Ambientada en el mundo imaginario de Ethar, un grupo de furrys se vera envuelto en una serie de aventuras que marcaran su destino y el de su raza. Asimismo un grupo de humanos se encargaran de que nada altere su mundo.
Año 1990, Madrid. Comienza una nueva década, una cargada de grandes cambios y esperanzas. Y para vosotros, pobres mortales, llega el cambio más grande de todos. Así es. Un ser de las tinieblas os ha elegido para concederos la bendición y al mismo tiempo maldición del Abrazo. Para vosotros han acabado lo sueños mundanos de tranquilidad, la familia y el amor, hasta el mismo hecho de vivir durante el día os ha sido vetado. De ahora en adelante solo os aguarda una pseudovida en la oscuridad y el único manjar que deleitará vuestros paladares será la sangre de aquellos que una vez fueron vuestros semejantes.
En realidad, todo eso ya ocurrió. Ha pasado un año desde entonces, un largo y tortuoso año para aceptar vuestra nueva forma de vida, vuestras necesidades y vuestros dones. Y finalmente ha llegado la noche más importante de todas; tras decidir que estáis listos, vuestros sires os llevan al Elíseo para presentaros formalmente ante el Príncipe y, como no, al resto de vampiros que habitan en Madrid. No sabéis que esperar, pero sois conscientes de que en este mundo no se puede sobrevivir solo. Es posible que esta noche forjéis las alianzas que os ayudarán a sobrevivir... o puede que os ganéis los enemigos que os traigan la Muerte Definitiva.
Todo depende de vosotros.
El mundo ha cambiado rápido. Las fábricas se multiplican en las ciudades, carreteras y caminos nuevos conectan el mundo a medida que nuevas tecnologías florecen. Muchos son los que quieren destacar y ser maestros. Pero entre tanta gente hay historias que destacan. La tuya merece ser contada. Una cosa está clara: nada saldrá como esperabas.
Os mecéis con el viento como las hierbas altas que abundan en las praderas azules que componen el territorio principal de Tazar. El sol brilla fuerte y alto, las intensas lluvias parecen lejos y os dirigís al norte, hacia la capital. Cruzáis pequeños valles boscosos hundidos entre colinas que ondulan como dunas de arena. Son estos los pocos lugares donde el Reino puede obtener madera; abedules, arces y sauces son solo unos pocos. Estos bosques son también el hogar de muchos animales, como el esquivo corzo de tres cuernos.
Vais encontrando pequeñas poblaciones aquí y allá, alardes de colorido que rompen con la monotonía de la hierba. En su mayoría chozas de tejados cónicos y muros bajos, cada vez más veis edificios de planta cuadrada y rectangular, un estilo cada vez más popular a pesar de la escasez de madera, importado de vuestros vecinos norteños, los Rodios. De manera inconsciente vais nombrado los doce señoríos que cuidan estas tierras, familias ancladas a esta tierra como la roca misma.
Ya casi avistáis las murallas de la capital. Perfectos bloques de caliza rosa, cortada y pulida en las canteras cercanas. Rodeado de escarpadas montañas, el enclave está a salvo de casi cualquier tipo de ataques. Sus numerosas gentes son un reflejo fiel de la abundancia del Reino de Tazar, que ya supera los cuatro millones de almas gracias al buen hacer de sus gentes, sus señores y su Rey. Sus buenas políticas han asegurado su mandato por siete generaciones, la monarquía más larga que se recuerda en este continente. Comerciantes de todo el mundo, desde las islas de la Niebla hasta el extraño reino de Briterra, vienen aquí para intercambiar sus productos y empaparse de vuestra superior cultura.
Hablar de vuestra cultura significa hablar de los Gremios, por supuesto. Se os llena el pecho de orgullo al pensar como su gestión de los dones de cada gente os ha hecho crecer. Protectores, Escritores y Filósofos, el perfecto triunvirato. Hay muchos más, por supuesto, pero es a estos tres a los que más hay que agradecer. Salvo quizás el Gremio de Artistas.
Una sombra que desciende nubla vuestro ánimo. Un Descarnado. Silencioso, busca presas desprevenidas que agarrar y devorar. Ahora alertas, también advertís la presencia de dos Susurradores en la calle principal, eligiendo víctimas entre la resignada gente. Formuláis un rezo rápido con vuestros dedos antes de avanzar por las bóvedas de palacio. El momento para contemplaciones ha acabado, el Rey espera y no sería prudente hacerlo esperar…