-No tienes que ofrecer nada, simplemente eres tú -dijo Alonso mientras envolvía a Flora con sus brazos. Apoyó la mejilla en la cabeza de ella mientras ella seguía hablando.
-Cuando te vi supe que había algo. No sabía cual de todas las sorté era la que tenía que sacar, pero si que había algo especial contigo. Si no hubieras sido tu a quien saqué, habría vuelto a vodacce antes, seguro. Había un algo, y cuando bailé contigo se destacó más.
Apoyó las manos en la espalda de Flora y comenzó a bailar con su música imaginaria y la tarareaba para que la joven la escuchara.
-No quiero ni que me maldigas ni que tengas motivos para hacerlo. Siento cualquier cosa que haya hecho que pudiera hacerte daño.
-No tienes que exagerar-dijo con un quejido avergonzado como si los sentimientos de él le turbasen infinitamente más que los propios.-No es culpa tuya si lo he pasado mal.
Pasó los brazos por el torso de él hasta agarrarse la muñeca a su espalda y se subió a la punta de los zapatos. Ni noble,ni fantasma,ni terrible pirata ni bruja del destino. Allí solo era Flora dejándose acunar con una canción y no tenían que llevar ninguna máscara entre ellos.
-Le prometí a Carmen que esto no iba a pasar-recordó de pronto y él interrumpió el agradable tarareo,moviendo la cabeza sobre la mejilla de ella en un gesto que la vodaccia interpretó como una pregunta silenciosa-la noche que dormí en tu cama y ella lo vio-explicó-después intentó disculparse y yo le dije que no se montase ideas raras. Que no iba a pasar-enarcó las cejas y apretó el abrazo de Alonso-no has terminado la canción,cuando lo hagas nos vamos a dormir.
Alonso no pudo evitar reir ante el comentario de que eso no iba a pasar, pero continuó con el tarareo durante unos pocos minutos hasta terminar la canción, pero esos minutos fuero largos como horas y en ese momento solo existían ellos dos, moviéndose en ese sendero oscuro y envueltos por los sonidos de la jungla y la cancioncilla de Alonso.
Cuando terminó la canción se paró y miró a Flora un momento, separándo un poco a la joven para poder mirarla a los ojos durante un instante.
-Ahora toca ir a dormir -no podía evitar sonreír y sin llegar a soltar a Flora, la cogió en volandas y recorrió lo que quedaba de recorrido con ella en brazos hasta llegar a la puerta de la casa, donde optó por bajarla antes de abrir la puerta y entrar en la casa.
Cuando estuvieron frente a la habitación de Flora, Alonso pareció dudar de nuevo antes de reír el solo.
-No sé si querrás que durmamos juntos o no, así que... no sé, como tu veas y sin agobios de ningún tipo, ¿vale?. Me siento como un idiota -no pudo evitar reír solo ante la idea.
Las sombras proyectadas por las antorchas del camino bailaron con Alonso y Flora y se fundieron en una cuando el castellano tomó en brazos a la vodaccia que rodeó su cuello con los brazos y ahogó contra su hombro un gritito de sorpresa.
-Puedo andar sola,no se me van a gastar los pies-protestó aunque no se revolvió para andar por sí misma sino que se acomodó aplastando la mejilla de él hasta que llegaron al umbral mismo de la casa de María.
Se quitó las botas para no hacer ruido al caminar y ambos subieron de puntillas los escalones de madera que crujieron un poco bajo su peso.
-¿?-se volvió hacia Alonso al escuchar su risilla y se llevó el dedo a los labios para que no hiciese mucho ruido.-eh..-se ruborizó tanto que pensó que alumbraría la casa entera. Miró a un lado,hacia las escaleras,y a otro, hacia la habitación de Alonso. ¿Qué tenía que hacer? Ya habían dormido juntos y no había pasado nada pero claro, eso era antes, cuando sus mariposas eran cosa suya y las mantenía a raya a su manera. Dejó caer las botas a un lado de la pared y tiró de Alonso al interior del cuarto,entornando la puerta tras él. A oscuras tanteó el rostro de él con una risilla y le besó sujetándole, no tenía ni idea de si lo hacía bien,si lo hacía mal o si debía hacerlo pero tampoco le pareció un error.
-Sin agobios-repitió ella tirando del cordel que anudaba la camisa de Alonso y sacándoselo por la cabeza.
Alonso sonrió cuando Flora tiró de él y empezó a besarle además de cerrar la puerta tras el castellano. Apoyó las manos en la cintura de la joven y devolvió los besos que le daba mientras la apretaba hacia sí hasta que ella tiró del cordel de la camisa y tiró de esta por encima de la cabeza del castellano.
-Sin agobios -repitió él a modo de respuesta, sonriendo ligeramente y comenzando a besar el cuello de la joven. Las manos de la cintura se movieron, una bajando hacia su pierna y tirando de ella para levantarla y poder acariciar bien su muslo, aprovechando la raja de la falda de Flora, y la otra subió por la espalda para atraerla contra él, pasándola por debajo de la blusa. Besó el cuello y la línea de la clavícula de la joven antes de volver a su boca, aumentando un poco la intensidad y abriendo ligeramente los labios mientras la aferraba bien con sus manos.
-Vamos a igualar la cosa -dijo sin más, soltando la pierna de la chica y llevando las dos manos hacia la blusa de ella, tirando ligeramente hacia arriba para sacársela por la cabeza como había hecho ella con él. Tras eso volvió a poner las manos en la cintura de la joven y la apretó contra él, volviendo a besarla y caminando con pasos cortos hacia la cama.
Se preguntó si Alonso también estaba un poco mareado. Quizás había bebido demasiado y la falta de oxígeno entre beso y beso le afectaba un poco o quizás estaba mareándose por la emoción y la excitación del momento. Antes de poder replicar a Alonso estaba gruñendo un poco por el fresco que corría entre ambos; tardó un poco en darse cuenta que el frío que sentía no era porque él se había separado sino que le había quitado la blusa... tardó lo justo como para notar el pecho de él aplastándose contra ella y se le antojó que ningún brasero podía desprender tanto calor.
Aterrizaron en la cama que se resintió con un crujido de muelles y ambos se silenciaron con largos shhhh. Flora le chistó algo sobre las botas y él se pisó los talones hasta que el calzado cayó a los pies de la cama. Se entrelazaron entre besos y sobeteos y cuando Alonso rodó sobre ella separando los muslos con la rodilla se detuvieron como si les hubiesen tirado agua fría.
-Sin agobios-dijo él con la voz ronca por la excitación y ella confió en sus palabras.
Ambos se relajaron y recularon bajando la intensidad de la situación hasta que los pantalones y la falda acabaron en el suelo y las sábanas les cubrieron hasta los hombros abrigándoles hasta que el sueño les alcanzó.