Una misión desesperada, una huida hacia adelante. Escapar del planeta, buscando un lugar mejor. Un lugar donde continuar el sueño de la cruz gamada.
A follá, a follá, que el mundo se va a acabá. ¿Que no? Ya verá compae, que se va a liá una aquí que no se va sé ni normá. Ponte de pico pardoh y ámono al hipercó, luego a Pedro Antonio y si eso empalmamao en la Mae o en la Campuh. Éhta noshe va a se apoteósica.
Una comitiva recorre los campos nevados: caballeros, mesnaderos, el joven señor, una dama y su séquito, un fraile en su borrico y humildes porteadores. El señor feudal ha muerto, y su cruel hijo ha enviado al exilio a sus hermanastros en lo más crudo del invierno. ¿Llegarán a su destino, o perecerán en el camino?
"Teníamos muchísimo miedo. Porque sentíamos que esos relatos no eran invenciones, que esos monstruos no eran inventados: la momia de Ben, el leproso de Eddie... Cualquiera de ellos o ambos podían salir por la noche, tras la puesta del sol. O el hermano de Bill Denbrough, manco e implacable, navegando por las negras cloacas de la ciudad con monedas de plata en vez de ojos"
Mientras el mundo arde, los mapas tienen grandes espacios vacíos. ¿Que habrá más allá de Asshai y el Estrecho de Azafrán? Ni siquiera las viejas historias y los pergaminos de la Ciudadela hablan de lugares tan distantes.