Habéis sido invitados a la mayor fiesta del mundo. Grupos de todo tipo, drogas, bebidas y todo el sexo que puedas aguantar. Todo está permitido en esta noche que puede durar tanto como desees y que no tienen mayor gasto que cruzar la puerta.
Sin embargo no es todo lujuria y desenfreno entre estas cuatro paredes. Eres parte de un experimento y has aceptado que hagamos pruebas con tu cuerpo. Puede que lo que contenga la bebida que tienes en la mano no sea exactamente vodka. ¿Pero a quién le importa si es gratis?
Por supuesto puedes irte en el momento en que creas que has tenido suficiente... si es que puedes escapar. Pero por favor, sigue bebiendo y follando. La noche es joven y tú también.
Es una tarde como otra cualquiera. El sol ya se está poniendo y la noche con la luz de la luna se refleja entre las nubes asomando como cual polluelo del nido. Te encuentras cabizbajo decaído por tus problemas: soledad, malas amistades, celos, esclavitud del trabajo, etc. Un tormento que lleva meses intruduciendose en tu vida y muchas veces te sientes solitario. Cabizbajo vas andando mientras miras el cielo, como si la oscuridad te comiera. Así entre los edificios empiezas a ver fuegos artificiales que se levantan con lindas explosiones y realizan las mas extrañas figuras. Quizas sea un barrio de fiesta... Piensas en tu interior. Mirando al cielo, el juego de luces parece desconcentrarte y relajarte. Aislarte por momentos de tu vida real, y sentirte liberado por momentos. El último petardo es el que más salto sube. A parte de su fuerte sonido, ilumina el cielo como nunca antes visto. Por segundos te ciega, y te tapas los ojos. Cuando recobras la vista, pareces haber tenido un sueño. Continuas en la calle, en un sitio similar en el que estabas, pero mirando a tu alrededor ves las calles abandonadas, como si hubiera pasado el tiempo.
La tripulación del balandro pirata Cisne Negro lleva flotando dos agonizantes semanas sobre un mar sin viento alguno. El clima ha sido asfixiante y húmedo. Las reservas de agua, galletas y bacalao seco son ya escasas, y tampoco quedan demasiados barriles de ron. Y lo que es peor aún, la tripulación tiene motivos por los que preocuparse cuando vuelva a soplar el viento... sí, el temible buque corsario El Indomable, vaga por los mares buscando vuestro pequeño barco. Pero esperad, ahí viene vuestro capitán, él seguro que os pondrá al corriente en este mismo instante de la situación.