Levanto la espada y me subo a un salto a una roca cercana.
-¡ Los Ciervos reclamamos la victoria!, ¡somos aliados de los!.. eh...- señalo a los del bando que hemos decidido apoyar- ¡de ellos!- me dirijo a los otros- ¡TIRAR LAS ARMAS Y OS PERDONAREMOS LA VIDA!
Hago una señal a mis caballeros que ya supongo que estarán los diez, para que se reunan conmigo a los pies de la protuberancia, es el golpe de efecto que necesito ahora. buenos caballos y buenas armaduras, se que esta gente aprecia el metal más que nada.
La mayor parte de los hombres de tu "nuevo grupo", te miran levantando sus armas, en señal de apoyo.
Mas de la mitad de tus enemigos tiran sus armas al suelo y, aprovechando el momento, tus nuevos amigos se lanzan a por ellos, gritándoles cosas en su idioma bárbaro.
Por lo que puedes ver no les parece nada bien que un guerrero tire sus armas y se rinda en un combate.
Me importa tres cojones sus costumbres, si se corre la voz que los que se rindan serán perdonados, no lucharan hasta la muerte porque saben que rindiéndose se salvarían. Así que no lo permitiré. Ordeno a mis hombres que protejan a los que se están rindiendo.
Yo hago lo propio para calmar. Que los mantengan juntos y alejados de los vencedores, a los que no tardo por preguntar por su jefe, ya que quiero entrevistarme con él. Si hay vino mejor, y si no tiene ya saco yo el mío.
Los salvajes de tu "tribu" parecen poco dispuestos a no acabar con sus enemigos rendidos pero, tras tus órdenes y tus provocadoras espadas, deciden pararse. Salvo una alta mujer que continúa machacando la cabeza de un enemigo, ya muerto, con un trozo de madera astillado y roto. Parece que no se atreve a dar muerte a más de sus enemigos pero que no está demasiado de acuerdo con eso de no poder matar a sus cobardes contrincantes.
Me acerco a ella con las espadas desenvainadas, no voy a permitir ni un ápice de desorden o todo mi reputación se irá por el retrete.
- Eso también va por las mujeres- envaino la daga de defensa mientras levanto la otra y la apunto mientras sigo acercándome- estate quieta coño, que ya está muerto.
Me detengo a un paso de ella y hago un gesto con la espada indicando que suelte el palo de una puñetera vez mientras ladeo la cabeza.
- ¿Quien es vuestro lider?, quiero compartir bebida con él- de toda la vida eso es un gesto de amistad, en casi todas las culturas.
Leí lo de tu látigo cuando estaba en mi casa desnudo. has latigueado a un hombre grande desnudo, que lo sepas.
La mujer, con el palo completamente destrozado, te mira de arriba a abajo. Su rostro y pecho descubierto están manchados de arriba a abajo con gotas de sangre y algunas partículas más consistentes, partes de cerebro seguramente.
Tras asentir con la cabeza la bárbara señala a uno de los cadáveres, el de un hombre fuerte y muy alto, aunque su cráneo y rostro están totalmente deformados, seguramente víctimas de una maza o algo similar.
Pregúntele si quiere beber algo pero creo que por hoy ha tenido más que suficiente.
Debajo de la mascara encarno una ceja.
- Bien, pasemos al segundo al mando- envaino mi espada, y me giro a mis compañeros- atad a los prisioneros entre si y a los caballos, nos los llevamos- me vuelvo a girar a la amazona- tengo cosas que discutir y no soy muy paciente desgraciadamente. Tengo una oferta que hacer a alguien que esté en opciones de aceptarla o rechazarla. Me temo que la guerra está llegando al valle.
Tamborileo con mis dedos sobre mis brazos cruzados.
¿Segundo al mando?¿que piensas que somos?¿caballeros de la reina?-te responde la mujer, enojada -habla con toda nuestra tribu lo que tengas que decir, déjanos tranquilos o trata de matarnos, tu sabrás.
Aunque parece que tus actos los han detenido aún siguen siendo cinco o seis salvajes por cada uno de vosotros.
Enfundo la espada. y me froto las sienes.
Venga no me jodas, ¿cada vez que quiera decir algo tendremos que reunirnos todos?, por esta vez pase, pero procura que elijan a uno nuevo rápido, la guerra se acerca, y quiero que os unáis a mí. Hay Oro para poder comprar armas de acero- señalo a los capturados- ellos también están bajo mi... coordinación- buscaba una palabra mejor- busco aliados por todas las montañas y unirnos en una gran hueste. No quiero obligar a nadie. Todo va a cambiar en el valle y espero que estéis en el lado ganador. Nunca he perdido un combate. Una vez todo acabe volveréis mas fuertes y mejor armados que antes.
¿Oro, armas y guerra? Me apunto, por lo menos yo -te contesta la mujer. Otros bárbaros parecen asentir a tu propuesta, aunque con cierta timidez y falta de interés en el caso de algunos. Sin embargo parece un buen comienzo, ya tienes a algunos salvajes que te apoyan. Lo que no sabes es por cuanto tiempo.
Assa, damos por terminada la escena. Si quieres escribir un post final eres libre.