En tal caso, cuente con migo para lo que sea - vuelvo a hacer otra reverencia al maestro y me pongo firme, esperando ordenes.
Cuando el maestro se adentra en la escuela, Huang se vuelve a calar el gorro de paja
Fama, fortuna y mujeres...
Se mesa la barbilla y sonríe
¿Quien no querría ser un héroe?
- No defraudaré a la escuela. - Dice altivo, con una confiada sonrisa.
Asiento con una sonrisa y mirada de expectacion sin añadir una palabra
Ahhh.... - murmulla como si le hubiera revelado una de las Siete Verdades - ¡De acuerdo!
Obviando cualquier otra cosa, Tang esboza una amplia sonrisa.
-¿Heroes? Comento, a boca pequeña. Sí que deben estar desesperados por encontrarlos si me han llamado a mí, precisamente... No tengo ninguna motivación en convertirme en algo que no estoy destinado a ser. Una nueva calada, rascándome el mentón mientras tanto, mientras pienso en lo que sería más correcto... El viejo quiere que esté aquí, siempre hablando del destino, y esas cosas... Bufff... Qué pereza... En fin, probaremos a ver qué tal va la cosa... Sigh... Me levanto, tirando un poco de ceniza de la pipa al suelo. Tanta disciplina me molesta... Debería irme al bosque a corretear, ahí estaría más tranquilo...
Estais solos en la entrada con el portico abierto.
Os recuerdo que todos los maestros se fueron junto con el director.
Aparece correteando de un lado a otro, se para, os mira os gruñe y se vuelve a ir corriendo... Os deja algo intranquilos
Miro nervioso la zariguella y recojo mis bartulos y entro en la escuela
Entro en la escuela, al fin y al cabo, los malos augurios no siempre son de fiar, pero... mejor estaré atento a lo que pasa a mi al rededor, al menos, por si acaso.
Zaoh mira con indiferencia a la zarigüella, sin darle mayor importancia y entra a las escuela con sus bártulos.
Primero me tropiezo y ahora esto... en las mismas puertas del templo...
Niega intranquilo y se apresura a seguir a sus compañeros al interior del templo-escuela
Tang se emociona de sobremanera al ver a la zarigüella, despreocupándose por lo que pueda pasar al vociferar tal y como lo hace.
¡HEY! ¡HEY! ¡MIRAD QUE LINDA ZARIGÜELLA! ES TAAAAAAAAN MONAAAAA! - sus gritos se callan de repente cuando la chica se gira y ver que nadie atiende. Con una notable frustración, sigue al pequeño grupo, más fastidiada que avergonzada.
Al ver aparecer la zarigüella sonrío y me pongo en cuclillas, observándola detenidamente. Cuando se va yendo, contraigo las cuerdas vocales y emito un gruñido igual al que emitiría el animal. Verdaderamente no hay diferencia entre el sonido que sale de mi boca al que tendría si el animal lo hiciera. Observo, sonriente, aún, cómo se va marchando.