era posible que viviese para ver un día más.

Un día de mierda, como cualquier otro.

-FIN-