Partida Rol por web

Las Crónicas del Acero

Circo de Sangre.

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04/02/2019, 03:21
Remu

 Por los dioses… Remu había experimentado muchísimas torturas, pero jamás había experimentado el trato preferencial en una prisión, no…pero si una prueba iba a ser depositada sobre el por los dioses definitivamente seria esta. Sus ojos sollozaron, su cuerpo sucumbió a la ausencia del miedo, las heridas le escocían y su mente se quebraba poco a poco, pero a pesar de todo…no abandono su coartada, cada vez que los guardias se acercaban a torturarlo el jamás abandono su mentira, arrastraba las palabras, su lengua le fallaba con facilidad y sus ideas salían de su cabeza con mucha dificultad, pero cada vez que los guardias se acercaban a mencionar a Glothus el mantenía una afirmación:

-Mi sacrificio valio la pena, la casa… de …la faga charmesi lo logro, envíenle a Glothus mis saludos.

   Cada vez que soltaba esa frase con convicción y toda la voluntad de lograr calar en las mentes agenas sentía como la lluvia de golpes y maltratos se intensificaba, no necesariamente significaba que esta mentira funcionase, pero aun asi… su propia mentira se habia vuelto su realidad, para ese maltratado Remu la casa de la daga Carmesi era su hogar, su familia y su causa…casi sentía que la verdadera mentira era el tiempo que paso en Nueva Roma, en parte eso lo mantuvo vivo.

Una vez que fue desechado en la celda común su cuerpo inerte en el suelo sintió como su propio peso se estabilizaba y le permitia respirar o pensar con claridad. Pero cuando intento levantar su cabeza y mirar hacia sus alrededores no lo consiguió, no había fuerza que lo movilizara, no había nada que observar, apretó su pecho con las pocas energias que tenia y accidentalmente solto unas palabras que podrían hacer que su verdad saliera a la luz.

-Haaaaay alguieeen heridooo…?-Casi solto un sollozo- Descuiden Vanussa no me abandonara.

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04/02/2019, 20:45
Oggo

El tiempo en aquella celda pareció detenerse para siempre. El hedor rancio a sudor, a heces, a barro y a basura de toda clase se mezclaba para dar un golpe las fosas nasales de Oggo con un impacto profundo y duradero. Los sollozos, gemidos y divagues de sus compañeros de celda no ayudaban para nada a la hora de intentar mantener la compostura. No es que pudiera taparse los oídos, siempre quedaba uno libre.

Había dudado acerca de si le hubiese convenido decir que él no tenía nada que ver en aquello, que solamente había tratado de evitar el castigo, que no sabía quien era la dichosa Vanussa, pero con toda probabilidad lo único que hubiese conseguido eran mas golpes. Al fin reflexionó que en realidad aquello no importaba. No en realidad. Que fuera o no un protegido o un esbirro de lo que demonios fuera la Casa de la Daga Carmesí era una excusa en una batalla por el poder de Ponthia. Si no lo era, pues daba igual, para el populacho lo era y eso era lo que importaba. La realidad se burlaba salvajemente de lo que realmente importaba. Aquel relato era lo que primaba en la gente. Ya lo había dicho el cien veces maldito Glothus. Enviar un mensaje. Daba lo mismo el estatus real de aquellos condenados.

Ah, pero había algo que mantenía vivo a Oggo. Que no lo hacía gemir y divagar. Bueno, no demasiado al menos. Aquella celda abarrotada de miseria estaba germinando un sentimiento que iba llenando el pecho y la mente del manco: Venganza. 
No podía descansar, pero toda la frustración que le transmitían sus acompañantes la traducía en lo que iban a pagar aquellos que para él eran responsables de su estadía allí. Glothus, Melara, Zhoga. No había sentido aquello desde que le habían cortado la mano y el alma. Aquellos perros le estaban devolviendo la vida, sin saberlo. Había memorizado sus nombres y los repetía en la oscuridad, para si mismo. Repasaba una y otra vez las entradas y salidas del Cerdo Volador, las actitudes que habían tenido, sus formas de moverse, si eran diestros o zurdos, si adelantaban un pie antes de luchar, todo. Lo repetía una y otra vez, en su mente. 

Hasta que lo vinieron a buscar.

Lo arrojaron en la otra celda, sin duda donde lo preparaban para algo mas. Oggo sabía leer a los hombres de armas. Lo confirmó cuando comenzaron a traer a los demás. Él y cinco más. Los "culpables", los chivos expiatorios, los condenados.

Luego vino la chica que también había protegido a Lyra. Intentó ayudarla a levantarse. Luego vino la chiquilla. Oggo agradecía que su destino no habían sido las manos de Glothus, aunque no estaba del todo seguro.

- Oye, ¿estás bien? -preguntó con preocupación genuina. Tranquila. Tu amiga está del otro lado. Tuvo una muerte valiente, de seguro te mira sonriendo. Preocupate por vivir una buena vida ahora, antes de encontrarte con ella.
Miró con agradecimiento al extranjero que había iniciado todo. De alguna forma podía vivir con menos remordimientos gracias a él. Luego llegó un guerrero. No entendía del todo su presencia allí, así que fue cauteloso con él.  Y finalmente el extranjero extraño que había provocado la debacle. También lo ayudó a levantarse.

- Soy Oggo -dijo a todos. Veo en vuestras miradas que quieren sobrevivir. Tenemos que hacerlo juntos. 

Observó a todos de uno en uno, para ver si seguir o no, si encontraba desprecio o atención. Decidió seguir.

- Escuché lo que le decían a éste -dijo señalando a Edgtho. Tengo buen oído. "Procura emparejarte bien". El cerdo de Glothus habló de enviar un mensaje, algo legal. La voz de Oggo estaba reseca, ronca. Hablaba arrastrando las palabras, le costaba respirar, miraba a todos los rincones como un loco. El Circo de Ponthia es conocido allá donde nunca lo han visto. ¿Ven a lo que voy, no? No hay que ser un genio. Nos van a arrojar a la arena. A pelear entre nosotros en el mejor de los casos. Contra otros hombres. Contra bestias. E incluso he escuchado que contra cosas peores. Debemos unirnos -reclamó con urgencia. Pensar una estrategia.

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05/02/2019, 01:15
Edgtho

La escaramuza se había tornado mucho más sangrienta de lo esperado. No era la primera batalla para Edgtho, pero aquello resultaba muy distinto. No había orden, no había un frente o una retaguardia. Los golpes provenían de todos lados. Apunto estuvo de cortarle la mano a un pobre desgraciado que solamente le agarraba la pierna en un gesto de desesperación. Sí, tal vez sus ojos hubiesen presenciado batallas más brutales, aún así ninguna tan absurda como aquella. No consiguió llegar hasta al lado de la joven Lyra, ni consiguió agruparse con el anciano o con la otra mujer. Solo consiguió enzarzarse en una especie de duelo con aquel guerrero que, dicho sea de paso, no daba la impresión de distinguir a quien estaba atacando. Edgtho lo comprendía, tras ver a un compañero caer de forma tan absurda era normal entrar en una especie de frenesí sangriento. Por eso no quería cruzar espadas con él. Por eso se limitó a defenderse.
De pronto llegaron soldados. Soldados de verdad. Daba igual si al principio su número era más reducido. Estaban plantados en mitad de la puerta, bien armados, y con refuerzos en el exterior. Era demasiado tarde para escabullirse. Pelar no resultaba mucha mejor idea. Se enfrentaría a un número sin fin de enemigos. Bien sabía que eso tan solo llevaría a la muerte. Respiró hondo, se encogió de hombros, y dejó caer la espada. Al menos no habían secuestrado a la chica, claro que era difícil saber si eso eran buenas noticias o no.
Escuchó la conversación de Glothus con el recién llegado y con Melara. El capitán le señaló a él. Nuevamente lamentó no haberlo matado. Hacerlo tampoco habría cambiado el resultado final, sin embargo se habría quedado mucho más a gusto. En cualquier caso no tenía sentido lamentarse por lo que pudo haber sido. Quizás tuviese la oportunidad en el futuro, quizás no. Ya cruzaría ese puente cuando llegase.

No le molestó demasiado el viaje en la destartalada carreta. Tras una buena pelea cuesta bastante conciliar el sueño. Su cuerpo aún estaba demasiado activo. Su mente también. Desgraciadamente no había forma de escapar. Demasiados guardias vigilando. Supuso que tocaba esperar. Intentó hacerlo sin plantearse demasiadas dudas sobre el futuro inmediato. Para él era sencillo. Tras tantos años sintiendo que su vida pertenecía a otros, no iba a desesperarse por encontrarse en la misma situación otra vez. Por las palabras de los soldados no se dirigía a su propia ejecución. Habían hablado de un modo legal de enviar un mensaje. Ignoraba cual podía ser ese modo, pero seguir vivo hasta el momento era buena señal.
Lo arrojaron a un pozo oscuro. La caída apunto estuvo de romperle una pierna.
-Estúpido- dijo para sí mismo. -Tienes que prestar más atención.-
No quiso imaginarse cuanto se habría reído de él Herger, su viejo amigo y mentor, al verle tomar tierra de forma tan poco grácil.
-Te has perdido una buena pelea, viejo amigo- susurró mirando al suelo. -Te habrías divertido mucho… pero ha sido una estupidez. Yo he sido un estúpido.
Entonces se tumbó en el suelo y cerró los ojos. No le preocupaba demasiado la oscuridad. Cuando fallan los ojos quedan los oídos y el olfato. Reponer fuerzas se antojaba importante. El rugir de la multitud en el exterior así lo demostraba. “Un método legal”. Ya resultaba evidente cual sería ese método legal. Una vez más tenía que luchar porque otros así lo decidían.
-Nunca se acaba, ¿verdad viejo amigo? Tal vez no nací para ser libre.
Se resistía a creer eso último. Incluso sumido en la soledad que había encontrado, durante los últimos años caminado hacia donde quisiera, trabajando para quien quisiera, comiendo cuando quisiera, se había sentido mucho más realizado. Al principio asustaba, luego costaba imaginar renunciar a algo tan sencillo y a la vez tan grandioso. Encontraría la forma de seguir adelante. Paso a paso.

Ignoraba cuanto tiempo llevaba sumido en la oscuridad. Al final alguien fue a buscarle. No opuso ninguna resistencia, ¿para qué? Ahorrar fuerzas se antojaba vital dadas las circunstancias. Escuchó a los guardias mencionando algo sobre apuestas. Emparejarse bien. Siempre lo había hecho hasta el momento, incluso en la taberna. Quizás había luchado del lado perdedor, pero era el mejor de los dos bandos. ¿No era eso emparejarse bien?
Le metieron en la misma celda que al resto de los “alborotadores”. Le alegró verlos vivos. También lamentó verlos allí, compartiendo destino. Lyra estaba con ellos. ¿Pretendían que la chica luchase? Imaginó que lo importante era dar espectáculo. Seguro que había muchos como Glothus, ansiosos por ver a una niña blandiendo un arma contra luchadores desalmados o, peor aún, desesperados.
El bocazas fue quien habló primero. Evidentemente los guardias habían disfrutado golpeándole. Debía caerles realmente mal, pues esos golpes no eran de los que incapacitan ni mucho menos matan. Eran de los que te hacen lamentar seguir respirando. Edgtho negó con la cabeza cuando escuchó preguntar si había alguien herido. Él se encontraba razonablemente bien.
El viejo manco le miró de forma extraña. En lugar de recriminarle lo ocurrido… parecía satisfecho. Resultaría más extraño si no le hubiese visto moverse. No estaba desvalido. En absoluto. Nadie esquiva varios golpes seguidos por casualidad. ¿Habría disfrutado con la pelea? Solo sabía que se había presentado como Oggo
-Edgtho- Dijo en respuesta.
Claro que todos debían querer sobrevivir. Era difícil saber a qué iban a enfrentarse, pero Edgtho tenía claro lo que debía haber ocurrido a los anteriores moradores de aquella celda. Cinco marcas como mucho. O bien morían en ese tiempo, o bien les acababan liberando tras vencer los suficientes combates. Prefería no poner demasiadas esperanzas en ese último caso. Paso a paso.
-Yo… siento todo esto- Hablaba con sinceridad. Sabía que era él quien los había metido en se lío. Su cuchillo fue el primer en volar, la señal para que se desatase el caos. Desde luego ignoraba los motivos por los que la situación se había descontrolado tanto, pero el primer golpe había sido suyo. Le habría gustado expresarlo con más elocuencia. Decirles que no podía permitir que torturasen así a una chica tan joven, porque bien sabía él cuanto duele el mordisco del látigo. Explicarles que su intención había sido intimidar a Glothus y, en última instancia, pelear con él. No había pretendido meter a nadie más en una disputa que, además, no era suya. Aún así no se arrepentía de haber defendido a Lyra, solo se arrepentía de haberlo hecho tan mal. Todas esas ideas recorrían su mente, solo que no supo pronunciarlas.
-Puedes contar conmigo.-

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07/02/2019, 11:31
Bria

Al ver que el estigio dejaba libre a Lyra y que más soldados empezaban a entrar en el lugar, dejando claro que solo había una opción si se quería salir de allí por el propio pie, Bria acabó arrojando sus armas como habían hecho los demás. Acabada la trifulca, los soldados empezaron a buscar a los culpables de aquello. Alguien tenía que pagar por haber alterado la paz de semejante manera... y por la manera en la que el oficial del patricio, Glothus y la ama del local se confabulaban, no auguraba nada bueno.

Aunque en realidad, tampoco es que les costara mucho esfuerzo incriminarlos. Se lo habían buscado ellos solos al intervenir para tratar de ayudar a Lyra. No trataron de interrogarlos siquiera, el testimonio estaba claro. Ni siquiera el de blanco, que parecía tener a alguien poderoso detrás, se libró de acabar maniatado y sacado de allí por parte de los soldados.

Las carretas los llevaron lejos de la escena que habían iniciado, rumbo a quién sabe dónde. ¿Es esto lo que esperabas, Modron? A veces los enrevesados caminos de los dioses la sacaban de quicio. Como no tenía control alguno sobre su destino, Bria se recluyó en sí misma e ignoró cuanto había a su alrededor. Si hubiera conocido los alrededores quizás hubiera podido descubrir hacia dónde la llevaban, pero no había estado allí nunca. Escapar era imposible de todas maneras.

Al final llegaron a lo que debía de ser una prisión o algo similar, puesto que la separaron de los demás y la dejaron encerrada en una pequeña celda desde la que apenas podía hacer otra cosa que esperar, tratar de ignorar el olor y tener la oreja puesta por si escuchaba algo que resultara útil.

No pasó mucho tiempo antes de que volvieran a llevársela de allí.  Recorrió varios metros de pasillos y celdas que le parecían todos iguales, hasta que finalmente la dejaron en otra celda, más grande, pero también más concurrida. Allí estaba ya el manco, y no tardaron en traer también al extranjero, a otro de los contendientes de la pelea en la taberna, y al tipo de blanco, bastante más demacrado que la última vez que lo había visto. Todos los alborotadores juntos. Por lo que había podido escuchar de los guardias y por el trato recibido, entendía que los estaban reservando para algo... pero eso solo hacía que aumetar su preocupación.

También llevaron allí a Lyra. Verla allí la alivió y entristeció a partes iguales. Malnacidos, pensó. Aquello era obra de Glothus sin duda... aunque al menos había evitado los latigazos. Al menos la Gran Madre había tenido a bien juntarlas, por poca influencia que tuviera allí, su diosa seguía cuidado de ellas. Bria se acercó a la joven y la llevó hacia donde más podía notarse el poco calor que emitían las antorchas de fuera, y se abrazó a ella para tranquilizarla.

El primero en romper el silencio fue el manco, acercándose a las dos mujeres, y luego se presentó al resto como Oggo. Estaba claro que podía haber perdido el brazo, pero la sesera la seguía teniendo bien aguda. Había pensado que en El Cerdo Volador se había levantado para que muriera un anciano inválido en vez de una muchacha joven, pero sus palabras daban a entender que no estaba cansado de la vida y por ende su motivo, fuera cual fuera, había sido incluso más loable. Y que si había sobrevivido a ese caos, es que no debía de ser ni tan anciano ni tan inválido.

También habló el extranjero, Edgtho, aunque no dijo mucho — No te disculpes — habló ella ahora — Hiciste lo correcto al tratar de detenerlo, incluso cuando yo no me atreví a ello — se volvió hacia Oggo — Debió de requerir mucho valor. El atreverse a sufrir el castigo en su lugar — cayó en que todavía no había dicho su nombre — Soy Bria — dijo.

El Circo... si Oggo tenía razón y ese era su destino... ¿Se atreverían a lanzar a una chiquilla como Lyra a la arena? ¿Qué clase de enfermo podía encontrar entretenimiento en aquello? — Sin armas y sin saber cómo será la arena... poco podemos hacer por ahora salvo mantenernos juntos — se conocían desde hacía apenas unas horas, pero al menos los dos hombres habían demostrado que valían la pena. Esperaba que no los hicieran pelearse entre ellos.

El bárbaro todavía estaba inconsciente, pero escuchó un sollozo por parte del hombre de blanco, todavía tumbado a un lado en el suelo, y se giró hacia él — Y tú, ¿Cómo te llamas? ¿Quién es esa Vanussa de la que hablas tanto? — entendía que sería otra persona poderosa de la ciudad que lo habría amparado — No parece que te esté sirviendo de mucho.

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08/02/2019, 03:20
Oggo

Oggo aplastó una pequeña araña con la mano y se la comió.

- Me persiguen -dijo como toda explicación, probablemente poniendo en riesgo su credibilidad como aliado.

Antes había "espantado" con la mano el pedido de disculpas de Edgtho, y lo había palmeado en el hombro dos veces. No hacían falta palabras. Luego bajó la mirada ante las palabras amables de quien se había presentado como Bría. Ensayó un tímido agradecimiento pero fue en voz tan baja que no llegó a escucharse.

- No tenemos armas -contestó a la brythuna-, pero podemos tenerlas, si ellos las tienen. Si ese fuera el caso, elegiremos a uno, y lo atacaremos todos a la vez. Podrá herir a uno, o a dos, tal vez mate a uno, pero los demás tendrán un arma. No morirán como perros -aclaró, dando por sentado que si había un muerto sería él.

Miró hacia la puerta, levantó su oído, siguió.

- Pero puede que nos den armas. Mas precarias, de menor categoría. En definitiva no importa.

Su voz seguía sonando hueca, ausente. Pensó que costaría tomarlo en serio. Había vivido como un loco demasiado tiempo.

- No importa -repitió. Nuestra estrategia debe estar enfocada en ganar adeptos. La única forma de sobrevivir a la arena. Si es allí donde vamos, claro. Podría ser cualquier cosa. ¿Y como ganamos adeptos? Con éste -dijo señalando a Remu. Ya estamos metidos en el juego de poder de Ponthia, ahora debemos ir a fondo. Sea la pequeña Lyra la protegida de Vanussa o no, a partir de ahora lo será. Debemos protegerla, y a través de ella encender la llama del conflicto. Habrá una señal, debe haberla. Partidarios de Vanussa, o de lo que sea que represente.

Los miró con ojos afiebrados a todos.

- La niña debe sobrevivir. Lo fuera o no antes, ahora es la protegida de Vanussa. Y nosotros sus guardianes. Esa es la estrategia que propongo.

Oggo no sabía en realidad si realmente irían a parar a la arena, o si Vanussa o sus seguidores estarían ahí. Pero si se trataba de dar un mensaje, habría que aprovechar la situación y dar uno propio. Ganar valor, para unos u otros. Enfocados en sobrevivir, en que Lyra sobreviviera. Tal vez no había podido salvar a otra niña, pero lo que quedaba de su cordura dependía de que esta vez la historia fuera distinta.

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08/02/2019, 18:40
Remu

Con esfuerzo Remu despego el cuerpo del suelo e instantáneamente deseo poder permanecer en el mas tiempo, pero justamente eso era lo que no tenían. Cuando la señorita  a su lado pregunto por Vanussa el volvió a la realidad...no era un servidor de Vanussa, pero su mentira se había vuelto muy profunda y ya no había forma de desenmarañarla en búsqueda de la verdad.

-Mi señora es la líder de la facción de la Daga Carmesí- dijo Remu con las palabras saliendo a duras penas de su boca-es una de las casas mas poderosas en toda Phontia- QUE LOS DIOSES QUIERAN QUE ESTOS SALVAJES SE MANEJEN POR CASAS, pensó Remu-, como podrán ver, tenemos conflictos con las autoridades publicas, pero que la situación no los engañe, el poder real no se da únicamente por la capacidad de encerrar idiotas en una cárcel. La señorita Vanussa busca erradicar la amenaza de una facción tan vulgar como la del patricio que nos apreso aquí- en ese momento Remu recordó las palabras del soldado de la taberna- , aunque debo admitir que mis métodos no fueron los mejores debo decir que la situación se descontrolo en el mismo momento en que ustedes dicidieron actuar, sin embargo no me mal  ent- sangre broto de su boca una vez mas, evidenciando que el estado de su torso no había cambiado desde el golpe recibido por Glothus en el bar- L-lo siento, como decía, considero que sus acciones fueron las adecuadas, pero nos arrinconaron a esta posición de forma apresurada…sin embargo estoy de acuerdo con el plan, necesitamos el apoyo del publico para que estos informen a mi señora nuestra situación.

 Cuando Remu miro a sus alrededores se percato de la masa enorme y durmiente del suelo.

-…Espero que entiendan que debemos despertarlo e informarle la situación, pero no sere yo quien se arriesgue.- Dijo mientras levantaba su mano ensangrentada por el liquido que escurría cada tanto de su boca-En fin, como decía, estoy a favor de esta unión, pero debo señalar dos puntos cruciales:

1-La niña deberá ser visible desde cualquier ángulo todo el tiempo y nosotros debemos cuidar de ella con la pasión que el caballero manco a mencionado, de esta forma no solo demostraremos que somos capaces de cuidarnos a nosotros mismos, sino también a un individuo vulnerable, eso nos dara la atención el publico.

2-Yo puedo quedarme con la chica al mismo tiempo que levanto el animo de la multitud, pero debo admitir que mis habilidades de combate son nulas y mi capacidad para elaborar formaciones de combate sin conocer a mis hombres es terrible, asi que deberíamos dejar que alguien mas experimentado en situaciones de vida o muerte nos comande.

 Una vez terminada la exposición de sus puntos Remu observo nuevamente a la masa durmiente.

-En el peor de los casos podemos desmembrarlo y utilizar sus huesos como armas, pero debemos actuar con rapidez si es lo que decidimos-el muchacho no era idiota, por lo que al mismo tiempo que realizaba ese comentario se alejo lo mas posible de la masa de músculos aturdida- aunque debo decir que solo es una idea, no estoy a favor o en contra de ella.

 La verdad es que habiendo escuchado la disculpa del caballero llamado "Edgtho" creyo que sus palabras no tenian la mayor cantidad de tacto al mencionar que ellos iniciaron el conflicto, pero no habia tiempo de ser considerado, no en esta situacion.

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10/02/2019, 01:29

Las primeras ocurrencias sobre su negro destino empezaban a teñirse con el rancio aroma que penetra en todas las mentes de los que son prisioneros. La ausencia de luz, la fatiga, la sensación de tener todo el peso de la tierra sobre sus cabezas y un pequeño infierno bajo sus pies, el regusto salado de la sed, el deseo de comer o de dormir. Algunos ya tenían experiencia en situaciones así. Sus cuerpos, mutilados o curtidos por cicatrices, así lo atestiguaban. Otros, acostumbrados a una vida acomodada o libre, entre bosques, criados bajo el cielo desnudo, sentían la incomodidad que sufrían los novatos.
Pero aquello no era una simple prisión como ya parecían haber averiguado. Tampoco era aquello que temían. Las pesadillas en Ponthia tenían muchos rostros; el hombre adinerado que paga a unos sicarios para que despellejen al amante de su mujer ligera de cascos, el cuchillo envenenado de un cortabolsas nervioso que termina con la vida de un joven mercader en un sucio callejón, el soldado corrupto que toma lo que desea a golpe de espada y ley. Pero había misterios también. Rostros ocultos dentro de los rostros. Seres que se arrastraban lejos de la luz, historias macabras que temían tanto niños como adultos y siniestros misterios que escondía que lugar de aquel recóndito paraje.
Y ahora se encontraban en medio de la mayor fábrica de leyendas y mitos de toda Ponthia. Pocos eran los que habían penetrado en aquellos muros y habían vivido para contarlo. El espectáculo era accesible, dos monedas de cobre y podías ver una matanza. Pero cuando el telón caía y los prisioneros volvían a sus celdas. Allí se encontraba lo aterrador, incluso aunque ellos lo desconociesen.

La charla de los presos terminó por despertar a Lyra. Asustada y confundida por su actual paradero, se encogió sobre sí misma y se abrazó las piernas. Cuando Bria se acercó a ella no dejó que la tocase. Se mantuvo distante mientras las palabras iban regalando los oídos de los presentes. Su vocecilla terminó por alzarse cuando Remu habló sobre su patrón.
—Tu señor es un loco. Pertenece a una casa menor —entre sus finos labios se escapó un ligero gemido de pena—. Aquí no tiene ningún poder. Sería mejor para todos negarle. Serán más duros con nosotros por su culpa. Nos usarán como escarmiento, como lección para todos los demás. Solo somos sus peones. Sus piezas. Eso decía Marissa. Nuestra vida no tiene más valor que él que ellos nos dan. Y ahora mismo no vale nada —agachó la cabeza y la escondió detrás de sus rodillas.
Todos se percataron de que estaba llorando a pesar de que su llanto, como debía haber sido en muchas ocasiones, era silencioso y discreto. Enjugó sus lágrimas para quebrar su silencio una vez más.
—¿Por qué me habéis traído aquí? Cien latigazos y sería la esclava de Glothus. Así, al menos hubiera tenido una oportunidad —en sus ojos, dos esferas talladas en un hermoso y frágil cristal, hubo durante un momento desdén e ira, pero tales sentimientos, ajenos en Lyra, fueron rápidamente sustituidos por la pena, el dolor y la desesperanza.
Siguieron intercambiando opiniones mas sus intenciones eran como el humo de las velas, que posee presencia cuando nace de la llama pero que pronto se pierde en un vacío invisible que todo lo devora.
El último entre ellos terminó por despertarse. Le habían visto en la taberna. Primero, echando pulsos contra otros tan fornidos como él. Durante la trifulca, le habían derribado varias veces pero siempre se había levantado. El bárbaro poseía una gruesa barba hirsuta que se rascó con fruición en cuanto se reincorporó. Exclamó una maldición en una lengua desconocida cuando vio que se encontraba atrapado.
Se puso en pie. Era el hombre más alto de la celda. También el más ancho y fornido. Sus músculos apretados hablaban de una vida en la montaña, entre batallas y nevadas. Tenía varias heridas recientes por el cuerpo, a las que no daba importancia, y la nariz partida. Les habló en su lengua pero no le entendieron. Les gruñó y escupió al suelo. Le mostró los dientes a Remu y puso cara de disgusto cuando vio a Oggo. A Edgtho le habló, pero su dialecto era más una serie de gruñidos que una jerga civilizada. Al no lograr hacerse entender el bárbaro puso sus ojos en Bria y en Lyra. Su sonrisa se ensanchó igual que la del minero que encuentra oro en la mina.
Ignoró al resto y se acercó a las mujeres con una actitud dominante. Su gesto y su actitud, así como sus palabras incomprensibles, no auguraban nada bueno.

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10/02/2019, 02:06
Remu

 

  Oh dioses, Remu había visto esa mirada antes, el deseo, la codicia y el desapego por la opinión ajena…la mujer y la chica corrían peligro. Pero a medida que el estoico idiota se movia a través de la celda en dirección hacia ellas Remu seguía mantiendo la distancia, procurando mantenerse a espaldas del fornido loco y ubicado en la sección contraria de la celda, buscando con desesperación cualquier objeto que le resultase mínimamente útil a el o a alguno de los otros prisioneros civilizados. Sin embargo, antes de dedicarse por completo a susodicha tarea improviso gestos mudos con sus manos y rostro para indicarle a cualquiera de los caballeros presentes que protegiesen a la pequeña.

 -¿Solo a la pequeña?- pensó Remu mientras realizaba sus extraños movimientos-¿Qué hay de la otra señorita?

-¿Viste acaso  como se movía en la taberna?-Respondio la parte mas racional de su mente- Castrara a la montaña antes de que llegue a ella.

-Supongo que no puedo negarlo…

 Una vez terminada su extraña actuación rezo a Apolo que sus extraños movimientos fueran entendibles y se enfoco en buscar cualquier cosa que sirviera…una piedra, un pedazo de madera rota, lo que sea.

-Te dije que debiamos desmembrarlo- comento su parte racional antes de callar por completo, conciente de que la situacion no saldria mejor que cualquiera de las que enfrentaron hasta ese momento.

Notas de juego

Desconozco si es necesario realizar una tirada para encontrar un objeto, por lo que esperare a su respuesta Master y luego realizare la tirada si corresponde( Dudo mucho que en esta situacion se considera la accion como "Narrativa" por eso me invade la duda)

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11/02/2019, 19:41
Oggo

La mente de Oggo reproducía los fragmentos del rompecabezas, del embrollo actual. El nombre de Vanussa se había mencionado en femenino y en masculino. ¿Importaba si era uno u otro? Tarde o temprano tendría la respuesta. De momento había otras cosas mas urgentes.

La pequeña Lyra renegaba de su actual situación. Que hubiese estado mejor con Glothus, pensaba. Oggo sabía que no era así. Incluso una muerte en la arena, o una ejecución, eran preferibles a lo que gentuza como él podían hacer en alguien. Y por más que la chica hubiese tenido una mala vida, y pensara que sólo estaban utilizando su cuerpo y no su alma o su corazón, Oggo sabía que no era así. Hay cosas que dejan huellas mucho mas profundas que un corte o una magulladura. No dudaba que Glothus era un experto en provocarlas. Pero no dijo una palabra, la chica debía procesar sus demonios internos como pudiese. Si eran ellos a los que debía acusar para sentirse mejor, él se ofrecía de buena gana.

Pero antes de que hubiese tiempo para seguir planeando una estrategia, el fornido bárbaro recuperó la consciencia y antes de que pudiese pensar en algo con la cabeza, lo hizo con otra parte de su cuerpo. Su actitud no dejaba mucho lugar a dudas.

Oggo lo había visto en la posada. Dudaba en que pudiese vencerlo en un combate sin armas. En realidad estaba bastante seguro de que sería bastante difícil. 

Suspiró. Se resignó a que tendría que enfrentar lo que fuese que tenían preparado para ellos en no muy buenas condiciones, pero no quedaba otra opción.

- Eh, tú -dijo al hombre de la toga. Ve hacia la puerta y dí a los guardias que atacan a la protegida de Vanussa.

Aquellos guardias parecían no ser iguales a los de Glothus. Se habían refrenado de hacer ellos mismos lo que intentaba el bárbaro. Había posibilidades de que intervinieran. 

Pero había que ganar tiempo. Dedicó a Edgtho una mirada de fatalidad. Si su estrategia sería defender a la protegida de Vanussa, no quedaba nada bien que fuera violada en la celda mientras los otros miraban. Debían atenerse a su papel.

Oggo se aproximó decidido pero sigiloso por detrás del bárbaro. Esperó su momento a sus espaldas. Cuando estuviera en el ángulo adecuado, propinaría una fuerte patada en su entrepierna.

Luego intentaría mantenerse fuera de su alcance. No ignoraba que el extranjero tenía los brazos mas largos y los músculos mas hinchados, así que la idea era ganar tiempo a que los guardias irrumpieran.

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11/02/2019, 20:06
Oggo
Sólo para el director

Notas de juego

Aclaración jefe, por las dudas, la idea de Oggo es darle desde atrás. A traición con cautela.

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12/02/2019, 22:34
Edgtho

Sus forzosos compañeros de celda no parecían molestos por haberse visto arrastrados a aquella situación. Al contrario, se alegraban de haber intervenido. Edgtho se sorprendió, pero también esbozó una sonrisa. Apenas duró unos segundos en su rostro, segundos durante los que pensó que tal vez se había preocupado por nada.
Mientras tanto Oggo ya estaba hablando de estrategias y Bria le recordaba que aún ignoraban cual sería su destino. Ambos tenían razón. Era bueno estar preparado, aunque uno no puede prepararse para todo.
-Podrían hacernos luchar contra bestias- Un comentario que no pretendía ser fatalista. Tan solo resaltaba lo evidente. -Ni siquiera sabemos si quieren vernos luchar.- Todo parecía indicar que sí. Los guardias habían hablado claramente sobre apuestas, pero nunca se sabía. Quizás la idea fuese ejecutarles en público, o torturarles, o cualquier otra opción. -Podríamos intentar escapar-
El otro hombre, Remu, ya estaba mencionando formas de salir de la arena. Bien podía tener razón, pero Edgtho no tenía mucha fe en esa tal Vanusa o como se llamase. Era cierto que ese nombre había tenido algo que ver en no ser ajusticiados en el acto, sin embargo no había salvado al propio Remu de acabar con los huesos en la misma celda. Incluso peor, no le había salvado de recibir una buena paliza.

-Nosotros damos igual. Han visto tipos más fuertes que nosotros allí fuera. No impresionamos a nadie. No interesamos a nadie. Lyra, es ella quien les interesa. Si creen que está enferma, tal vez manden a alguien para comprobarlo.-

Era tan solo una idea que aún necesitaba mucha planificación. Solo había una puerta, la cual sería fácil de proteger por los guardias. Seguían teniendo que enfrentarse a quien entrase, sin armas, derribarle, mantener la puerta abierta y salir. Demasiados pasos. No es que fuese totalmente imposible, pero tal vez hubiese algún otro método para salir.
Fue entonces cuando Lyra despertó. Escucharla era duro. Nadie le había preguntado a ella si quería ayuda, si quería ser salvada. La entendía, cien latigazos y todo habría terminado. Cien latigazos y pertenecer a Glothus hasta que este se hartase de ella. Edgtho se giró hacia la chica, que ya estaba sollozando, caminó hacia ella y se agachó justo delante.
-No habrías sobrevivido a cien latigazos- Jamás había sido conocido por su tacto al hablar. -Y si lo hubieras hecho, serías su esclava. Eso no es una oportunidad ni una salvación. Sé que cuesta creerlo, pero saldremos de aquí. La otra chica, la que intercedió por tí… solo podrás honrar su sacrificio viviendo tu vida.-

Sin más, volvió a revisar la celda. Estaba de acuerdo con las ideas de Oggo si llegaban a verse arrastrados al combate. A pesar de todo prefería seguir buscando una forma de escapar. Comenzó a analizar la propia puerta. Dio un par de tirones a los barrotes, comprobando su resistencia. Evidentemente no iba a arrancarlos de cuajo, solo quería ver el estado en el que se encontraban. Después los observó uno a uno, buscando cualquier marca de óxido, o cualquier otra marca en realidad. Cualquier punto débil podía aprovecharse. También intentó escrutar el exterior. Ver si había guardias en el pasillo, si estos llevaban llaves encima. Tampoco es que tuviese nada mejor qué hacer allí dentro.

El bárbaro despertó para cambiar la situación. Nadie entendía una palabra de lo que decía. Lo que sí entendieron rápidamente fue las intenciones del grandullón. No iba a ocurrir, no mientras Edgtho estuviese allí. Oggo tampoco parecía demasiado dispuesto. Ambos intercambiaron una mirada, todo cuanto hacía falta para entenderse.
-¡Eh, Grandullón!- Daba igual si hablaban idiomas distintos, era evidente que el bárbaro sabría que le estaba hablando a él. -Si le tocas un pelo, te mato-. Como las palabras iban a ser inútiles, las acompañó de claros gestos. Señaló a Lyra, luego señaló al bárbaro y finalmente cerró el puño con fuerza.
Mientras hablaba también caminaba hacia el grandullón. No directamente, describió un círculo para hacer que aquel tipo tuviese que girar si quería verle. Al girarse daría la espalda a Oggo, de modo que este podría actuar con más libertad. Toda emboscada requiere al menos una de dos cosas. O bien has conseguido esconderte con suficiente tiempo, o bien hay una distracción que te permita actuar. Esconderse ya no era una opción, así que crearía la distracción para el anciano. Por otro lado, si la estrategia fallaba Edgtho también entraría en acción. Se abalanzaría sobre el, amagando un par de golpes, entrando y saliendo en su radio de acción. En cuanto Edgtho viese el primer puñetazo o patada volar en su dirección, lo esquivaría agachándose o echándose a un lado, y golpearía a la vez el cuello o la nariz del grandullón. Evidentemente no iba a derribar alguien tan grande con un solo golpe, pero si dañaba su garganta le haría difícil respirar, y si dañaba su nariz conseguiría el mismo efecto además de hacerle difícil ver durante los siguientes instantes. Tras eso tan solo debía seguir esquivando y pegando. Claro que con suerte no haría falta nada de aquello. Oggo haría su parte. El resto sería el plan de emergencia. Siempre es necesario un plan de emergencia.

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12/02/2019, 23:00
Bria

La situación, aún cuando estaba segura de que podía contar con Edgtho y Oggo, y suponía que también con el de blanco, no era demasiado halagüeña. No albergaba unas esperanzas de futuro tan óptimas como sus compañeros de celda (y que esas fueran las optimistas ya dejaban bien claro lo mal que estaban), pero, aunque no le gustaba, estaba de acuerdo con el papel que debería desempeñar Lyra. Por ella había empezado todo, y si realmente hacían creer a la gente que era una protegida de Vanussa, esta tendría que acabar intervinendo en su favor para evitar perder influencia en el juego de poder de la ciudad. O eso esperaba.

Al menos, eso haría que los demás también se centraran en protegerla. No era mucho, pero era todo lo que tenían en ese momento que menos que cumplir con lo que habían empezado hasta el final. Aunque el tipo de blanco parecía bastante malherido, si se veían obligados a luchar sería una carga... y por el poco cuidado con el que lo habían tratado los guardias, y por sus palabras, Bria no las tenía todas consigo con lo de que pudiera serles de ayuda. En lo que a ella respectaba, se centraría en proteger a la muchacha.

La cual se despertó en ese preciso momento. Se detuvo y se apartó cuando Lyra la rehuyó, lamentándolo por dentro, y aún más cuando escuchó sus palabras y su llanto, y vio las expresiones de su rostro. Solo había querido ayudarla, pero, ¿Y si tenía razón? ¿Y si con sus actos lo que habían hecho había sido condenarla... y a ellos mismos? Quería creer las palabras de Edgtho, y no dudaba en que habría hecho lo mismo para intentar salvarla que si hubiera sabido cuál sería el resultado, pero, ¿Quién podía saberlo ahora? Que Lyra dijera que Vanussa era un ¿Señor? menor, no la tranquilizaba en absoluto. Demasiadas cosas dependían de ¿Él, ella?

Se quedó sentada en una de las esquinas, en silencio, viendo como Edgtho se movía por la celda, buscando una manera de escapar. Aunque jamás se había visto encerrada en una celda así, Bria ya había estado antes en esa posición, la de un prisionero de valor al que solo había que mantener encerrado el tiempo suficiente en el que se decidía que hacer con él, y sabía que buscar una salida era inútil. Aunque escaparan de la celda, no conocían qué ni quién había más allá, ni siquiera la disposición de los pasillos.

Un movimiento repentino le hizo girar la cabeza. El bárbaro empezaba a despertarse y a recuperar el sentido. Bria recordaba haberlo visto despachar hombres como si nada durante la pelea y levantarse de nuevo cada vez que era superado por varios adversarios. Quizás el supiera algo más sobre la situación de la ciudad, o al menos podrían hablar con él y convencerlo de que colaborar sería lo mejor para todos. Aunque puede que el que no hablara ninguna lengua entendible supusiera un problema.

Como el hecho de que sus intenciones parecían ir por un camino muy distinto al de la supervivencia.

Bria saltó como un resorte, poniéndose entre el bárbaro y Lyra, interrumpiendo su avance. Tenía muy claro que por su cuenta no podría aguantar demasiado contra un portento físico como el otro... pero no estaba por su cuenta. Esperaba que la provocación de Remu centrara la atención en ella misma, aunque dudaba que el bárbaro fuera a entender algo. Sus otros dos compañeros tampoco perdieron tiempo en tratar de distraer y rodear al recién despertado.

Se llevó la mano hacia la parte baja de la espalda por puro instinto, a pesar de que sabía que ya no contaba con su daga. Aún así, en su mirada estaban bien claras sus intenciones de no dejarlo pasar hacia Lyra costara lo que costara. Su función era la de suponer un obstáculo, por lo que, al contrario que Edgtho, no perdió tiempo con el lenguaje. El único que los tipos como aquél entendían era el de la fuerza, y si intentaba algo pensaba demostrarle que una mujer podía guardar muchas más sorpresas de lo que uno pensaba.

Tensó los músculos, lista para saltar sobre el bárbaro en cuanto lo hicieran los demás. Si estos conseguían llamar su atención, trataría de darle la vuelta y pasarle los brazos rodeando su cuello, para luego apretar hasta que el grandullón se rindiera o perdiera el sentido de nuevo. No iba a ser fácil... pero los guardias intervendrían si oían mucho ruido, ¿No?

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13/02/2019, 02:24

—Llevo viviendo en la calle desde los siete años —contestó Lyra a Edgtho, en sus ojos cristalinos cimbreaba un furioso vendaval de ira— con doce años empecé a prostituirme. Desde los catorce, fui la esclava de Melara. Cien latigazos y un amo con renombre es un regalo para mí. Ahora no tengo nada —volvió a agachar la cabeza. Cuando Edgtho mencionó que debía vivir por “la otra chica”, Lyra simplemente lloró. El recuerdo aún era tan doloroso como una herida recién abierta.
La búsqueda de Remu había sido del todo infructuosa, allí no había más que heces, paja seca y los posos de la desesperación. Edgtho decidió probar suerte con la puerta. Comprobó el primero de los barrotes. Cuando su puño se cerró sobre él, recibió un bastonazo de alguien que se encontraba fuera. Retiró la mano maldiciendo el dolor que crecía en sus dedos.
—La próxima vez te pincharé con el otro lado de mi lanza, ¿Entendido? —la advertencia fue acompañado por una risa doble. Después de todo no estaban solos allí, había alguien afuera, aunque no pudieran verles.

Había asuntos más acuciantes que solventar que la ira encendida de una muchacha decepcionada por los avatares de la vida o que el hecho de trazar planes para peligros que solo se habían formulado en sus mentes. Allí, entre ellos, tenían una amenaza real. Sólido y contundente como un ariete, agresivo y cargado de deseo. Un animal en celo con forma de hombre.
El bárbaro avanzó con sus ojos puestos en ambas mujeres. Que Bria se colocase delante de la joven Lyra no amilanó al hombretón. Al contrario, le encendió más. ¿Qué era pues el amor sin un poco de lucha previa? Sus ojos estaban clavados en las mujeres, no así sus instintos. El bárbaro era como un animal. Olía, oía, sentía. La lucha, para él, no tenía nada de técnica, solo era brutalidad, emociones desatadas e instinto puro. Ignoró los extraños aspavientos de Remu para centrarse en Edgtho. No hablaban el mismo idioma pero una actitud desafiante podía entenderse en cualquier lengua. El bárbaro le mostró la palma de su mano y luego estrelló el puño contra ella dejando claro que el explorador iba a encontrarse en medio. Soltó una risotada a la vez que le indicaba que se acercase.
No llegó a pasar. Oggo se había colocado a su espalda, se tomó unos momentos para apuntar y luego colocó su pie en la entrepierna del gigante. Hizo diana. El gigante emitió un grito sordo, sus ojos se tornaron blancos, a punto de salirse de sus órbitas, inflados de dolor. Clavó una rodilla en el suelo. Su mirada logró clavarse en Oggo, los dientes apretados en una promesa de dolor.
No se desplomó.
Jadeó, retomó el aliento. Antes de que pudiera ponerse en pie, Edgtho, que se había dado cuenta de que no iba a ser nada fácil tumbar a alguien así, le golpeó en el cuello. Fue igual que golpear un tocón de madera. El bárbaro intentó agarrarle, Edgtho le esquivó y aprovechó para golpear su nariz. Brotó sangre, un hilillo muy fino que terminó por encender al bárbaro. El dolor, si es que sentía algo, quedó relegado a un segundo plano. Volvió a ponerse en pie emulando a un oso recién desperezado. Gruñó con rabia.
Edgtho lo intentó una vez más. Un amago, un movimiento hábil…y los hábiles reflejos del bárbaro lograron captar sus intenciones. Le agarró por la muñeca, tiró de su brazo hacia él y colocó su otra manaza sobre su cráneo. Escuchó una palabrota poco amistosa en una lengua salvaje. Seguramente el bárbaro pretendía alzar al explorador y arrojarlo contra el suelo, o quizás quisiese doblegarlo y pisarle la tráquea. No tuvo ocasión.
Bria saltó a la espalda del grandullón. Parecía ridículo; el cuerpo blanco y esbelto de ella pegado a la enorme mole bronceada por los climas tropicales de selvas recónditas. Bria pasó sus delgados brazos alrededor del cuello de toro de él, y cerró un candando con ellos que empezó a apretar. El bárbaro arrojó a Edgtho a un lado, quien rodó por el suelo. El bárbaro palmeó el aire, giró a un lado y a otro, propinó un bofetón a Oggo, quien había intentando acercarse, e hizo que le temblase una de sus muelas.
El corpulento bárbaro intentó agarrar a la mujer pero no tenía tanta movilidad. Y ella era pequeña en comparación. Gruñó, escupió, la sangre de su nariz se mezcló con los salivazos de sus maldiciones. En un último intento, arremetió, de espaldas, contra una de las paredes de la celda. Bria pudo sentir como todos los huesos de su espalda crujían al ser aplastados contra la roca y como su pecho, sus pulmones y su estómago se hundían bajo el peso de los músculos de aquella mole. Perdió el aliento durante unos momentos y por poco el sentido. Aquel golpe hubiera dejado sin conocimiento a cualquier mujer, incluso a cualquier hombre. Pero no a una brythuna. Bria aguantó, estoica, sin soltar su presa.
El bárbaro se tambaleó, parpadeó. Edgtho volvió a la carga, logró asestar dos golpes más. Oggo también, aunque el rostro de aquella mole parecía roca pura. Otra vez; una rodilla al suelo. El bárbaro los miró, se llevó las manazas al cuello, agarró los brazos de Bria. Intentó soltarse. Si lo hubiera hecho al principio, lo habría logrado, pero ahora le faltaba el aliento. Su agarre perdió fuerza, sus brazos cayeron flácidos a los lados para, instantes después, darse de bruces contra el suelo. Bria se quedó encima de él unos segundos más, manteniendo la presa. Le soltó, aunque podría haberlo matado.
La brythuna sentía toda su espalda dolorida y tenía feos moratones en los brazos, allí donde el bárbaro la había agarrado con fuerza. Sus músculos le ardían dada la tensión que habían soportado. Se sentó y apoyó contra la pared para recuperar el aliento. Edgtho estaba indemne, salvo quizás en su orgullo, y Oggo tenía una de las mejillas encendidas por el bofetón. Remu y Lyra no habían participado. La muchacha ni siquiera se había movido de su sitio.

—Son bestias, joder. Salvajes que se matarían sin ningún motivo, debimos haberlos atado —dijo uno de los guardias.
Al otro lado de la puerta pudieron ver dos siluetas, dos hombres; armaduras de cuero, lanzas y el aburrimiento y el hastío en sus miradas. Uno pintaba canas en su barba, el otro era bastante más joven.
—Son como perros salvajes. Se mataran hasta que solo quede uno —señaló el más joven.
—Son unos necios que no entienden nada —apartó la vista, como si hubiera contemplado esa escena más veces, y habló con alguien a quien no podían ver —. Eh, Huggs, trae las cadenas, ¿Quieres? —Volvió sus grises ojos al interior de la celda —. Os lo explicaré, cabezas huecas. Vais a salir a la arena, emparejados, unidos por una cadena. Si uno de vosotros muere, significa que uno de vosotros saldrá encadenado a un puñetero cadáver.
Alguien apareció y le entregó tres cadenas de metal negro, no medirían más de metro y medio. En los extremos había unos estrechos grilletes. El veterano las arrojó dentro de la celda a través de los barrotes.
—Emparejaos —ordenó —. Si no lo hacéis vosotros, lo haremos nosotros. Y no os gustará — miró al más joven —. ¿Qué toca hoy?
—La rebelión de los esclavos —dijo el más joven, sonriendo.
—Ah, ya, joder, debemos de tener mucha mierda que limpiar en las celdas inferiores —miró a los presos una vez más —. Vais a tener el honor de escenificar la rebelión de los esclavos que aconteció en Ponthia hace quinientos años ante la presencia del emperador—mostró una sonrisa tan agria como poco prometedora —. Y estáis de suerte. Nuestro capitán quiere que uno de vosotros sea el jefe de la revuelta.
Le entregaron una pequeña capa hilada con paja. Apenas taparía sus hombros y parte de la espalda. La arrojó dentro también*.
—Quien se ponga la “capa”, será el jefe de los esclavos. A ese le daremos un arma y todo. Sencillo ¿No? —hizo un gesto de desdén, como un profesor de literatura que termina comprendiendo que sus cerdos no van a apreciar los clásicos que los leía por mucho esfuerzo que pusiera.

Lyra se puso en pie. Inspeccionó la capa pero terminó perdiendo el interés en ella. Arrojó una mirada temorsa al bárbaro, quien volvía a dormitar como si nada hubiera pasado.
Marissa me contó esa historia. No fue una rebelión. Más de cien familias lograron escapar de sus amos y empezaron un éxodo hacia quien sabe dónde. Los hombres del patricio los persiguieron, los acorralaron y los mataron a todos. Ellos tenían palos y piedras; eran granjeros, siervos de las casas, algunos artesanos. Y mujeres. Y niños. Fue una masacre —paseó entre ellos, se la veía agotada. Se dejó caer al lado de Bria y con un último gesto de ternura, apoyó su cabeza en el hombro de ella.

Notas de juego

*Quien elija la capa, que tire un dado de 1 al 10. 10 será algo bueno y 1 algo malo.

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13/02/2019, 06:33
Remu

La situacion dejo anonadado a Remu, la sincronia a la hora de la pelea entre los 3 individuos fue magistral y sus estilos se complementaron de forma correcta, la resistencia de Oggo, quien a pesar de recibir el daño por carambola consiguio soportar uno de los golpes del barbaro, la pericia en combate de Edgtho a la hora de propinar daño a la bestia y la agilidad de la señorita Bria, toda esa combinacion de cualidades unicas encendio una llama de determinacion en el corazon del joven Latini, ya no se encontraba ante la ignorancia de lo que lo rodeaba, ahora estaba mas que conciente de que las tropas con las que pelearia estaban mas que capacitadas para seguir ordenes y ejecutarlas de manera eficiente.
-Si lo que Lyra nos cuenta es cierto, es probable que durante el combate no solo nos encontremos en una desventaja numerica, sino tambien armamentistica, sin embargo esto es una actuacion, puro espectaculo, si vamos a sobrevivir debemos apegarnos a nuestro papel hasta el momento exacto en el que la improvisacion sea obviamente necesaria...con esto me refiero a no dejar que nos masacren obviamente.-Remu tomo la capa del suelo y observo al resto-, no pretendo que me obedescan, esta mas que claro que ustedes son mas capaces en combate que yo, pero si tenemos una oportunidad de ganarnos al publico sera gracias a que yo puedo convencerlos de que las pobres almas vagando en la arena merecen mas que una muerte deshonrosa. Tampoco portare el arma que se nos entegue- dijo susurrando, procurando que los guardias no lo escuchasen- si esta no resulta util en mis manos, se aceptar los limites del papel que desempeño.
 
  Remu miro a la pobre chiquilla apoyada en Bria... sintio lastima y una sensacion de dolor que solo podia ser causada por la empatia y comprension que tenia ante la situacion que atravesaba la pequeña...
 
-Porfavor, se los pido, permitanme desempeñar mi papel y trabajemos en la arena de la misma forma en que lo hicieron ahora, en equipo, con sinergia y con una voluntad de acero.
 

- Tiradas (1)
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13/02/2019, 21:19
Oggo

El balance de la gresca con el bárbaro había resultado inusitadamente positiva. No porque hubiese sido fácil, porque no lo había sido. Oggo había calculado que una patada en los bajos hubiese dejado fuera de combate a 9 de cada 10 hombres. Había sido una verdadera desgracia que éste fuese el décimo. Pero sus compañeros habían demostrado coraje y recursos, porque entre los dos habían reducido al bestial hombre de manera rápida y efectiva.

- Bien hecho -dijo a los dos, pero con su mirada clavada en Bria. Sin su intervención la cosa se hubiese puesto fea, y hubiesen perdido mucha mas energía.

Luego la confirmación de sus sospechas. De alguna manera había resultado un golpe, de todos modos. Todos los hombres saben que van a morir, pero cuando la muerte está a la vuelta de la esquina siempre los pilla desprevenidos. Y esa sensación había sacudido internamente a Oggo. "Vais a salir a la arena". 

Hasta hacía poco no le hubiese importado morir allí, borracho en un callejón o en cualquier otro lado. Pero toda aquella situación lo estaba haciendo revivir cosas que consideraba muertas. Y mientras mas vivo se sentía mas le importaba no dejar su aliento en aquel coliseo maldito.

La rebelión de los esclavos. No iban a ser los únicos. Habría mas condenados como ellos, pero uno tendría un arma.

El de la toga se apuró a recojer la capa y el título. A Oggo no le parecía una buena opción, pero puede que fuera inútil discutir esas cosas. Miró las cadenas, y su mirada se fue posando de uno en uno en sus compañeros de celda.

- Opino lo siguiente -dijo mirando a Edgtho y a Bria especialmente, que eran quienes consideraba mas valiosos. Tú y tú -dijo señalando a Edgtho y a Remu. Tú le darás el arma a él -le dijo al segundo. Tú protegerás a la niña -dijo a Bria. Dos mujeres en medio de la multitud, al menos en un principio, resultarán un blanco menos amenazador, por lo que los atacantes se concentrarán en otros primero. Tendrán oportunidad de tomar un escudo, o un arma. No deberían ser un blanco prioritario cuando todo se desate. Yo me ataré a ése -señaló al bárbaro. Aprovecharé que está inconsciente para encadenarnos los tobillos, porque de otra forma no podré tener una mano libre. Yo lidiaré con él.

Volvió a mirar a todos, buscando su aprobación, o sus objeciones.

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14/02/2019, 15:27
Bria

El bárbaro no se amilanó a pesar de ver que no le dejarían cumplir su intención, como era de esperar. La patada por la espalda que le propinó Oggo debería de haber sido suficiente para disuadir a cualquier otro hombre, pero el salvaje demostró tener una sorprendente resistencia. Edghto también se lanzó sobre él, y luego Bria, cuando vio que el otro necesitaba una mano y encontró una oportunidad.

Saltó a su cuello como había planeado y empezó apretar. Le llevaría un rato, pero si conseguía mantenerse en esa posición sería cuestión de tiempo que el hombre cayera. El bárbaro se revolvía, tratando de alcanzarla al tiempo que se deshacía de sus compañeros. Al ver que no podía quitársela de encima, optó por una táctica más bruta... Una en la que Bria no había pensado.

Al sentir como el hombre echaba a correr de espaldas hacia la pared, se aferró con más fuerza y se preparó para el impacto, pero aún así el golpe la dejó sin aliento. Un agudo dolor la recorrió entera por dentro y no fue de milagro que no llegó a romperse nada, pero aún así se mantuvo sujeta a su cuello y no tardó en volver a hacer presión... hasta que finalmente el bárbaro se quedó sin aire y sin sentido. Cuando estuvo segura de que no daría problemas durante un rato, aflojó y se separó de él, arrastrándose hasta quedar apoyada en una pared, agotada y dolorida.

Los guardias, pues al final no solo no estaban solos sino que encima estaban justo fuera de la celda, no solo no hicieron nada, sino que encima se habían estado divirtiendo con la pelea. Al menos uno de ellos les explicó por fin que era lo que se tenía reservado para ellos. Servirían como espectáculo... y como advertencia.

Abrazó a Lyra cuando sintió que esta se apoyaba en ella. Por la historia que les contaba, estaba claro que no pelearían en igualdad de condiciones, y la muchacha podía albergar resentimiento hacia ellos por arrastrarla hasta esa situación, pero mientras le quedara un solo soplo de aire en el cuerpo, no dejaría que le pasase nada.

Asintió cuando el de blanco cogió la capa, estaba de acuerdo con que fuera él el "líder de la revuelta". Las palabras eran lo suyo, así que mientras le diera el arma a alguien que supiera usarla, podría hacer mejor su función si la gente podía distinguirlo entre los demás luchadores. El plan de Oggo también tenía sentido — Me parece bien — dijo, incorporándose un poco, haciendo una mueca cuando su espalda le dio varios latigazos, todavía resentida por el golpe — Tendremos que actuar de manera coordinada, y tratar de no separarnos mucho. Tú — le dijo al de blanco, que todavía no había revelado su nombre, por la razón que fuera — ¿Has dicho que has dirigido hombres antes? Ahí fuera no estaremos solos, deberíamos organizar a los demás cautivos lo más rápido posible. Si todos van por su propia cuenta, no importará mucho lo bien que lo hagamos nosotros, acabaran por superarnos también — no sabían contra qué se estarían enfrentando, pero esperaba que Oggo tuviera razón con lo de que no se centrarían en ellas. Y esperaba también que el bárbaro al que pensaba atarse fuera lo bastante listo como para no vengarse de la patada en mitad de la arena.

— Tranquila — le dijo a Lyra mientras cogía una de las cadenas que les había dejado el guardia — No dejaremos que te pase nada - quiso confortarla.

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19/02/2019, 21:16
Edgtho

Cuando Lyra le respondió, Edgtho habría querido hacer lo propio. Habría querido decirle que con la edad que ella comenzó a vivir en la calle, a él estaban usándole como cebo para encontrar las patrullas enemigas. Que con doce años ya había probado el filo de una espada. Lo cierto era que no le pareció oportuno porque tampoco eran cosas que pudiesen compararse. En aquel momento a él no le pareció una vida dura o injusta, era simplemente lo único que conocía, y ni siquiera guardaba malos recuerdos. Imaginaba que para la pobre chica era distinto. Mientras él había tenido a sus compañeros y había conocido la fraternidad, la sensación de formar parte de una unidad, de compartir victorias y derrotas, ella no había tenido nada de eso en las calles. Peor aún, lo había tenido pero acababa de perderlo. Por eso no respondió. No encontraba palabras para decirle que la comprendía, pero que habría acabado muerta. Claro que también podía estar dándose excusas a sí mismo. Tal vez ella tenía razón. Tal vez deberían haber dejado que las cosas siguieran como estaban.

La pelea con el bárbaro no fue exactamente como Edgtho habría esperado. Golpear un par de veces fue fácil, entretener al grandullón también. Lo difícil era tumbarlo. Edgtho había cazado osos alguna vez, pero nunca con las manos desnudas. Ya no necesitaba imaginarse lo difícil que debía ser, porque el maldito bárbaro debía ser al menos igual de resistente y casi igual de fuerte. Los dos primeros puñetazos fueron bastante bien. El tercero acabó con él de algún modo volando hasta estrellarse contra el suelo. Sacudió la cabeza un par de veces antes de levantarse, justo a tiempo para ver a Bria encaramada a la espalda de aquella bestia humana. No es que la valiente guerrera lo estuviese pasando bien, pero al menos estaba consiguiendo debilitar al adversario. Poco a poco surtió efecto. Cuando el bárbaro quedó fuera de combate, Edgtho se dejó caer, sentándose pesadamente en el suelo y respirando hondo, con una medio sonrisa en los labios.
-Si alguien pregunta- dijo entre jadeos -lo hemos tumbado en uno o dos golpes-

Por supuesto los guardias seguían allí. Casi se alegró de oírlos hablar porque, incluso si las noticias eran malas, al menos por fin sabían de qué iba todo aquello. Representar una batalla histórica. Según las palabras de Lyra, una masacre histórica más bien. Definitivamente la idea era ejecutarlos sin tener que llamarlo ejecución. Debía admitir que no estaba mal pensado.
El tipo de blanco se ofreció rápidamente para llevar la túnica, aunque rechazó el arma cuando se la dieran. Edgtho asintió. El tipo era un inconsciente o un temerario. Alguien podría cuestionar su buen o mal juicio, pero desde luego nadie diría que no los tenía bien puestos. Edgtho se levantó, camino hacia el “líder de los esclavos”, y le dio dos palmadas en el hombro. Después escuchó las ideas de Oggo.

Creo que es mejor encadenar a Lyra y a nuestro líder juntos. Sabemos que algunos irán a por quien porte la túnica. Otros irán a por Lyra. Si les damos dos blancos no podremos maniobrar para protegerlos. Si les damos uno solo sabremos dónde van a dirigirse. Si tu te quedas cerca- dijo mirando a Oggo -Se moverán rápido a por ellos. No creerán que eres una amenaza. Mientras tanto, Bria y yo podemos movernos más rápido. Podemos atacar y retirarnos. Los que busquen pelea irán a por nosotros, dejándoos a vosotros a los más ansiosos, no a los mejores. Si después de eso nos hacemos con algún arma y ellos no son demasiados, podemos seguir atacando. Si nos concentrásemos solo en defendernos, nos rebasarán antes o después-

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19/02/2019, 22:30
Oggo

Oggo no estaba de acuerdo con la nueva estrategia. Para empezar, no le parecía acertado unir a los dos eslabones en principio mas débiles. Por un lado, en una batalla había imprevistos y no era fácil mantener la linea, aún estando de acuerdo. También significaba que el arma quedaría en poder del de la toga y no confiaba en que supiera darle el mejor uso. Y por el otro, a Oggo iba a llevarle tiempo maniobrar con su compañero. Y eso si sobrevivía a su "compañia". 

Pero no había tiempo para discutir, y lo peor que podía hacer era generar conflictos. Debían ser una unidad si querían sobrevivir. El plan de que Lyra era la protegida de Vanussa era lo que daba alguna esperanza de no terminar como cadáveres un una fosa común.

- De acuerdo -contestó a Edgtho asintiendo con firmeza.

Tomó una de las cadenas y la cerró sobre el tobillo derecho del bárbaro, y puso el otro extremo en su tobillo izquierdo. Eso daría algo de libertad a su única mano.

En batalla demostraría a su compañero que no tenía miedo, de él ni de nadie. Intentaría hacerle entender por señas que él no era su enemigo, que el enemigo estaría en la arena.

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20/02/2019, 01:21

—Eh, Dellos ¿Quieres traer ya esa maldita arma o qué? —gritó el guardia más veterano fuera de la celda.
Se escucharon pasos, varios hombres, algunas risas.
—¿Puedo dársela yo? —Preguntó el más joven de ellos.
—Te gusta reírte de ellos —desaprobó el veterano.
—Mi soldada es una mierda, señor. Lo único que me diferencia de esos desgraciados es que estoy al otro lado de los barrotes. Pero soy tan pobre como ellos. Y son tan pocas mis alegrías…—suspiró, dramático.
—Está bien, chico. Disfruta de tu momento.
El guardia apareció al otro lado de los barrotes. Su sonrisa torcida emulaba sensaciones confusas. Habló hacia Remu, quien se había colocado la capa de paja sobre los hombres.
—Todo un rey. ¡El rey de los esclavos! Y todo rey necesita un arma digna —dijo, haciendo aparecer el arma y arrojándola al interior de la celda.
Era ligera, emulaba una espada. Los juntos estaban entrelazados uno con otros dando apariencia de robustez. Cuando Remu empuñó el arma comprobó que la “espada de juntos” era flexible, que probablemente se desharía en su mano tras un primer golpe y que desde luego no podría detener un golpe con ella. Aquello le recordó a su hogar, tiempo atrás, cuando tales instrumentos se habían utilizado en obras de teatro para narrar dignas epopeyas y odiseas. Pero allí no había nada digno.
Afuera, algunas risas. Llegó alguien más.
—Señor, dos criados han desaparecido —hizo un alto en sus palabras como si seguir hablando fuera atraer la mirada de algún diablillo —. En los túneles inferiores.
—Vuelve ha empezar, ¿Eh Soka? —murmuró el veterano —. Dime, ¿Qué ruta tenían? ¿Cerca de las jaulas de las fieras?
—No señor.
—¿Y cerca de la jaula de…?
—No, no, ya sabe que nadie va allí salvo los “elegidos”. Los demás ponen demasiado nervioso a…esa maldita cosa.
—¿Entonces?
—La voz del veterano se quebró al final, ya sabía la respuesta.
—En los túneles inferiores, señor.
—Entiendo, hacía mucho tiempo que no pasaba. Los ánimos están revueltos y este maldito edificio es como si lo supiera. El león alcanzará su victoria número cien y será libre o morirá a las puertas de la libertad. La piedra lo nota, y la arena también. Iremos a echar un vistazo. Tú, tú y tú, conmigo. Soka, te quedas con Dellos —ordenó —. Estos seis deben salir a la arena sin falta. Hay un especial interés en ellos. ¿Entendido?
—Pero, señor, yo solo vine a entregar un mensaje. Mi turno acabó hace tres horas, me duelen los pies y…
La voz del soldado veterano sonó distante, se estaba alejando junto con los demás.
—Las quejas, al capitán Glothus.
Los dos guardias ocuparon sus respectivos puestos a los costados de la entrada. Uno de ellos empezó a silbar pero al rato, se aburrió y lo dejó.
—¿Algo interesante ahí dentro, Dellos?
—Un manco, dos ramera, un chalado y dos que pueden merecer la pena, aunque el más grande está fuera de juego. No voy a apostar, no hay muchas garantías de ganar.
—En la arena nunca las hay.

Notas de juego

Un miniturno sin mucha relevancia. Hasta el miércoles/jueves de la siguiente semana no podré poner turno. Perdonadme. Es el único parón, previsto, que haré en la partida. Disfrutad de la compañía y charlad un poco, en el siguiente turno salis a la arena.

Un saludo!

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20/02/2019, 15:07
Remu

-Ahora si parece que estamos hablando de un plan-dijo Remu con un tono serio que no había exhibido antes- , sin embargo será muy importante que nadie rompa formación en ningún momento, en el mismo momento que eso suceda todos deberán buscar una forma de regresar al orden antes establecido, de otra forma nos eliminaran ya que los enemigos atacaran en grupos a nuestros mas notables hombres o mujeres. También estoy de acuerdo con la señorita amazona, el resto de los mugrosos con los que nos encontremos arriba serán cruciales para nuestra supervivencia, sin embargo les recuerdo que ellos son los adornos de un carruaje constituido estructuralmente por nosotros 5, si ellos fallan nuestro vehículo aun puede funcionar.-Se giro hacia el bárbaro dormido.- Estoy de acuerdo en que tu te encargues de el,señor manco, sin embargo eso significa que deberás permanecer fuera de la formación, ya que si realizamos una formación triangular- Remu se atoro un poco al pronunciar esas ultimas palabras, su necesidad de mencionarlas en su lengua natal eran notables- tu podrás funcionar de boya en aquel mar de violencia, además, si conseguimos ayuda de los demás reclusos podríamos formar una capa exterior de soldados que te apoyen, mientras que nosotros mantenemos una formación mas cerrada y exclusiva en la zona central, evitando así que las traiciones desbaraten nuestros planes.

 Mientras terminaba esa breve explicación a la cual no sabia si sus compañeros darían importancia comenzó a arrancar con ayuda de su “arma” una larga tira de la parte inferior se su túnica, la tela era fuerte y cara, por lo que Remu debió contener algunas lagrimas. Una vez terminada la masacre en contra de su vestuario oficial de senador, el alargado trozo de tela arrancada constituía una fuerte arma improvisada que no requería de fuerza bruta para funcionar, sino mas bien de un control en los músculos y suerte.(No imaginen que pensé en un látigo o una idiotez así xD, por favor, es para asfixiar a alguien)
-Sin embargo jamás podre atraer a nadie a nuestras filas portando únicamente el papel de “Líder”, por ello debemos procurar que el resto de los cautivos nos observen como su mejor opción para sobrevivir, por lo que deberemos encargarnos de  algunos enemigos antes de conformar la formación…suponiendo que nos envíen grupos de enemigos claro esta, de otra forma simplemente “el Leon”(Suponiendo que escuchamos esa parte de la discusión de los guardias, en caso contrario porfavor no tengan en cuenta esta parte) deberá ser enfrentado con otro tipo de estrategia.-Ajusto el largo del arma improvisada enrollándola en sus manos, una vez termino la tenso para ver si esta serviría de algo y no pudo definirlo, por lo que se contento con sentir el apoyo psicológico de esta herramienta.

 El joven Latini hablaba con un tono de superioridad inconciente, aun a pesar de que habia mencionado previamente que no necesariamente debian obedecerlo en el combate, sin embargo el no podia darse cuenta de que hablaba de esa forma con sus iguales en la celda, su faceta de soldado salia a relucir por cuenta propia.