Había una vez...
En la región, desde que se tiene memoria y los más viejos del lugar pueden recordarlo, siempre ha existido Ella. Siempre ha estado ahí, trayendo las cosechas y bendiciendo a los que le entregan lo que exige; maldiciendo y arruinando los campos de aquellos que no satisfacen sus deseos.
Es simple, es sencillo, es injusto. Es como el orden de la naturaleza, no tiene miramientos. Unas veces te da, y otras..., te quita. Pues Ella es la madre de todos. Prodiga bondades a quien acata sus caprichos y las retira sin miramientos a quien la disgusta con algo que la desagrade.
Hasta que los héroes llegaron.