El rugido del mar resuena en la costa mientras dos clanes enemigos sellan su tregua con un matrimonio. La hoguera crepita, la hidromiel fluye y los cánticos resuenan bajo el cielo nocturno. Los dioses son testigos.
Los ojos se cruzan entre los invitados: algunos con deseo, otros con desconfianza. Viejas heridas laten bajo la piel, recuerdos de batallas pasadas aún pesan en las miradas. Pero esta noche no es para la guerra, sino para la unión.
Al menos, así debería ser.