Partida Rol por web

Varken camina con la flecha clavada, hasta que ya están cerca de la ciudad, claramente lejos del alcance de cualquier arco. El guerrero sigue perdiendo muchísima sangre y cada vez necesita más ayuda.

Osellë... Dijo cansado. Esta... flecha me está... destrozando. Tosió. He recibido muchas, pero me debe haber alcanzado bien, yo... Necesito descansar y que me la saque, por favor.

Algunos campesinos se están acercando a ver qué pasa.

Ya con el rostro preocupado, Osellë detiene sus pasos al escuchar como Varken hablaba sobre su herida y la cruel realidad de que debía sacarle la flecha para evitar un sufrimiento mayor. - Parece que estoy destinada a curarte... -  bromeó para quitarle hierro al asunto mientras le indicaba al soldad que tome asiento en el suelo para quitarle definitivamente aquel objeto que le causaba tanto dolor. 

- El problema es que esto comenzará a sangrar y no tengo con que detener el flujo. Espero que el daño no sea mayor. -  afirmó al ejercer un poco de presión para romper la punta de la flecha (si pasó de lado a lado) o simplemente tironeó para quitársela del cuerpo. Una vez que la herida queda expuesta, intenta cubrir la herida con lo que tenga a su alcance. 

 Parece que estoy destinada a curarte... 

Varken rió un poquito con aquella verdad. El soldado mordió una correa de cuero cuando Osellë sacó la flecha, que no había atravesado el cuerpo del guerrero. Para su sorpresa, se trataba de la inconfundible punta de las flechas de Ardreth, la artesana a la que ella misma le había comprado flechas el día anterior.

Agh.... Varken se presionó la herida con la capa, dolorido, pero al menos ahora al moverse no seguía desgarrándose. Vamos... Necesito un sanador, y enseguida.

Sûl por primera vez parecía preocupado por Varken, aunque más bien reflejaba la preocupación de su dueña.