Partida Rol por web

Tras hablarle a su capitana, Mekkor aspira profundamente el inagotable humo de su pipa, formando una densa nube alrededor de su calva cabeza. Cuando el humo se disipa, puede ver a Lili con el muchacho entrando por la puerta, y a Ashara y Giacomo señalando desde fuera hacia ellos, con intención de acercarse.

El enano suelta un suspiro en forma de humareda, que, con un leve soplo de viento proveniente de la puerta entreabierta, baila antinaturalmente hasta convertirse en una especie de hilo que se mueve levemente, recordando a una serpiente marina, hasta desvanecerse.

El contramaestre asiente satisfecho a las palabras de Lili, orgulloso de que esté a sus órdenes. Después se gira hacía el muchacho.

-¿Y bien? ¿Algo que decir al respecto? – Dice a Sylus clavando su mirada en los ojos del conjurador – Dinos quien eres, y porque te has unido a nosotros …-

El enano no da más información al grumete para dejar que mienta o diga la verdad sin condicionarlo, si viera que hay lagunas en su historia o que vacila al sentirse descubierto, ya entraría al trapo después.

Al no hallar nada relevante en la carta, Mekkor me aclaró la situación, siendo un mensaje que había sobre el escritorio lo verdaderamente importante. Mientras lo cogía, el enano señalaba el valor de la carta, momento en el que Lili alzó la voz; haciendo que mi mirada se dirigiera de inmediato hacia ella.

- Lo has descifrado tú, ¿no? – pregunté a la grumete, después de que esta suavizara sus palabras con respecto al valor de la carta. - ¿Y cuántos más sabíais de esto antes de que se me informara? – añadí mirando en derredor, acercándose ya Giacomo y Ashara al camarote.

Lili metió en la habitación al chico nuevo, explicando después con orgullo cómo había encontrado aquel mensaje. Por su referencia a la magia se hacían evidente que la incorporación de aquel chico a la tripulación le molestaba mucho.

- Buen trabajo, Lili, pero en lo sucesivo haz el favor de informarnos a Mekkor o a mí en primer lugar, ¿de acuerdo? A nadie más. – expliqué con seriedad. – Te quiero ver después en mi camarote, cuando zanjemos este asunto. – añadí, lanzando después una severa mirada a Mekkor. – Y que sea la última vez que no acudes personalmente a informarme de algo así.

El contramaestre comenzó entonces a interrogar a Sylus, momento en que decidí añadir algo por si las palabras del enano no resultaban del todo convincentes.

- Vamos, chico, puedes confiar en nosotros. Responde a las preguntas de Mekkor, y dinos cuál es tu apellido… - le dije al chico en tono amable, esperando resultar convincente y que colaborara.

 -¿Una movida y nos la estamos perdiendo? Ya tardamos en aparecer, queridita.

Con lo que le gustaban a él ese tipo de asuntos, siempre y cuando no implicaran broncas dirigidas a él. Y por las voces que les estaban llegando, ese parecía ser el caso. ¿Qué diantres habría descubierto la ratoncilla que había alterado tanto a la capitana?

Con su típica sonrisa entre tranquila y socarrona, Giacomo se presentó a la puerta del camarote de Mekkor y golpeó en el dintel de madera con los nudillos.

 -Sentimos llegar tarde, asuntos carnales que atender. ¿Nos hemos perdido mucho de la conversación, capitana?

Al decir aquello, saludó de forma bastante respetuosa a Harmony para acto seguido entrar en el camarote con la drow y sentarse en los primeros sitios despejados que encontraron.

Se acomodo por donde pudo escuchando a medias, pues habían llegado tarde al hallazgo de la cría, pero era divertido ver como interrogaban al nuevo, quizás había algo interesante que quisiese compartir con ellos, más le valía tal y como estaban la cosas.

Cuando la capitana pregunto cuantos más sabían del tema, antes que ella, la drow negó con la cabeza, ella había estado ocupada con otros asunto más interesantes a su parecer.

Mekkor y con su gran conocimiento de las naciones le había puesto en claro a Wu algo que había confundido, provenían desde Orle y no del Tridente como sospecho. Había desestimado por completo la primer carta y solo creyó que todo era un engaño. Temía que un golpe en la organización de Gobernata desatara una guerra abierta contra los hombres libres de Quilla Rota, pero esto resulto ser un problema lejano.

Cuando la capitán Harmony entro al camarote de Mekkor lo hizo malhumorada y la sarcástica acusación de conspiración azoto al cocinero. Con gran y grave culpa bajo la cabeza y se mantuvo en silencio, pensando sin poder ver cual fue el error en sus acciones o chanza en las palabras de la capitán.

Pero no podía dejar recaer la pena en Mekkor, que sin más tantas veces ha prestado su sabiduría, o Lili, que acudió en busca de consejo y en confianza. -HA SIDO MI CULPA SEÑORA...- juntando las dos manos cerradas cerca del pecho en inclinando la cabeza tres veces. -Yo ordene a Lili, también la envié a con Mekkor...- Asumiría el caminar por tabla por estos dos.

La primer respuesta de Sylus es mirarlos extrañado. Sin embargo, no hace ni el intento de espiar por sobre el hombro de alguien para mirar las notas de Lili o la carta original.
—No se quién habrá escrito esa carta, pero seguro que no es para mi. Yo no se leer— dijo encogiendose de hombros. Luego comenzó a hablar, alternando la mirada entre Mekkor y Harmony— Soy de Khumesa, como el barco en el que venía, pero ese era mi primer viaje con ellos. Me cambié de barco porque era un viaje horrible. Levantarse antes del alba para escuchar "Sylus, limpia las jaulas" "Sylus, te toca el turno de vigilancia al mediodía" "Sylus, ve a reparar aquello" "Sylus, eres un niño, no puedes beber"—comentó con voz hastiada y burlona— Insoportable. No era mala gente, para nada. Con alguno que otro me llevaba bien, y Resbaloso era todo un amigo, pero no me estaba gustando hacer todo el trabajo. Se pensaban que por hacer las cosas con magia no me canso...— dejo la frase en suspenso, parecía que estaba dándose cuenta de que por ese camino iba a terminar dandose un chapuzón matutino— ¡Pero ese no es el motivo de que me cambie!—se atajó—La verdad, tras el atraco de ustedes, no creo que fueran a poder pagarme. Primera y última vez que me alquilo para salir del puerto, hasta ahora solo hacía las reparaciones en barcos anclados.

El niño se quedó en silencio, como dando por terminado lo que tenía que decir, pero tras notar un par de segundos de silencio incómodo prosiguió

—¡Ah! Cierto, apellido. Ppffff... No se de qué me vieron cara, pero yo no tengo de esos. Tengo suerte de que la gente usara mi nombre y no me llamara Rata Sucia, Perro Roñoso o algo por el estilo como a los demás huérfanos, y eso nomás porque yo puedo cambiarles el color de los calzones mientras duermen, jeje—. Un gesto de la mano y su ropa parpadeó un segundo pasando del rojo que llevaba hasta ahora a un azul cielo para luego volver a su color original*— Asique, no tengo apellido, esas cosas son para gente con dinero.

El tono impertinente de Sylus podía significar varias cosas: que era un actor excelente, que ahora que había subido mostraba sus verdaderos colores, o que seguía estando ebrio. Quizás fuera un poco de todo, pero la leve fragancia que lo acompañaba apuntaba más a lo último. En cualquier caso, todo lo que dijo además de coherente, sonaba sincero.

Todo el orgullo que me había embriagado al explicar públicamente a la capitana Harmony cómo había descubierto y desentrañado el mensaje oculto se desvaneció de inmediato cuando la capitana tomó la palabra, recriminándome no haberle entregado la información directamente. Sorprendida por tal reprimenda, me quedé muda, rígida y sin saber cómo reaccionar.

¿Cómo había pasado de obtener un importante logro a haberla cagado tanto?

Por suerte, el viejo Wu se apresuró a intervenir, dejando claro que, al menos, sólo a él había informado antes que a ella, y después de eso había seguido sus instrucciones. Puede que eso suavizase algo la actitud de Harmony, pero me dejó claro una vez más mi error dando instrucciones claras de cómo proceder en el futuro, ante lo que asentí de forma nerviosa mientras me apartaba a un rincón de aquel camarote abarrotado.

¿De verdad la había vuelto a fastidiar? ¿Tanto como para que fuera necesario echarme más bronca más tarde en privado?

Terminé apoyando la espalda en un pequeño y desvencijado mueble, una cómoda baja sobre la que descansaban un par de viejos libros y un candelabro. Aparté ambas cosas a un extremo de la cómoda y me encaramé sobre el mueble, sentándome con las piernas cruzadas, con los codos en las rodillas y sujetando mi cara con las manos en los papos.

Estaban interrogando al nuevo, tan jodidamente adorable y graciosillo que me daban ganas de arrojarle por la borda. Recordaba la propuesta de Ashara y empezaba a planteármela de verdad, aunque conociéndome resultaba más fácil creer que dejaría todo aquello correr y ver a dónde llevaba, e ir pensando en una vía de escape. Si aquel mocoso llegaba a hacerme tanta sombra que obstaculizaba mis posibilidades de ascender en el escalafón de la tripulación, tal vez debería acabar desembarcando. Probar suerte en otro navío, o admitir que la piratería no era lo mío y buscarme la vida en alguna ciudad.

¡Maldita sea! Qué pereza, volver a empezar...

Así que me quedé allí sentada, escuchando a aquel imberbe por si lograba encontrar alguna inconsistencia en lo que decía, o algún gesto que indicase que pudiera estar mintiendo y no era tan inocente como se vendía.

Ni Giacomo, ni Ashara parecían haber oído nada sobre esa carta hasta llegar, cosa que Wu confirmaría después. El cocinero quiso cargar con la culpa, mostrándome sus disculpas a su particular manera y restando toda responsabilidad a Mekkor y Lili.

- No es necesario tanto aspaviento. Cada cual tiene su parte de culpa. – afirmé rotunda. – Incluida yo. Como Capitana también soy responsable de lo que hacéis, si la tripulación no funciona como debería, algo tendré que ver yo en ello. – dije haciendo autocrítica. – Pero no dudéis de que le pondré remedió. – volví a afirmar con rotundidad, mirando después a Lili de soslayo.

Cuando pedimos a Sylus que hablara, este se mostró extrañado, pero no se negó a ello; comenzando en seguida a responder a las preguntas del contramaestre. Salvo una contradicción que el chico debió hacer por quedar bien, diciendo que había querido cambiar de barco porque le hacían trabajar mucho para luego decir que la razón de querer irse con nosotros era que no podrían pagarle, lo que dijo parecía bastante coherente, no tenía pinta de estar mintiendo.

- Si te cansa usar la magia, no deberías malgastarla en trucos como ese. – apunté ante el cambio de color de ropa que había hecho. - ¿Alguno tiene algo que preguntar al niño? – pregunté mirando a mis camaradas, antes de volver a mirar a Sylus. – Supongo que tendrás claro que nada de lo que hemos hablado aquí, ni de lo que puedas oír de ahora en adelante, puede salir de estas cuatro paredes, ¿no? – dije con firmeza, añadiendo algo más tras una breve pausa. – La traición se paga muy duramente en El Temido. - sentencié.

Sylus asiente rapidamente con la cabeza en silencio y parandose más firme. Prestó mucha atención a las palabras de la capitana, como esperando alguna orden que nunca llegó.
Tras el regaño no son sus ropas lo que enrojece, sino sus mejillas, que luego de la última amenaza volvieron a cambiar de color para ponerse levemente pálidas.
Era evidente que Sylus había entendido el mensaje.

¿Pero con quién iba a traicionarlos? ¡Estamos solos en un barco! pensó para sí.

Me estremecí al ver que Harmony me arrojaba aquella mirada al asegurar que pondría remedio a los problemas de la tripulación. Me erguí, enderezando mi espalda hasta apoyarla contra la pared, y tragué saliva con incomodidad. ¿A qué se refería? ¿Medidas "disciplinarias"? Sólo de pensarlo, me daba cuenta de lo mal que sonaba...

Lo único que me consoló fue ver qué también el nuevo se llevaba su ración, primero recriminándole que usase su magia tan a la ligera si le resultaba un esfuerzo. Aunque eso parecía más un consejo que una bronca. Pero también le advirtió con vehemencia de los peligros de no guardar la debida discreción, algo que en el fondo era necesario con alguien que acababa de abandonar con ligereza a su tripulación para unirse a otra.

¡Yo...! Ehm... -Había alzado la mano para hacer una pregunta, como la capitana había sugerido, pero lo hice sin pensar, y al ver a Harmony girarse hacia mí, miré al suelo deseando que se me tragase la madera del suelo de aquel camarote. Pero cómo eso no iba a suceder, tendría que continuar hablando- Q-quiero decir... Yo tengo una pregunta, si se me permite. -Expuse, carraspeando- Si... Bueno, si había a bordo del barco más gente, fueran pasajeros o tripulantes, para los que fuera su primera travesía a bordo.

Si él no era aquello que debía transportar el capitán, quizás ese algo estaba a bordo. Ese alguien, más bien.

Escucho atentamente lo que allí se hablaba, pero parecía poco probable que encontrasen algo que valiese la pena, o que encontrasen a quien iba dirigida la carta, a quien se refería... demasiadas incógnitas. Revolvió el pelo de la cría -Igual tenga razón ¿deberíamos seguir investigando?- miro a la niña con algo de simpatía, si es que eso tenia cabida en su raza.

 -La Ratoncilla ha hecho una buena pregunta.

Giacomo sonreía, sentado cómodamente en el camarote de Mekkor mientras escuchaba lo que decía el resto de los presentes.

 -Y yo añadiría, ¿de qué carta estáis hablando exactamente? ¿Cómo nos atañe concretamente a nosotros? ¿Hay recompensas al otro lado de ese puente? ¿O es una misiva aburrida entre nobles con demasiado tiempo?

Ay, eso era lo malo de llegar a mitad de la reunión, uno se enteraba sólo de parte de la información.

 -Por cierto Capitana, el barco y yo mismo estamos listos para que me indiques el rumbo que vamos a seguir. Porque digo yo que no nos quedaremos demasiado tiempo dando vueltas por esta zona a ver qué nos cae, ¿no?

Que el abordaje de la noche anterior le había sabido un poco... a poco. Algo más de acción le vendría genial y no sólo a él. El recién llegado parecía tener ganas de demostrar muchas cosas, ¿y qué mejor ocasión para hacerlo que durante un buen asalto a un inocente barco cargado de tesoros?

Mekkor interrumpe la conversación tras una larga calada a su austera pipa.

-Hablamos de esta carta – Dice señalando unos papeles que la capitana Harmony ha dejado sobre el escritorio – Nos atañe porque habla de asuntos turbios entre nobles…entre políticos. Eso puede suponer una buena recompensa por nuestro silencio o nuestro testimonio, pero también puede suponer crearnos enemigos – Tras hablar toma aire lentamente.

-Debemos pensar bien nuestro siguiente paso, de ello dependerá nuestra suerte –

No quería dar mucha más información sobre el contenido de la carta con el nuevo tripulante delante, no se fiaba de él. Miró a su capitana esperando una decisión y un nuevo rumbo para El Temido. Finalmente miró a Sylus, a la espera de una respuesta para la pregunta de Lili. La muchacha se había implicado hasta el fondo, era lista, y Mekkor creía intuir que ella había tomado su descubrimiento como una vía para escalar posiciones en el temido.  Sin duda había trabajado duro para merecerlo, y el contramaestre deseaba que este embrollo terminara en buen puerto para todos, especialmente para la joven grumete.

Tras la pregunta de Lili, Sylus quedó pensativo mirando el techo un par de minutos. Ni prestó atención a la carta mostrada por Mekkor, otro claro signo de que no mentía cuando dijo que no sabía leer. Se acarició la barbilla pensativamente como tironeando de una barba inexistente un rato más antes de responder.

—Hmmmm... Creo que ese no es el barco habitual de Thorne. Las pocas veces que lo vi por los puertos era subiendo o bajando de El Escudo. Ahora que lo pienso, no recuerdo haber visto nunca al Surcador en Khumesa antes.—negó con la cabeza— Pero eso es todo, no conocía al resto de la tripulación, no se si ya trabajaban ahí o no.

El crío parecía tener claro lo que se estaba jugando, así que mantendría la boca cerrada. Lili fue la única que quiso preguntarle algo, mientras Ashara y Giacomo intentaban ponerse al día, cosa a la que Mekkor les ayudó.

Con un gesto de mi mano, le pedí un momento a Giacomo, queriendo escuchar la respuesta del niño a la pregunta de Lili antes de tomar ninguna decisión. Sylus respondió a esta, además de aportar una información que desconocíamos hasta el momento, la de que aquel navío no era el que Thorne solía comandar. No terminaba de entender qué podía significar aquello exactamente, pero sí que aquel capitán nos había tomado el pelo, lo cual me estaba enfureciendo.

- No me gusta nada todo esto. No sé qué podemos sacar de aquí, pero no pienso consentir que ese tipo se salga con la suya y nos ridiculice. – miré a Giacomo, con seriedad- ¿Cuánto tardaríamos en llegar a Nuevo Comienzo? Podríamos darles alcance allí, si es que no nos mintieron al decirnos que ese era su destino. – mis ojos se dirigieron entonces hacia todos los presentes. - ¿Alguno tiene algo que decir?

El bufón-timonel sonrió.

 -Con el viento de cola no deberíamos tardar demasiado en llegar, nueve días a lo sumo. Lo malo es que si nosotros llevamos el viento de cola, ellos también lo tendrán y no sabemos cómo de rápida es su nave ahora que hemos aligerado su carga y engordado la nuestra. Lo más probable es que les demos alcance ya en Nuevo Comienzo, capitana.

Dicho esto, Gaicomo se levantó dispuesto a ir a cubierta a ocuparse del timón.

 -Y más preguntas no tengo, salvo, ¿cambio el rumbo ya?

Miré a Ashara con gesto curioso al sentir que me revolvía el pelo con aquella expresión de simpatía. Aunque estaba convencida de que en el fondo le caía bien, la elfa oscura no se prodigaba en aquel tipo de gestos. Miré a Giogio, volví a mirarla a ella, y sonreí con picardía.

Te ha sentado bien, ¿eh...? -Le susurré, guiñándole un ojo, antes de tener que aguantarme la risa tapándome la boca con ambas manos.

Mekkor tuvo que hacer un resumen de lo que estamos tratando, ya que la parejita se había incorporado un poco tarde. Estarían colocándose bien la ropa antes de entrar. Sin embargo, la respuesta del niñato no ofrecía nada interesante, aunque tampoco nos quitaba posibilidades de encontrarlo si perseguíamos a aquel barco.

Para asegurarnos de que ese fuera su destino podríamos mirar el Cuaderno de Bitácora y el contrajo del viaje, ¿no? -Pregunté, temiendo estar diciendo una tontería más.

-Justo le está echando un ojo- Dice Mekkor levantando una de sus cejas ante la perspicaz sugerencia de la grumete.

-Tomad, aquí está el contrato… Esta es la bitácora – Mekkor tiende el contrato, enrollado con una tira de cuero, en el espacio situado entre Harmony y Lili, con la deliberada intención de ver si la chiquilla tiene el valor de cogerlo antes. Sin dar importancia a quién haya cogido el pergamino, Mekkor abre el cuaderno de bitácora y empieza a ojear las últimas hojas en busca de confirmar que el rumbo es correcto.

Ambos textos son bien claros. Tienen destino a Nuevo Comienzo. El contrato aclara que la mercancía deberá ser descargada en el muelle 22 de la ciudad y entregada a Naazir Akmar.