Cada personaje tiene sus propios motivos para estar en Ord Mantell. Pero hay una causa común que los une.
-DESPUES-
En todas las casas, gasolineras y tiendas que encontrábamos, era Navidad. Una Navidad llena de polvo, decadente, con tiras de alegres colores que el tiempo había vuelto desvaídas y deprimentes. Una Navidad opaca, apagada, nostálgica, que recordaba a los días felices de compras y comilonas, de abrigos elegantes y besos y abrazos por la calle. el mundo había empezado a morir un nueve de diciembre, y para el dieciséis había muerto del todo, así que era, en todas partes y para siempre, Navidad.
Mirando aquel árbol de casi tres metros de alto con las ramas peladas y los ornamentos colgando como desquiciantes reactivos vudú de alguna mente enferma, decidí que estaba hastiado de la Navidad. No sé cómo dejamos que ocurriera, era una festividad de mierda. En el escaparate había un Papá Noel con la barba caída sobre la barriga falsa y amorfa. Aún podía oír el susurro de su mirada brillante que, en otros tiempos, había encerrado un mensaje: <>. Ahora parecía mirarme y sonreír con la certeza de que los vampiros celebrarían su Nochebuena conmigo, y su mensaje..., bueno, su mensaje era más o menos el mismo: <>