Los seres humanos somos criaturas sociales. Necesitamos los unos de los otros para dotar nuestras vidas de sentido. Pero a menudo no nos damos cuenta de que este sentido es vacuo y autoindulgente. Nos negamos a tomar la oportunidad que se nos ha dado, y nos empeñamos con denuedo en nuestra soledad. Hemos perdido nuestra inocencia, nuestra ingenuidad, y tamizamos nuestras vidas a través de filtros autoimpuestos, ya sean religiosos, científicos, morales o éticos, que pretenden acercarnos a los demás pero que en la mayoría de casos solo nos aíslan en nuestro individualismo dogmático y nos convierten en entes parasitarios incapaces de reconocer a nuestros iguales por lo que son: reflejos de nosotros mismos, de nuestros miedos, de nuestras inseguridades, de nuestra vulnerabilidad que nos hace, en definitiva, humanos. Criaturas sociales.
No es de extrañar que en una sociedad así haya gente que pierda su rumbo. Solos en una multitud, como niños buscando a sus madres en medio de la lluvia fría, como salmones nadando contra la corriente de un río torrencial. Personas tan heridas por su propia humanidad que, aunque solo sea de manera inconsciente, llegan a desear su propia muerte en alguna ocasión. En ese momento, sin saberlo, sus manos tocan una ventana invisible, abriéndola para siempre. Su dolor es un poderoso faro que atrae a lo que hay fuera, al otro lado, cosas inhumanas e incomprensibles, perversos horrores que están más allá de toda explicación, con un ansia tan grande como la nuestra. Y no se detendrán hasta destruirnos por completo.
En un mundo sin historia las vidas de ocho personas normales se entrelazarán en una trama de terror sobrenatural y ciencia ficción.
El Culto del Dragón ha estado activo en Faerun durante siglos. La mayor parte de ese tiempo ha estado centrado en la creación de dragones no-muertos para cumplir una profecía, pero esto está a punto de cambiar...
El nuevo líder del culto es un calishita llamado Severin Silrajin, que cree que el conocimiento Dracónido real y su poder pertenece a los dragones vivos, no a los muertos vivientes. La ambición de Severin le gustó a Tiamat, Diosa de los Dragones, por lo que le reveló la existencia de las cinco máscaras dragón, una por cada color de dragón cromático. Cuando las cinco se juntan, se funden mágicamente en una sola, la Máscara de la Reina Dragón. Con la máscara ensamblada, el culto podrá liberar a Tiamat de su prisión en los Nueve Infiernos.
La almenara de la atalaya del Paso de Dohag arde con fuerza iluminando la noche en las montañas. La señal de aviso augura problemas en el Loch Varn, pero fuera del valle nadie sabe exactamente qué está ocurriendo.
Ciudad Irreal,
bajo la parda niebla
del amanecer invernal,
una muchedumbre fluía
sobre el puente de Londres,
¡eran tantos!
Nunca hubiera yo creído
que la muerte se llevara a tantos.
—T. S. Elliot, La tierra baldía
Estamos a finales del año 1887. Hace algo más de dos años, el Príncipe Mithras regresó a Londres tras una ausencia de casi un siglo, poniendo fin abruptamente a la regencia de su Senescal, Valerius, y barriendo los cimientos de las estructuras de poder que se habían creado. Muchos Vástagos perdieron sus posiciones de privilegio, y durante un tiempo reinaron el caos y la incertidumbre. Ahora, el imprevisible y violento Matusalén gobierna la capital del Imperio Británico con mano de hierro, dictando sus tiránicos designios y eliminando toda oposición… A menudo en el sentido más literal.
Pero se avecinan tiempos de cambio. En este clima de miedo y confusión, las conspiraciones alcanzan su sangriento cénit. Terribles facciones y poderosas alianzas surgen de las cenizas de aquellos que hallaron la Muerte Definitiva, buscando el retorno de la cordura, la supremacía, la venganza, u objetivos más sombríos e inescrutables. La noche eterna se agita en su propia pesadilla, una que solo puede acabar tiñendo de rojo las aguas del Támesis.
Bienvenido a Londres. Es una época difícil para ser uno de los Vástagos…