Griselda se permitió vanagloriarse un poco por el comentario de Silveria, pero luego volvió de nuevo a la realidad, y se dirigió a Beroni.
- Si no han sido luminosos, y alguien que me adore... La pequeña Dévona no se haría eso a sí misma, y desde luego que me quiere bastante. De resto, ¿quién nos queda? - Fue mirando uno a uno mientras los nombraba - Leona y yo somos buenísimas amigas, casi íntimas, pero no es adoración. Fígaro... Bueno, ya lo véis. Se quedó frito mientras hablábamos. Bocanegra dudo muchísimo que adore a alguien que no lleve anillos de oro. Hermes y Tuerca ni siquiera tienen idea de algo que no sea jugar y ordeñar gallinas, y a Venace le adoro yo, y siento una vaga admiración por él, pero nada más. Así que Beroni, tuviste que ser tú, porque Silveria es absurdo qu... - Pero al mirarla, sintió un escalofrío. - Tú... Me adoras. Y eres Oscura... - Se llevó las manos a la boca en un gesto trágico. - Y... Eres la que leía la bola, así que pudiste... Oh, no. Silveria, dime que no... Yo confío poquísimo en tí, lo sabes, pero...
Estaba a punto de llorar.
La sluagh abrió sus ojos desmesuradamente ante la acusación de Griselda.
- ¿Cómo...? - fue lo único que de su boca desdentada logró salir. - Traed a alguien de otro feudo que pueda verlo entonces... si no os fiáis de mi... ¿De verdad crees que yo... ?
Miró a Venace, pero este parecía impasible ante sus lloriqueos, y Beroni parecía aliviado de que le estuvieran quitando cargos de encima.
- ¿Venace...?
El troll no se dejó llevar por las lágrimas de cocodrilo de la sluagh. Para él la más importante era Dévona y todos los demás podían ser traidores perfectamente. No se planteó la posibilidad de que Beroni fuera culpable porque, a fin de cuentas era un boggan. Frente a aquel dilema las de perder las llevaba la sluagh, que podía ocultar sus pruebas tranquilamente. Pero resultaba estúpido que se hubiera delatado de forma tan inconsciente.
Avanzó un par de pasos hasta situarse delante de ella y la cogió del brazo.
- Lo siento, Silveria. - murmuró antes de casi arrastrarla hacia la parte baja. - Griselda, espérame en el despacho. Ahora hablamos.
La sluagh le digió una melancólica mirada a la pooka a la que había considerado su amiga...
Griselda se desesperó y se asomó a las escaleras.
- ¡Tranquila, Silveria! ¡Estoy segura de que no eres inocente! ¡Verás como... verás como lo resolvemos todo! - Unas pesadas lágrimas cayeron por sus mejillas. Se la llevaban por su bocaza de pajarraco. - ¡Tranquila, yo...!
Gimió de tristeza y se metió en el despacho, cerrándole la puerta en las narices a Beroni. Comenzó a dar círculos por la habitación, intranquila, abriendo y cerrando la cola, y llorando. No sabía qué hacer... Pero seguro que Silveria no... Demonios.
Venace tardó bastante rato en volver. En cierto momento Leona se asomó a la habitación y pidió disculpas volviendo a cerrar la puerta de inmediato sin dar explicaciones. Pasó casi más de media hora en la que Griselda pudo reflexionar sobre la acusación que había hecho.
Visto objetivamente Beroni no sería capaz ni de dañar a una mosca. Pero Silveria era una sluagh, y esos changelings eran retorcidos como ellos solos. Pero era su mentora, y le había profesado siempre un amor y una adoración incalculables, luchando por sus sueño. A demás, ¿qué necesidad tenía de armas todo aquello cuando iban a lograr el Éxtasis? ¿Qué pretendía? Eso era lo más desconcertante de todo.
- ¿Griselda?
La voz del troll la despertó. Se había quedado dormida sin querer en la silla. Venace le dirigió una triste sonrisa antes de sentarse al otro lado de la mesa. Suspiró largamente y clavó sus ojos marrones en la pooka.
- Quiero que me digas qué opinas tu. Si de verdad crees que Silveria podría haber hecho eso.
Griselda suspiró, y miró al suelo. Pero cuando levantó la cara, parecía más serena, y más sabia.
- No lo creo, Venace. Realmente no creo que haya ningún culpable claro. Algo se nos escapa. Silveria es incapaz de hacer todo esto, en principio, porque es ridículo que se autoinculpe, y porque no tendría ningún motivo para atacar a Dévona. Es más, adora a esa niña, y estaba dispuestísima a ayudarnos con el Éxtasis. Beroni... Por Dios Santo, es un boggan. No mataría una mosca. No, Venace... Hay algo en lo que no reparamos... Oliver no creo que tampoco sea el culpable. - Carraspeó. - Esto sé que va a sonar típico, pero creo que Cassia de alguna manera se está guardando las espaldas. Es la única capaz de hacer algo así para desestabilizarnos. O eso, o hay un gran traidor aquí dentro. No lo sé... No sé qué más podemos hacer...
Hundió su cabeza en las manos. No entendía nada. Todo era tan confuso...
Gasto 1 FdV para no mentir.
El troll suspiró y enterró el rostro entre las manos después de escuchar a Griselda, imitándola. Después se levantó y se acercó a ella pasándole una mano por la espalda.
- Si tu te encuentras perdida imagínate yo, que tengo a mis espaldas el peso y la responsabilidad de encontrar al culpable y poner a salvo al resto. Quizás si tengas razón y debería hablar con Cassia seriamente. Pero no sé, sigue siendo luminosa. No pondría en peligro la vida de una niña tan a la ligera, igual que Beroni. Pero eso nos deja a Silveria y tanto tu como yo sabemos que es una chica lista y que te adora. Pero quizás no nos quiera tanto a los demás. Espero que comprendas mi necesidad de tenerla encerrada…
Lo cierto es que era una decisión muy dura, igual que la de Oliver. A este paso Venace tenía la sensación de que acabaría encerrando a medio feudo antes de dar con una pista razonable.
- Si Cassia es culpable debería tener aliado. ¿Se te ocurre una buena baza?
Griselda enarcó una ceja, y se levantó, mirando esperanzada a Venace. Cómo no se le había ocurrido antes...
- Piensa en el único Changeling de este Feudo que vendería a su madre por una parte de poder y gloria. Al fin y al cabo, él estaba usando la espada antes de Dévona, y pudo dar el cambiazo.
La Pooka le cogió de la mano y la estrechó.
- Exacto. Bocanegra, nuestro querido Eshu.
Venace entrecerró los ojos analizando lo que había dicho la pooka para no malinterpretar nada.
- Si, tiene sentido… No había caído en la cuenta de ello. Aunque Bocanegra no es especialmente retorcido. Pero él y Cassia si que se detestan, son como la antítesis en distintos linajes. ¿Crees que puede ser una tapadera?
Griselda asintió.
- Rápidamente lo sea. Fingiéndose odio e indiferencia es como mejor podríamos creerles. - La Pooka se quedó pensativa. - Pero lo que menos me preocupa es... Según Silveria, las cartas le dijeron que era alguien Oscuro y que me adoraba. ¿Eso significa que Bocablanca me ama?
No podía evitarlo. Al fin y al cabo, era una pava.
El troll asintió dubitativo al principio, pero parecía que las palabras de la pooka le convencían. Mas, cuando nombró lo del "amor" torció el gesto casi como si hubiera contado un chiste. No podía imaginarse al redcap profesándole amor eterno a la pooka, ni si quiera mostrándole una pizca de cariño. Era extraño.
- Quizás no sea... amor. Tal vez admiración a secas, o algo así.
Venace se sentó encima del escritorio.
- Puede que mienta Silveria. O puede que la presión no le dejara ver bien los augurios. La verdad es que no me gustan mucho las cosas de adivinación... No puedes juzgar a alguien solo porque otra persona lo ha dicho. Se necesitan pruebas, pruebas sólidas. Por lo tanto también necesitamos pruebas sólidas contra Bocanegra, si fuera él.
Griselda se quedó en silencio durante unos segundos.
- Tengo una idea... Dí que ya tienes los inocentes. Que mañana se ejecutará a Silveria como culpable. Deja que todos se vayan a su río, y nosotros seguiremos a Bocanegra y a Cassia, y veremos si se encuentran, o algo. Tampoco podemos coser mucho más...
A la Pooka tampoco le convencía la idea, pero desde luego, habían pocas opciones.
- Si se te ocurre algo mejor...
Venace se rascó la barbilla.
- Yo no puedo alejarme de aquí. No debería al menos, a demás es tarde y es probable que más de uno se quiera quedar. Pero tal vez podrías ir tu y… Lo cierto es que no se me ocurre nadie que pueda ponerse a “espiar” Supongo que Silveria se encargaba de esas cosas.
EL troll anduvo por la habitación meditando y sopesando candidatos en los que podrían o debían confiar. La decisión estaba complicada.
-Tal vez Fígaro, es un buen muchacho. O Leona.
Griselda asintió con tristeza.
- Sí, eso era cosa de Silveria. Era pésima en eso...
Luego levantó la cabeza.y asintió.
- Iré a llamar a Leona y se lo diré. Tiene más carácter que Fígaro, y sabe fregar. La prefiero. - Luego le acarició la cara, poniéndose de puntillas. - Tranquilo, Venace. Todo va a salir mal.
Y sonriendo, salió de la habitación para buscar a la Sátiro.