Tu runa tatuada en nuestro pecho,
con el fuego brillante de la guerra,
siempre de pie ante el enemigo,
jamás agacháramos la cabeza.
Gran Tyr, semilla de Odín,
señor de la ley de nuestras vidas,
lanzaremos el grito de batalla,
siempre entonando tu destructiva melodía.
A tu izquierda encaminados,
maldeciremos con cada aliento,
al animal de fauces inquietantes,
esperaremos tu regreso gran señor.
Ciega los ojos de los adversarios,
ablanda sus escudos,
envenena nuestras espadas,
haremos polvo sin piedad.
Las astillas de escudos al volar,
son manjar para tu paladar,
nunca veremos hacia atrás,
con tu bendición seguiremos el oscuro sendero.
El temor en los ojos ajenos,
aceleran nuestro espíritu de hierro,
inmunes al sufrimiento,
con tu sangre ilumina nuestras flechas.
El aliento de Tyr remece,
sin piedad los vientos inocentes,
!adelante mis hermanos¡
las espadas en alto y sin miedo a la muerte.
En nombre de Tyr enrumbados,
en su sagrado nombre aplastaremos,
el cielo gris indica su compañía,
Su voz para el enemigo será su desdicha.
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