T. M. Baldwin* siempre se las había dado de padre liberal. Deja que tus hijos crezcan sanos y libres, solía decir a sus colegas que andaban por el tercer divorcio. Era fácil decir eso cuando tenías una pequeña fortuna con la que pagar cuidadores, guarderías y los vicios de tus hijos. No había sido un padre descuidado, había pasado tiempo con su hija, jugado con ella, le había leído libros y la había visto convertirse en una mujer inteligente e independiente.
Ahora se arrepentía de todo aquello.
-Muy bien, Cleopatra, es tu decisión. Pero tu madre tiene que enterarse de todo lo que estás haciendo. Se lo dices tú o se lo digo yo, tú eliges.
No era una mala jugada. La madre de Cleo era el tipo de persona que no necesitaba una pistola para dar miedo. En su clase de la guardería no se había escuchado un grito ni suyo ni de los niños jamás. De repente, meterse en la guarida de un dragón parecía una perspectiva mucho más apetecible para Cleo.
Iba a contestar cuando alguien dio un golpe en la puerta.
*¿Cuál es el nombre de pila de tu padre, Cleo?
Puedes elegir hablar tú con tu madre y explicarle todo esto o dejar que lo haga tu padre y entonces tendrás una deuda con él.
Yakub, puedes ir a abrir. ¿Quién ha llegado antes? ¿Gareth o Katun y su banda?
Bayhas, no sabes dónde meterte. Puedes seguir a Yakub en plan C3PO o puedes quedarte por aquí disimulando...
Visto que Cleo tenía controlada la situación, Yakub decidió ir a ver quien había llegado. En la puerta se encontró con Gareth. Listo y preparado para la misión, como siempre.
— Gareth — Dijo en la entrada a modo de saludo. — No se si lo conoces. Es uno de los nuevos amigos del que te hablé — Dijo señalando a Bayhas.
— Tenemos arriba una pequeña situación. Creo que es hora de indicarle al señor Baldwin que debería dejarnos para iniciar nuestras negociaciones. Bayhas... ¿Podrías encargarte? Creo que él y no hemos empezado con demasiado buen pie —
Yakub indicó a Gareth que le siguiera.
— Si no te importa. ¿Podríamos esperar en la mesita de la tienda hasta que nuestro invitado se haya marchado? Está un poco sensible y preferiría que se marchara antes de empezar nuestra... reunión.
Gareth parecía tener más años que las pirámides y, al mismo tiempo, daba la impresión de ser más duro y eterno que ellas. Saludó al veterano cazador con un asentimiento y luego miró al dueño de la tienda. - Claro, Yakub. - dicho lo cual, subió las escaleras dispuesto a poner fin al Drama Familiar ™ de Cleo.
Al subir, parecía que la chica había llegado a un acuerdo con su progenitor. Se notaba algo menos de tensión en la sala, aunque Baldwin aún tenía la pistola en su sobaquera. Carraspeó. - Cleo, ha llegado el señor Gareth. Está hablando con el señor Yakub abajo y tenemos que empezar la reunión. Si ya han resuelto este pequeño malentendido - Consistente en entrar en una propiedad privada armado, golpear a un anciano, etc. - tenemos trabajo que organizar. Señor Baldwin, - dijo, mirando al hombre con una expresión respetuosa. - ¿sería tan amable de acompañarme a la puerta?
No sé si hay que tirar algo. Yo diría que Cleo lo ha dejado todo ya bien resuelto, ¿no?
El anciano se sentó en la mesita en silencio sin hacer preguntas. Siguió con la mirada a Bayhas, calibrándolo.
Cleo tragó fuerte. La perspectiva de hablar con su madre y contarle la "situación" no le agradaba en lo absoluto, pero que fuera su padre le parecía aún peor. Su madre siempre le había dicho que tenía que enfrentar sus miedos, no huir de ellos. Y si realmente quería mostrarle a su papá que estaba lista para ser responsable, su primera acción no podía ser delegar aquello a él. -Yo... yo lo hago.- Dijo. -Te prometo que iré a casa la próxima semana, ¿si? Y hablaré directamente con ella.-
Abrazó de nuevo a su padre hasta que llegó Bayhas. -Y por favor, no andes con una pistola por allí.- Murmuró. -Te quiero papá.-
El nombre del padre es Timothy Martin.
Chicos, creo que estamos cometiendo el mismo fallo de hace un rato. Papá Baldwin sigue en la entrada de la tienda, no llegó a subir en ningún momento.
Papá se lo tomó relativamente bien. Cleo había sido siempre bastante obediente y sus padres No habían tenido demasiados disgustos con ella.
-Está bien. Pero el fin de semana que viene te quiero en casa. Y vestida como una persona.
Murmurando una disculpa a Yakub y algo sobre ser padre en estos tiempos, el señor Baldwin se marchó arreglándose la corbata.
Bien, Cleo tiene un deber para con papi. Igual se entremezcla un poco con lo del Dragon Hotel, ¿eh? Ya veremos.
Sobre esta reunión no creo que dé mucho más de sí así que, si os parece, este fin de semana os meto directamente en el follón de Owain. Haremos una elipsis para ahorrarnos todo lo aburrido y así podréis protestar cuando empecéis la nueva escena directamente sin piernas.
Katun llamó a la puerta poco después al frente de un variopinto grupo de hindúes.
Una vez que se fue su padre, Cleo se derrumbó en una silla con las manos en el rostro, y así se quedó hasta que apareció la señora Katun. Miró entre los dedos a la mujer, y tragó fuerte, antes de incorporarse y unirse al resto de los integrantes de aquel variopinto grupo, sintiendo el corazón bombeando fuertemente por los nervios, a la espera de instrucciones o lo que fuera a pasar.
En aquel momento se escuchó un móvil amortiguado. Era una melodía latina y hortera.
La música venía de la pila de ropa ensangrentada que la noche anterior habían echado al cesto de ropa sucia del quirófano.
Era el móvil de Pepe.
Llamaba una tal Lowry Rees.
ESCENA CERRADA