Partida Rol por web

Morgan, de nuevo Morgan. Bufo hastiado: Su presencia solo presagia absurdas preguntas e interrogatorios que en nada van a ayudar a que salgamos de ésta; El encuentro era inevitable, mejor que sea ya y, aunque sea una vana esperanza, procuremos aclarar las cosas entre nosotros para ocuparnos de lo que en realidad importa...

Tras la charla con Evelyn, y justo cuando me disponía a abandonar la estancia, casi me topo con El Guardián:

...debemos tomar medidas de precaución extraordinarias, pero nada que pueda alertar a todo vástago ajeno a dicha información. No es deseable que cunda el pánico.

De lo que William relata entiendo que se nos exige confidencialidad en lo que al resultado de nuestras pesquisas concierne; me da el argumento ideal para minimizar las explicaciones a nadie que no sea La Reina, Perfecto!

Sigo al dramaturgo en silencio, confiando que, a pesar de hallarnos en el recinto neutral del Eliseo, no deba compartir aposento con según qué desagradable presencia. 

Asentí tranquilamente con la cabeza al Guardián, no ganaba nada gritando a los cuatro vientos los hallazgos que habíamos hecho el Nosferatu y yo, solo confiaría en mi contacto.

Acompañaría al Guardian, sin estar ajena de los nuevos invitados que entraban al Elíseo.

Un grito os estremece, proveniente de uno de los pasillos, del interior de uno de los camerinos.

- ... ¡¡AYUDAME!! - el Guardián se giró presto, buscando la fuente del grito.

Más pronto de lo que pensaba empiezan los problemas en el Eliseo: Contaba poder descansar, reagrupar fuerzas y disponer las defensas del Globe... Vanas esperanzas que parecen ceder ante el grito de auxilio, que no presagia nada más que apremiantes dificultades!

Imito el gesto de Sir Shakespeare, intentando adivinar el origen del grito así como lo que sea que causa la perentoria reclamación. Me muevo lento, procurando quedar a la retaguardia del Guardián: Por un lado por razones obvias, pues mi cojera no me permite avanzar más rápidamente, por otro por precaución, no deseo ser el primero en recibir el presumible asalto de los merodeadores!

Me giré con movimientos felinos en dirección al sonido, saque el cuchillo que ocultaba en la falda y me adelanté lentamente, al mismo ritmo que Leroy, y sin perder de vista al Guardian.

No era ni el momento ni el lugar para que nos metieramos en problemas, faltarían segundos para el amanecer y estabamos dentro del Elíseo.