Partida Rol por web

-Sí, mucha. En realidad Cullen, el Comandante de las fuerzas de la Inquisición, prefiere que sus soldados entrenen a espada y escudo, porque es cómo luchan la mayoría de los instructores aquí. Por eso verás en la armería casi todo espadas y escudos. También espadas cortas, cuchillos, y dagas. -Asintió, y señaló fuera, por una de las ventanas que acababan de pasar. Vio el patio abajo, donde unos soldados estaban entrenando.

- Los soldados van uniformados, pero no te creas, hay muchos mercenarios aquí, y magos. Montones de magos. Luego están los arqueros, hay muy buenos tiradores. Como Varric y su ballesta, un arma única. Y también verás espadones a dos manos, como mi preciosidad, aunque no suelen ser llevados por soldados, claro. Los qunari, como Iron Bull, ellos suelen llevarlas. O mazas enanas, o hachas.

Se paró y se giró, mirándola. Casi se choca con ella, que iba muy cerca, siguiéndole.

-¿Conoces a Iron Bull? ¿A Varric? No me has dicho a quién conoces ya de aquí. - Hawke era un hombre imponente, musculado por el día a día. Y de mente ágil. Y verle allí delante, tan cerca, lo hacía sumamente atractivo. Sin embargo, lo que vio Eva en sus ojos, fue que él la encontraba atractiva a ella. -Ni... a quién has dejado allá. De donde sea que vienes. ¿Hay... un tipo que te espera...? Bueno, me refiero a uno especial. Para ti.

Atendí interesada a aquellas palabras sobre cómo solían enseñar allí a los soldados, hasta que una parte de mi cerebro se dio cuenta de algo.

- ¿ Desde cuando me interesan a mí los entrenamientos y las armas?

Claro, estos pensamientos me confundían un poco, pues cuando había empuñado la espada del hombre que me estaba contando todo aquello me había sentido realmente bien. Sí, estaba algo confusa.

- ¿ Qué es un qnuri? - Ya me estaba perdiendo con aquel cacho de la conversación. Eso sí, si seguía haciendo preguntas de este tipo seguro que iba a pasar de resultarle interesante a resultarle un bicho raro de mucho cuidado. De todas formas, me podía la curiosidad.

Me encogí de hombros cuando dijo aquello de conocer a gente.

- Conozco a unas cuantas personas, pero desde luego, creo que a bastantes menos que tú. - Sonreí, tratando de parecer tranquila ante mi afirmación. Escurriendo el bulto de nuevo como se podía.

Aquellas últimas palabra me pillaron por sorpresa.

- ¿ Me está preguntando si tengo novio? - Sonreí divertida, pensando en que seguía sorprendiéndome aquella manera de ser que tenía, tan directo. Imaginaba que era por lo que le había dicho que no me hacían falta florituras. - No, no tengo novio, parido, prometido ni nada que se le parezca. - Y no me gustan las mujeres tampoco. - Eso no lo dije pues pensando en la edad media igual eso era una especie de sacrilegio aquí y luego ya la liaba del todo. Me callé aquellos pensamientos.

La cara que se le quedó al bueno de Hawke a la pregunta de que qué era un qunari fue todo un poema. Pero posiblemente volvió a pensar que estaba ante otra broma de Eva, y empezaba a tomarle el pulso a su humor peculiar. El caso es que esa misma cara se alegró de golpe, y sin asomo de duda, cuando ella dijo que no, que no había nadie importante en su vida.

-Bien, bien. No me gustaría estar intentando conquistar un bastión que ya tuviera un Señor legítimo. ¿Sabes?, no me gusta entrometerme en los asuntos de nadie, a menos de que ese nadie me lo pida de algún modo, o que sea libre como el viento. Puede que hayas pensado que soy demasiado directo, porque está claro que tú no pides ser conquistada, por lo que me alegro de que, en cambio, sí seas libre como el viento.

Mientras Hawke hablaba llegaron abajo, al patio de armas donde estaban entrenando los soldados que habían visto por la ventana. El aire era limpio y helado, y el cielo de la mañana lucía despejado.

-Ahí delante está la armería. Y más allá, en esa esquina del otro edificio, la taberna. ¿Qué prefieres, desayunar primero y pasarnos después a que te muestre las armas, o al revés...?

Habían intentado ligar conmigo muchas veces. Puede que no fuera la mujer más despampanante del mundo y que muchas veces resultase un poco más brusca de la cuenta, pero tampoco acostumbraba a ser la más fea de la fiesta, así que siempre había alguien interesado en aburrirme hasta la saciedad y hacer que me fuera a casa. Había escuchado frases para ligar de todo tipo, incluso una vez me tocó uno que era cirujano y lo único que se le ocurrió contarme fue una operación que había hecho aquella misma mañana con todo lujo de detalles, pero claro... esta era la primera vez que me decían algo así como que era un bastión sin señor legítimo.

- Si algo agradezco es que no se anden por las ramas, aunque he de decir que me desconciertas un poco. - Se me escapó una carcajada al decir aquello, pero seguro que por mi cara sabía que me estaba riendo de la situación y no de él.

Al escuchar su pregunta sobre qué prefería primero decidí que mejor sería ir a desayunar, así podría decirle ya de una vez que no era una guerrera, seguro que luego ya no le parecía tan interesante.

- De momento mi estómago dice que gana eso del desayuno.

Me llevé la mano al lugar indicado.

-¿Que YO te desconcierto... a TI...?

La frase se acompañó igualmente de una carcajada que hizo que hasta los soldados que entrenaban se giraran a mirar. Y, a continuación, a murmurar entre sí señalando a la pareja, sin disimulo. O a Hawke, porque se escuchó, entre palabras sueltas, "Campeón", "legendario", "guerrero", y otros adjetivos dichos con admiración.

Pero él no pareció enterarse, siguió adelante, hasta lo que, según indicaba un cartel en la puerta de madera, era el "Herald's Rest". A su lado, una banderola mostraba una imagen que, en una taberna, resultaba... perturbadora.

-Pues prepara tu estómago, señorita, porque vamos a llenarlo.

Sin dejar de mirarla él empujó la puerta, y entraron.