Partida Rol por web

En un primer momento pensé que me iba a contar una batalla épica en plan de esas que hacen historia, aunque me estuviera contando una película que hubiera visto un sábado por la noche en Antena 3. Total, no sería la primera vez que hacían algo así.

Claramente, por lo bajo empecé a tararear una de esas canciones que siempre animaban las batallas.

Momentos después dejé la canción para otro momento, al darme cuenta de que no iba a haber batalla, ni desmembramientos... nada, sólo un esbirro llorando como una niña a la que le robas un caramelo.

- Esto no puede ser verdad...

Lo de que la payasa apareciera en un unicornio no me sorprendió en absoluto, más que nada porque nunca había tenido buen gusto buscando monturas. Cualquier cosa infernal con alas y que escupiera fuego hubiera sido una mejor elección.

Eso sí, ya cuando llegó al momento en el que se quitaba la vida solo me eché a reír.

- Bien...

No tardó en aparecer su alma al lado del cadáver que aún estaba caliente y terminando de desangrarse.

- ¿Desde cuándo te piensas que puedes morir sin que yo lo haya ordenado? Ahora vas a ver lo que le pasa a las almas que quiero torturar...

Ya que había pensando en que iba a contarme una película, se me ocurrió otra que seguro que le iba a gustar.

Y así, sería como Date, pasaría la eternidad... muy entretenido, sin duda.

Cuando su alma se largó al infierno, desde donde seguro que lo íbamos a escuchar gritar de dolor una vez al día, miré a los dos esbirros que quedaban con vida.

- DarkSnowman - aunque ahora era una cosa fea que no recordaba nada a un muñeco de nieve - ¿intentasteis recuperar el medallón después de esa triste escaramuza?

DarkSnowman estaba tratando de no caerse, otra vez. Eso de tener piernas era algo muy raro. Uno tenía que estar en constante equilibrio para pasar el peso de una a otra. Por lo que parecía que la cosa marrón y fea que era ahora el antiguo muñeco de nieve estuviera bailando.
Claro que cuando su alteza oscura y maligna le llamó su atención volvió toda a ella. No había nada como una mirada asesina para hacer que se concentrase.

Por supuesto que volvimos a ello. De hecho en ningún momento dejamos la misión. La misión es lo único que importaba. Sabíamos lo que nos jugabamos. Bueno, saberlo, saberlo tampoco. Pero nos hacíamos una idea. Aunque admito que la realidad ha sido mucho más terrible que mis más oscuras pesadillas.

Pero bueno. Después de que le pegaran la paliza a Date a pesar de nuestros animos y apoyos, desde una distancia prudencial obviamente. Si nos mataban a todos no ibamos a poder recuperar su medallón.
El caso es que después de aquello la Payasa pareció estar cansada y se marchó con su unicornio. Pero nosotros no perdimos el tiempo. Rápidamente nos subimos al primer coche que encontramos y tras recoger lo que quedaba de Date decidimos darle caza.

Pero la maldita payasa de los infiernos corría como el viento. Pues por más que aceleraramos el coche, este no reducía la distancia. Es más, era como si además la ganara.
De hecho en un momento me bajé del mismo, todavía en marchar, le di una vuelta al rededor y volvía  sentarme y a seguir acelerando. La payasa había desaparecido de la vista. Pero yo ya sabía lo que le pasaba al coche, alguien no se había fijado bien en qué tipo de vehículo dejaban en aquel barrio perdido del infierno.
 

Me alegraba muchísimo de que la realidad fuera aún peor que las pesadillas de cualquier esbirro. La verdad es que con eso contaba, aunque claro, cuando les duele siempre es peor.

- Eso de que no perdisteis el tiempo aún estaba por ver... - Pensé escuchando las palabras del muñeco sicópata.

- ¿Por qué lo he hecho tan feo? Así da hasta grima, la verdad.

Negué con la cabeza cuando la cosa terminó en que habían cogido una chatarra de coche, pues eso era lo único que les faltaba, aunque claro, por lo que decía, que tampoco lo tenía yo nada claro, aquel unicornio debía correr más que un ferrari.

La rana no abrió la boca, aunque claro, en aquel momento era complicado que ningún esbirro dijera nada útil, por si seguíamos con las torturas.

- ¿Y bien? ¿Localizasteis a la payasa y a su unicornio de alguna manera? - ¿Era la única a la que le parecía ridículo que un unicornio volara tan rápido?

DarkSnowman asintió vigorosamente a la pregunta de la Señora Oscura.

Por supuesto. Por supuesto. No ibamos a dejar aquello así sin más. Ni ibamos a fallar a su sangrienta señoría así como así. No señor. Para nada. Antes morir que fallarle a usted...

Aunque no logramos encontrar a la payasa.

Antes de que la Malignidosa Señora pudiera desintegrarle, lo que antes era un muñero de nieve se apresuró a continuar.

Pero lo que pasa es que lo que nosotros necesitabamos era el medallón, no a a payasa. Así que lo que hiciemos, otra vez, es ir a buscarlo. Pues sabíamos de buena tinta que la Payasa se había desecho del mismo para que la persiguieramos a ella y alejarnos del medallón. Sabía que eramos peligrosos. Pero lo que no contaba era con nuestra astucia.

Una vez más el batracio calvo decía conocer a alguién que nos podía ayudar a conseguir el medallón. Así que fuimos a ver a un tio repipi que parecía salido de una pelicula antigua. A pesar de que la mascara no le quedaba mal.

Pero mejor que hablé Cocó, que era quién le conocía y nos llevó hasta él.

La payasa esa parecía ser menos estúpida de lo que yo había previsto, aunque contando con el grado de estupidez con el que la había puntuado, ser menos estúpida no significaba que dejara de serlo, ni mucho menos.

- Bien, entonces fuisteis a buscar a alguien que os ayudara de nuevo ¿no?

Y al parecer, estaba claro que iba a ser otro tío de esos raros que no se sabía ni de dónde habían salido.

- La paciencia que hay que tener para no destriparlos a todos después de escuchar todo lo que sueltan...

Así, centré mi atención en la machacada rana esperando que me pusiera al día con eso del tío repipi, como lo había llamado el muñeco feo.

Le tocaba a Cocó, explicar lo que pasó, le dolía la cabeza, pero cualquiera le decía eso a la señora oscura.

- Así es mi señora, contacté con un héroe de antaño, con un doble motivo, el primero, el de localizar el amuleto, pues tenía entendido que aquel superheroe tenía un instinto increíble. En menos de lo que su señora mata a un esbirro, el tipo aquel localizó el objeto deseado; el segundo motivo por el que escogí a aquel personaje, era que puesto que los héroes tienden a molestar cuando su hermosa malignidad planea algo, utilizarlo de cebo para que se enfrentara al maligno ser que custodiaba el medallón.

Aquel ser era terrible y el combate que ocurrió fue titánico.

- los mordiscos de aquel villano esbirro eran dignos de la mascota de tres cabezas que tenéis a la entrada de vuestros dominios, aquel monstruo tenía unos dientes llenos de escamas, y eran tan afilados como puntas de diamante. Mientras el superheroe ese las pasaba canutas, nosotros nos colamos para llevarnos el magnífico amuleto que por fin iba a acabar en nuestras manos.

DarkSnowman asentía alegremente ante el comentario de la rana.

Sí, sí. Es cierto, es cierto. El tipo ese de bocasierra era para cagarse todo. Menos mal que uno no tiene esfinters de esos, o al menos no los tenía, que ahora no sé yo. De hecho cuando lo pienso me da no sé qué y noto un calorcito raro bajando por la pierna.

La cosa que antes era un muñeco de nieve sacudió la cabeza sabiendo que se estaba yendo por las ramas y eso no era bueno cuando su señora estaba tan ojerosa.

Pero eso no era nada comparado con el bocachancla que vino después a ayudarle, un tipo de muy mal rollo. DEcían que era un diablo y todo. Y con aquella boca se nos podía haber tragado a todos. Todavía no sé cómo salimos con vida de aquello. Menos mal que somos de los mejores esbirros que tiene su oscurísima Señora, si no no sé qué habría sido de nosotros. Y del medallón, claro está.

Al menos el tío al que me estaban describiendo parecía ser diestro para la lucha, aunque bueno, conociéndolos, seguro que eran capaces de estar describiéndome al malo de algún comic y hacer pagado a algún vagabundo para que peleara por ellos. A estas alturas tampoco iba a creerme todo lo que me dijeran ¿no?

Claro que nos sobró la disertación sobre que los muñecos notaban cuando se cagaban. Eso estaba claro que nos había sobrado a todos, pero bueno, una vez que mi salón del trono ya olía a cualquier cosa, tampoco nos íbamos a poner tiquismiquis. Lo solucionaría luego con un poco de cal viva, lo que ya no sabía era sin con ellos debajo o no.

- Vamos a ver, que no sé si me estoy enterando ¿El diablo ese de la boca grande vino a ayudar al de los dientes o al otro?

A estas alturas no me quitaba el dolor de cabeza ni haciéndome un trasplante de cerebro, pues me tenían un poco loca. Eso sí, como me siguieran aburriendo y el dolor de cabeza fuera a más, no quería ni imaginarme lo que iba a ser de ellos.

La rana sabía que olvidaba algo, y fue cuando habló Dark snowman que recordó el que. Aquel diablo comevasos era un extraño pero temible adversario.

- aquel diablo era un espontáneo mi señora, en medio del temible encuentro entre el monstruoso dientes escamosos y el venerable superheroe, apareció ese espontáneo con un cartel que ponía "solo como vasos si no son de cristal de Swarovski", trituraba los vasos de los espectadores que comían palomitas mientras bebían de garrafón y en vasos de plástico, y después escupía los trozos de vaso contra los contendientes como si fuera una metralleta de cristal, hasta que comenzó con los vasos de plástico y se atragantó al no saber trocearlos debidamente. Mientras todo el mundo se distraía intentando ayudar al atragantado diablo, fue la oportunidad idónea para coger el amuleto y salir por ancas, ¡por fin teníamos el amuleto en nuestro haber! Solo faltaba huir con todas nuestras fuerzas mientras Dark rareman seguía llevando el plan de distracción en marcha, lanzando al comedor de vasos de cristal más recipientes de plástico para acabar de atragantarlo. Todo valía para salir de allí, pero en vez de vasos de plástico comenzó a lanzárselos llenos de agua y eso ayudó a que acabara de tragar, y ello conllevó que espectadores, héroe, villano y diablo desatragantado nos persiguieran para vengarse de nosotros y volver a robarnos el medallón.

Le salieron unas lágrimas de cocorrana recordando el momento.

- fuimos perseguidos durante horas mientras un señor grababa en blanco y negro diciendo que éramos los nuevos charlots, y que el comevasos parecía el policía, puesto que llevaba en la mano una porra hecha de vasos cristalinos. Nunca pensé que pudiera llegar a correr tanto junto a mi compañero de exnieve, mientras Date y Crapcius seguían comiendo palomitas.

La imagen mental de un tío lanzando trozos de cristal por la boca como su fuera una ametralladora fue bastante divertida, pues podía imaginarme a la gente cubierta de sangre desde la cabeza a los pies, algunos sin un ojo... Sí, desde luego yo también me hubiera puesto a comer palomitas para ver aquel espectáculo.

De todas maneras, no podía matar a los que ya estaban muertos y requetemuertos, así que me centré en aquel par que me quedaba y al que no le auguraba una vida demasiado longeva, la verdad.

- No entiendo eso de los charlots o si lo entiendo, no le veo ninguna gracia, pero vamos, eso es lo de menos.

Claro que sí que me había quedado con el detalle de que tenían el amuleto.

- Ahora explícame por qué no está aquí el amuleto si lo teníais vosotros. - Miraba al muñeco sin demasiado entusiasmo, pues ahora era más feo que el culo de un mono.

Ejem. Ejem. Ejem.

El antiguo muñeco de nieve se aclaró una garganta que hasta hace poco no tenía. Estaba algo nervioso, pues había llegado a un momento bastante temible. En el que casi consiguen el medallón. Pero claro, el problema para la Señora Oscura era el casi. Es muy tikismikis con según que cosas. Deber venir con el cargo.

Pues sí mi Grandiosa Malignidad. Como dice Coco, habíamos logrado conseguir el medallón. Pero la alegría nos duró poco. Como dice el batracio el demonio aquel nos estaba persiguiendo. Y creímos que lo mejor era tratar de darle esquinazo en la playa. Por aquello de que era verano o eso decía la rana.
El caso es que al llegar allí tuvimos que sortear a un montón de viejos y niños que estaban dando por saco por la arena. Y lo peor de todo fue elniño gigante que agarró a Coco y se lo tragó. Me lancé como un gigante de hielo enfurecido, y en miniatura, a tratar de salvarle. Más que nada porque llevaba el medallón, y si lo conseguía todavía tendríamos una oportunidad. Pero el caso es que cuando logré agarrar a la rana y sujetarla. Ella estaba agarrándose al medallón. Y el niño gigante agarraba el medallón. Y claro, entre la suma de las fuerzas no le llegabamos ni a la suela del zapato a aquel monstrenco.

- así es, tal como dice mi compañero, quitarle el medallón a aquella bebé de gigante era un acto casi imposible, tuvimos que recurrir a un grupo muy ratito que pasaba por allí, eran los más raritos que vimos y nos pareció que eran perfectos para distraer al bebé, sin soltar el amuleto, indiqué con mi segunda anca al grupo gritando ¡juguetes! ¡juguetes! Además iban vestidos de una serie llamada "una pieza" o algo así, por lo que esperábamos que el bebé quisiera cogerles y babearles a ellos mientras nosotros escapábamos de allí, si lográbamos un taxi llegar hasta aquí sería fácil.

El muñeco estaba explicando su versión de los hechos, cuando la rana habló, pero vamos, es que aquello me irritó profundamente. No entendía cómo había osado abrir la boca para decir aquello, por lo que prácticamente la temperatura de todo el salón del trono subió de golpe.

El suelo comenzó a agrietarse y extrañamente hizo un agujero debajo de donde estaba la rana, que terminó cayendo varios metros hasta caer sobre un río de lava, lo cual, lógicamente, hizo que comenzara a arder al poco de entrar en contacto con ella.

Sí, aquello fue lo que hizo detonar mi mal humor y mi frustración porque los esbirros fueran tan incompetentes y hubieran venido sin mi medallón. Y vamos, no se podía decir que no había tenido paciencia, que llevaba ahí un buen rato escuchando sus excusas y tonterías.

- ¡INGRATOS INCOMPETENTES! ¡INÚTILES! ¡SOIS MÁS INÚTILES QUE UNA PANDA DE ZOMBIS PUTREFACTOS!

Mientras gritaba todo el salón del trono había comenzado a temblar y de las paredes y del techo, comenzaron a caer piedras.

Ahí el muñeco, antes de nieve, aprovechó que la puerta se abrió para colarse por la rendida que quedaba, pues estaba viendo que el único que quedaba vivo era él y de no salir de allí, lo mataría al igual que había hecho con los demás.

- ¡ESA PAYASA VA A SABER CON QUIÉN ESTÁ JUGANDO!

Los gritos de oían desde el pasillo por el que corría DarkSnowman, pues puede que huir fuera de cobardes, pero al menos, sería un cobarde vivo y bueno, un cobarde muy muy feo gracias a la Señora Oscura.