Te arrastras fuera del lugar, tratando de recordar como volver a aquel sitio cuando llegue el momento. Al asomar a la superficie, el viento helado te refresca el rostro, mientras te diriges hacia la catedral de uno de los distritos más siniestros de Londres: El gran incendio de hace 90 años aún marca, en combinación con las heridas de la guerra, a este deprimido territorio.
Tras una hora de caminata, comienzas a ver la silueta del gran edificio: la catedral. Un escalofrío te recorre el espinazo nada más verla, hay algo que no te gusta en aquél sitio, algo que no te gusta en absoluto.
Esta lejos, pero puedes llegar en lo que queda de noche. Sabes que es una zona peligrosa, no hay muchos vástagos que vivan allí y los que lo hacen, tienen extremo cuidado. Que no haya habido problemas con cazadores no significa que los cazadores no existan.
La catedral de Southwark asoma su ennegrecido pináculo entre el resto de deprimidos edificios de sus cercanías; trago saliva ante mi inminente desaparición:
Está bien; me da tiempo de llegar pero ando algo justo de Noche como para ponerme a husmear sin haberme asegurado Refugio: Al aproximarme a la catedral, extremando cada vez más el cuidado de andar oculto para no ser presa de ninguna de las criaturas que, como yo, ande deambulando por esta zona de la devastada ciudad, busco una abertura a las alcantarillas; que me permita acceder al Mundo subterráneo y encontrar un lugar en el que esconderme si se aproxima la madrugada y la prudencia me impone descansar y ocultarme de los Rayos del Sol y los humanos que, con la salida del reluciente astro, empiecen a proliferar en el exterior.
Encuentras una abertura de alcantarillado. Apesta, y lleva tiempo atascada, pero no te cuesta levantar la tapa para introducirte. Tenías muchas cosas en las que pensar.
¿Deseas hacer algo más en lo que queda de noche o pasamos a la siguiente escena? Le vendría bien a tu personaje hacerse con algún vehículo, para que las noches no sean engullidas por los desplazamientos de un cojo. Otra opción es el uso del metro, aunque tiene poca conectividad en estos momentos.
Me refugio, echo un ovillo, en un incómodo y maloliente rincón en las alcantarillas.
Inquieto entre las apestosas sombras, discurro acerca de lo que me ha relatado El Amo: Las débiles alianzas tejidas entre los Clanes; la consentida presencia de Bainbridge y los suyos en los dominios de los Míos, localización en la que los Tremere disponen de laboratorios que explican la desaparición del Vástago fallecido.
La alianza entre Lady Anne y Haversham en lo que a la captura de Lonnegan respecta.
La certeza, de nuevo aseverada por El Amo, acerca de la escasa capacidad militar de Lady Anne, convirtiendo a mi Primogénito en poco menos que invulnerable a las acciones de La Reina.
La constancia que Haversham espera visita, obviamente la de Ernest y los Ventrue que lo acompañan... una mueca de asco se atisba en mi desfigurado rostro al recordar el estúpido Morgan.
La supremacía de otro ser que, desde las sombras, dirige el comportamiento de los otros, prácticamente del resto de Vástagos de Londres, Haversham incluído...
La sospecha, débil al principio, pero que cada vez goza de mayor robustez, que ese otro Ser pueda tratarse del mítico y desaparecido Príncipe Mithras...
¿Porqué El Amo me habrá mandado a esta catedral? ¿Qué se estará cociendo entre sus muros que pueda interesarle? Confío que, en caso de sobrevivir una Noche más, El Amo me instruya al respecto de lo que está ocurriendo!
No, no hago más: Dadas las horas y la zona en la que me encuentro, me parece imprudente iniciar una cacería o intentar procurarme transporte; me alimentaré en cuanto pueda y, en los trayectos que me lo permitan, intentaré desplazarme en Metro (eso si, manteniendo mi rostro oculto al resto de pobres pasajeros!)