Alek asiente ante las palabras de su compañero. Se mete en el coche de nuevo sin pensarlo mucho y con un gesto frío, le hace un gesto a su compañera para que vuelva a conducir de nuevo. Mira de nuevo la casa en ruinas del mafioso... ¿qué demonios habrá pasado? En su interior elabora varias teorías pero ninguna termina por convencerle.
Y algunos decían que esto iban a ser vacaciones... ¡já, vacaciones! Los criminales nunca tienen vacaciones.