Partida Rol por web

Prrrriii - El ojo biónico de YengHa reguló el objetivo para empezar a grabar. - De igual forma que pueden grabarme, yo puedo disponer de esa grabación. Lo que no creo que sea lícito es requisar mi espada.

El susodicho Hao recogió un cigarro arrugado de su bolsillo y lo encendió provocando una exagerada vaharada de humo - Dale la puta espada a la samurai esta. - El allegado de Hao ya había recogido las pertenencias de ella y se las ofrecía. Yeng Ha tomó su espada y la acomodó en su uniforme. - Ya tienes la espada, ahora largo, no quiero ponerme a hacer copias de los videos - Dijo señalando tras de sí a la sala de cámaras - Si quieres tu grabación cumplimenta la solicitud9 de derechos de imagen y en unos días recibirás tu respuesta.

YengHa asintió, y el tipo entró de nuevo en la sala de cámaras seguido de su allegado para rebuscar entre sus papeles los malditos documentos de solicitud. Esta vez la puerta de la sala de cámaras se cerró y el pestillo se deslizó sonoramente en el marco de la puerta quedando los tres atrapados.

En realidad no tengo tiempo para el formulario y no me interesa tanto mi grabación, hace unos días abusaron de una chica en la planta43, y el vídeo - Dijo mirando a la sala de cámaras donde evidentemente había estado la prueba irrefutable y donde se había modificado el archivo -  Debe seguir por aquí. Así que le pido señor Hao, que colabore activamente, me de la grabación de dicha violación, me diga quien le hizo cambiar los archivos, y desaparezca de Hanoi por un tiempo

Hao no entendía exáctamente qué estaba pasando, tenía un carácter irascible y poco paciente - Échala de mi oficina ahora mismo - A lo que el guardia de seguridad se echó con cierta violencia sobre Yeng con tal de inmovilizarla contra la pared.

La samurai había dado su palabra de no desenvainar su arma en este edificio así que wakizashi en vaina se lanzó con celeridad a por el guardia de seguridad, pretendiendo golpearle con el arma envainada en el cuello* con tal de dejarle KO, en un movimiento de neoBushido

De un golpe seco y marcial, el que parecía tener más rango de todos fue lanzado al otro lado de la sala. Aquel aparatoso impacto provocó que su arma (una pistola de bajo calibre pero efectiva a distancias cortas) se perdiese bajo uno de los innumerables estantes de aquella caótica sala que había convertido en su despacho.

Entonces rápidamente la joven Ha se revolvió esperando un contraataque de quien la había llevado a aquel rincón. Más aquella cata puesta en práctica había sido más que suficiente para él, de un plumazo cualquier gana de pelea que pudiera tener había sido borrada.

—¿Qué vídeo quieres, el de tu espada o el de la violación? —Preguntó mientras levantaba las manos de manera temblorosa. Estaba claro que en la agencia de seguridad GSI no contrataban a los más hábiles ni los más espabilados.

Yeng-Ha avanzó hacia el guardia de seguridad - El de la violación... de la chica en el piso cuarenta y tres... Sabes de cual te hablo, ¿Verdad? 

El guardia asintió tembloroso - Ss-sí - Afirmó corriendo a darle la copia de aquel video. Seguramente el pobre lacayo no supiera las consecuencias que podría tener para ellos revelar a los culpables de aquello. Probablemente unos mafiosos clientes del bufete de abogados... ¿Pero qué iba a saber el guardia del hall? Tan solo que su jefe había recibido una mordida por modificar unos videos.

Es posible que lo tengais codificado. Descodifícalo para poder tener el original - El guardia quiso echar un vistazo a su jefe pero Yeng Ha se movió caminando, interponiéndose en la línea de visión, a tres palmos de él con semblante serio - Por favor.

Mientras el tipo pasaba el archivo por las pantallas y se disponía a deshacer las modificaciones sobre la imagen Yeng le preguntó, ¿Qué pasó con esta chica? El tipo, no dió demasiados detalles y YengHa no se los pidió. Con que terminara de dejar el archivo limpio lo antes posible le bastaba. - El jefe nos ordenó que modificáramos el video. Solo era una chica y el jefe nos daba un plus, además colaboraba el bufete así que no teníamos nada que perder

Yeng Ha recogió el disco de archivo cuando vió que pasaba los documentos y él se disponía a extraerlo. - ¿Mi espada? - Estaba allí, sobre la mesa del jefe, no obstante a oscuras no la hubiera visto si el guardia de seguridad no la hubiera cogido para dársela - Ahora bien. ¿Conoces la iglesia del Neobushido?

El guardia de seguridad asintió provocando una sorpresa en YengHa que levantó sus poco pobladas cejas escuchando la explicación del guardia - Mi madre trabajaba en unas naves de las afueras haciendo pelo sintético y unos matones les atacaron, el dueño de la nave era un seguidor del neobushido... un plebeyo creo que les llamais, y tenía a un neobushi que protegía su negocio y pudo echar a aquellos tipos de allí.

Bien, pues si teneis problemas, ya sabrás lo que tienes que hacer. - Señaló el mon de su hombro, el loto amarillo

Había juzgado a éstas personas, guardias de seguridad que se movían a intereses de otros solo por dinero, como unos cobardes y unos oportunistas que venderían los zapatos de su madre sin pensar que ésta mañana los pudiera necesitar. Vividores del día a día, sin embargo los trató con toda la paciencia del mundo, y además les ofreció la oportunidad de redimirse. Aquel tipo por suerte, además, conocía los fundamentos de como funcionaba la iglesia del Neobushido, así que si un día él y su cuadrilla decidían comportarse como se exigía de sus profesiones Yeng podría perdonarles y aceptarles.

Con el archivo en sus manos se preparó para salir con paso ligero del edificio, esperaba haber causado en aquel tipo temor y aceptación por partes iguales para que no diera la voz de alarma frente a una chica que hacía lo correcto en una ciudad en la que lo correcto hace  tiempo que era la más impopular de las opciones. Pero por si se daba el peor de los casos, estaba preparada para huir.

Atrás quedó un tipo más patidifuso que otra cosa, con un corazón dividido entre su sentido del deber que le permitía conseguir creds para poder sobrevivir cada día en Hanoi, y aquella fe que hasta aquel momento no era más que una pequeña sombra, sin embargo con el encuentro adquiría otra dimensión. Y todo por ayudar a una joven que merecía justicia.

Los pasos de la joven Yeng Ha, acabaron por llevarla allí donde antes había hablado con el agente de policía. Le había hecho una promesa a los pies de la torre que acababa de abandonar y había cumplido con creces. No eran necesarias muchas palabras para contarlo que allí había sucedido, apenas un gesto al que siguió un intercambio de datos que se transmitieron con un movimiento hasta que un pitido en el intercomunicador del madero confirmó que la información había llegado.

La mirada de sorpresa del agente era todo un regalo para la joven. Era la confirmación de la misión por la que según contaban las crónicas, nació el Bushido y que el Culto del NeoBushido en muchas ocasiones olvidaba.

—Si esto es lo que creo que es... —Dijo finalmente tras rehacerse por un momento—. La comisaría de este área está en deuda contigo. Porque sois la gente como tú los que dais valor a esta sociedad y las que hacen que aún merezca la pena luchar por esta —indicó con el pulgar a su placa como subrayando sus palabras—. Dime qué puedo hacer por ti en el futuro, y será una realidad.

—Y ahora si me disculpas... Voy a darle la buena noticia a Chin, pronto podrá ver a su madre.

Yeng se tomó un tiempo para caminar por las calles de baldosas mal puestas, sus pasos le llevaron hasta un pequeño canal de agua sobre el que cruzaba un coqueto puente de adornos esculpidos. Desgastados por la humedad y el musgo. Se apoyó allí observando las aguas verdes e impenetrables y creyó ver un anfibio sumergirse. La llovizna de las primeras horas nocturnas empezó a caer como velo y tras unos momentos repasando lo que había sucedido hoy...

El recibimiento suspicaz en el hall, los guardias de la torre, el chupatintas estúpido que no esperaba ayudar a alguien como Yeng y un jefe de seguridad que, a pesar de haber cometido un terrible crimen como fue el modificar las pruebas, tal vez lo hubiera hecho solo arrastrado por la ola de corrupción y el dinero, quizá la cárcel lo devuelva al buen camino o lo termine de destruir.

Algo húmeda y sudorosa por el agobiante calor de Hanoi siguió su camino y se detuvo en uno de las docenas de puestos de comida que con la caída del sol se habían colocado alrededor de una de las calles principales donde, debido a la gente que salía, ahora sin temor al calor sofocante, entorpecían el tráfico que se amontonaba irremediablemente como trastos abandonados y ruidosos.

Tomó unas bolas de pulpo y un cucurucho de saltamontes, cuando se lo hubo acabado y aún en el camino cogió una sopa que se detuvo a comer y luego limpió a conciencia sus encías con un palillo.... ¡Un palillo! Hanoi debía ser la única ciudad en la que tu brazo se descompone en mil cuchillas capaces de preparar sashimi en segundos y aún usan un palillo para limpiarse la boca. Los avances tecnológicos avanzan hacia donde hay más demanda, y nadie iba a gastarse en traer ciberimplantes baratos para que toda la población gozara de una buena higiene dental

De todas formas, Yeng no se pondría un implante dental.... le gustaba el áspero tacto del palillo contra las encías y disfrutaba con aquellos precisos y armoniosos movimientos de limpieza con un recorrido casi ritual y ceremonial.

Se paseó por aquella concurrida calle, la gente le abría paso al ver su atuendo religioso, dentro de escepticismo siempre existe un respeto hacia la figura religiosa aunque Yeng se apenaba que allí nadie le fuera saludando y solamente apartaran la mirada... no en vano, les consideraba plebeyos.

En algún garito situado en el Ensanche de Hanoi, algunas semanas después...

Pasaron los días y con ellos las semanas.

La rutina se asentó en la vida de Ha, únicamente interrumpida por el recuerdo de los acontecimientos que sucedieron en la torre: la historia de una injusticia y del cómo ella, con ayuda del Neobushido, logró dar a las víctimas los medios para hacer que los culpables expiasen sus pecados.

Cada vez que salía aquel acontecimiento en los medios, volvían los recuerdos y con ello la satisfacción se dibujaba en el rostro de la Buscadora recordando cómo logró todo aquello sola, y además por el camino había difundido las enseñanzas de su fe. El escarnio al que se vieron sometidos aquellos abogados sin escrúpulos no tuvo límites, incluso en algún desplazamiento hacia la sala de audiencias fueron agredidos por el violento tumulto de una población civil hastiada por la injusticia que vivían a diario. Todo y cada gesto era convertido en noticias que llenaban noticieros que se alimentaban del morbo, la larga lista de clientes que tenían también se vio arrastrada a aquel escándalo como si fuesen no sólo instigadores de aquel escándalo, si no los propios autores. Inevitablemente los buitres de los medios acabaron por salpicar con sus noticias a Chin y a su madre.

De pronto, un día la noticia dejó de serlo para verse desplazada por otros sucesos que desafortunadamente eran la tónica habitual en el país. La mayoría eran muertes con violencia que de vez en cuando iban teniendo lugar para recordar a todos los habitantes que no estaban a salvo.

El gobierno estaba en manos de unos ineptos que creían que implantando algo parecido a un estado de sitio todos se plegarían ante éstos, y las mafias respondían con su propia ley de Talión. En ese momento la proyección holográfica que flotaba cerca de Yeng Ha hablaba de un reciente asesinato producido en la cercana región de Sapa por el cual un inmigrante japonés de apellido Akiyama había fallecido en lo que parecía tener la firma de un ajuste de cuentas, sin embargo cuando empezaban a hablar de los detalles de aquel suceso, dos tipos se sentaron. Cada uno a un lado de la joven.

—Yeng Ha... —Dijo el que había optado por el asiento de la izquierda, entonces presionó la interfaz de la barra para pedir tres Bia Saigón Especial—. Deja que te invite a una cerveza.

Si Ha se hubiera fijado en el segundo, creyendo que pensaba emboscarla podría certificar que simplemente estaba ahí como apoyo del primero. Para confirmar que si las cosas se ponían negras, enseguida las blanquearían. Antes de que pudiera fijarse en más, el que habló volvió a abrir la boca:

—Nuestro cliente está agradecido por lo que hiciste hace unas semanas. Escoria esos abogados, hace 24 horas les encontraron colgados en su celda. Sin embargo no hablan de eso las ratas de la prensa, ¿no? ¡Oye! —Dijo entonces señalando a la cerveza que acababan de ponerla delante—. ¿No bebes? Estamos entre amigos, o al menos entre socios de negocios...

Apuró entonces un largo trago a su bebida, sin embargo su compañero no se distraía cuando el primero lo hacía. Estaban perfectamente sincronizados.

—Lo que te venía contando, está agradecido pero también le has tocado los cojones. Ese asunto les ha salpicado y afectado a sus intereses, así que consideran que deberías compensarlo... Tenemos un negocio, un tema de nada, pero viendo tus... Inclinaciones justicieras consideró nuestro cliente que os interesaría. Un tema que pondría no sólo Hanoi si no a todo el maldito sudeste asiático en jaque. 

Miró entonces en derredor como si quisiera escenificar lo que significaba todo el maldito sudeste asiático: vietnamitas y turistas borrachos en aquel garito. Casi un chiste.

—Sólo hemos venido a notificarte la invitación, los detalles los sabrás en la reunión. —Subrayó esperando una confirmación de su interlocutora.

Yeng Ha asintió y tomó la bebida encarándose a su interlocutor. Lanzó una mirada rápida y desaprobatoria al matón que le quedaba a la espalda, por si quería corregir su comportamiento y ponerse enfrente o le importaba una mierda las normas de cortesía y se mantenía tras Yeng. Dió un par de sorbos, el alcohol no le sentaba nada bien, pero no le gustaba ser maleducada así que prácticamente jugueteó con la botella tomando lo justo para no parecer maleducada.

Escuchó todo cuanto tenían que decir mientras sus pensamientos bailaban de un lado para otro como mecidos por una saloma

¿Así que ya han liquidado a los abogados? Al menos no la han tomado con los guardias de seguridad que le dieron los videos a YengHa, quizá salieran de la ciudad dejando a los abogados con el culo al aire frente a la mafia vietnamita. Ahora le proponían trabajar para el capo según ellos "un trabajo adecuado a sus inclinaciones religiosas". ¿Podría realmente un mafioso ser capaz de ofrecer un beneficio a la sociedad? YengHa era una prejuiciosa, y no creía que en ninguno de los casos ese tipo pudiera ser beneficioso para nadie.

Por fin, y dando el último sorbo de la cerveza para apoyarla sobre la barra unió sus manos entre sus piernas con una sosegada sonrisa -  Aún espero escuchar el nombre de quien, supuestamente, será mi anfitrión

Y otra preguntita, ya que estamos entre amigos o al menos entre socios

¿Conocías a los matones que aparecían en el video? ¿Quién ha ocupado el nuevo puesto que han dejado?

No creo que sea de mi interés las propuestas de tu jefe, pero si debo compensar un agravio es mi deber acudir y escuchar su propuesta.

—No sé si crees que somos idiotas que soltamos todo a la primera pregunta —contestó apurando otro largo trago a su cerveza—. Pero si eres lo suficientemente necia como para no sentirte intimidada... Te diré que se mueven por El Lago.

El Lago... En Hanoi había varios lagos pero con ese apelativo sólo se identificaba al Hoàn Kiếm y por extensión a todo el distrito homónimo donde proliferaban las edificaciones más lujosas de la ciudad. El maldito centro financiero monopolizado por las corporaciones.

—Lo pillas, ¿no? Les has jodido y no creo que tengas muchas opciones, pero nosotros somos sólo los de la invitación. —Quiso decir de manera tranquilizadora apurando su botella hasta dejarla totalmente vacía, entonces extrajo una interfaz que acabó proyectando un holograma con los datos de la cita.

—Tengo aquí los datos, supongo que tienes intercomunicador con servicio de recepción de datos. —Preguntó pidiendo confirmación antes de mandar los datos a Yeng Ha.

YengHa acercó su intercomunicador - Ya acepté la invitación en el momento en que pregunté por el nombre de mi anfitrión.

Yeng recogió los datos y les echó un vistazo rápido, ya miraría los pormenores más tarde. Acudiría al templo a pensar en qué debía hacer. Echó otro vistazo al tipo, no parecía tener ningún rasgo distintivo, cicatrices ni tatuajes, ni ciberimplantes visibles. -Acudiré por supuesto. Tan solo era - Dió un sorbo a su botella aún por la mitad - Que me gustaría llevar la entrevista de trabajo preparada - Guiñó un ojo - No es bonito que te pillen por sorpresa y darte cuenta que luego no vas a valer para la faena.

Se giró sobre el asiento para mirar al matón que tenía detrás. - Supongo que ya sabeis como funciona el Neobushido, y sabreis que soy una miembro de la iglesia. Con esto lo que quiero decir, es que no tuve intención de joder los negocios a nadie, y espero poder excusarme delante de quien haya podido estorbar. - Colocó las manos en sus muslos esta vez de espaldas a la barra - ¿Alguna cosa más que añadir?

Sonrió el tipo antes de levantarse.

—Nada más, pasa un buen día. —Contestó a modo de despedida dejándola sola, pues a él le siguió su perro faldero tras dedicar una breve mirada a quién le había predicado el NeoBushido.

Atrás quedó la joven Ha con la incertidumbre de lo que la depararía el día siguiente, de fondo sonaba una conocida sintonía de una canción de principios de siglo... 

https://youtu.be/8sgycukafqQ

Me gustaría llegar al Teogonista de mi Orden, y acudir a la comisaria, ambas para información

Y por último me gustaría entrar al velo, para  conocerlo puesto que no lo conozco al no haber jugado cyberpunk, en este último caso necesitaría que me llevaras de la manita para presentármelo.

¿Por donde me recomiendas empezar?