Partida Rol por web

- ¿Inferior, cuánto? - Fruncí el ceño con aire de disgusto, mientras me guardaba la daga inicial. Sería inicial, pero para algo serviría. - ¿Y para ella qué tienes? - Señalo a Naga, que también estaría interesada en mejorar su equipamiento, supuse.

El vendedor respondió

- El precio de venta de una daga inicial asciende a las 50 monedas, nadie os dará más - comentó.

Después miró a Naga.

- Una sacerdotisa... mmmm, tenemos una Balletas Ligera Estándar por 500 monedas, muy recomendable para dicha clase -

De repente Naga te miró con una tremendísima cara de lástima. Intuías que algo le ocurría.

- No, la inicial no, la de plata que tengo. - Le indiqué al vendedor con algo de impaciencia, pues parecía que me quiera dar largas, o estafarme, o ambas cosas. - ¿Cuánto me das por mi daga de plata?

Miré a Naga. - ¿Qué? - Le pregunté. - ¿No tienes pasta? - Supuse que esa sería la razón de su expresión.

El vendedor miró el arma de plata

- 400 monedas - dijo de manera repentina.

Naga parecía avergonzarse, pero acercaste por completo.

- No... no tengo nada... y esa ballesta... esa ballesta me ayudaría mucho... - tenía toda la pinta de que no hizo el tutorial del inicio.

Miré al vendedor con cara de incredulidad.

- ¿Qué? Si sólo hay un punto de diferencia entre estas dos dagas de plata y tú esa diferencia la valoras en 600 monedas. ¡Un 60%! - Negué con la cabeza - No hay trato. Te la vendería por 700 monedas, pero por 400, ni en broma.

Luego miré a Naga. - ¿No hiciste el tutorial? Pues vas a tener que conseguir dinero. - No le digo nada que no supiera ella antes. - ¿Lo tuyo qué és? ¿La Percepción?

No conocía lo que destacaba de la profesión de sacerdotisa, pero al ofrecerle una ballesta, supuse que sería su punto fuerte.

El vendedor seguía impasible ante tu regateo, de hecho notaste como cuidadosamente guardó la daga de plata equilibrada, seguramente sería porque daba por hecho que no la ibas a comprar, y menos ante la negativa de vender por un precio superior tu daga de plata estándar.

Naga siguió en silencio mientras sacabas tus propias conclusiones.

- Esto... bueno... me repartí todos los puntos por igual... ¿tan mal he hecho? - comentó mientras se sonrojaba

- Oye... ¿tu no me dejarías algo de dinero verdad? - inmediatamente agachó la cabeza

- Tienes mi palabra que te devolveré cada moneda que me hayas dejado ¡con intereses! -

- Huuummmm ... - Suspiré mirando a Naga, mientras recogía mi daga de plata y la enfundaba en su vaina. - De acuerdo, pero cada día que pase los intereses subirán en 100 monedas. - Le tendí la mano para cerrar el trato. La usurería era tan buen método de robo como cualquier otro, con la ventaja que era legal. - ¿Aceptas?

De repente a la chica se le iluminó la cara. No esperaba ni por asomo que respondieras así

- 50 - te tiende la mano para que confirmes el trato. Ella parece sonriente.

- Ni pa ti ni pa mi: ¡75! - Y apreté su mano, esperando que ella asintiera. Cuando lo hizo, le dije al vendedor: - ¡Una ballesta para la sacerdotisa! Aquí tienes tus 500 monedas.

Jack estrechó la mano de Naga, la cual había aceptado sus términos y completó así la transacción.

El vendedor descontó automáticamente las 500 monedas para acto seguido darle la ballesta a Naga.

- ¡Sí! - gritó

- ¡Por fin un arma en condiciones! - de repente, con ella en mano te apuntó. Después esbozó una sonrisa

- Bang, estás muerto - rió

Aquella chica desde luego era toda una caja de sorpresas en cuanto a comportamiento.

No me reí con la broma de la ballesta, sólo enarqué una ceja.

- Vámonos, a ver si encontramos alguna manera de hacer pasta. - Y comencé a caminar hacia la calle. Entre ceja y ceja tenía la idea de poner en marcha mis dotes de ladrón. Así que pensé que sería buena idea ir a un mercado o plaza, donde la gente se amontonase y poder dar rienda suelta a mis dedos.

Amaneció un nuevo día. Seguías por los alrededores de Bahía Perdida buscando oportunidades para seguir adelante en este nuevo mundo que cada vez era más familiar.

Naga seguía a tu lado, su compañía era gratificante en cuanto a que su compañía hacía las cosas más fáciles, aunque alguna que otra vez te provocó más de un dolor de cabeza por sus intensas rabietas. Eso sí, todavía no te había pagado nada de la deuda, aunque sabías que era porque realmente el dinero que ganabais lo teníais que invertir en transportes o pociones.

De repente una notificación apareció en tu interfaz. Tenías un correo electrónico nuevo dentro del juego, ¿alguien estaba intentando ponerse en contacto?

El icono venía precedido del texto "Gremio de Ladrones", ahora de ti dependía aceptar el mensaje y leerlo o descartarlo.

Al recibir el mensaje de Gremio, se me dibujó una sonrisa en la cara.

Sin pensarlo dos veces, abrí el mensaje para poder leer su contenido.