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Doce años después.

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11/03/2016, 09:13
Editado: 11/03/2016, 09:34

Aún tengo fresco en mi memoria ese día. Acababa de empezar a trabajar en una empresa y tenía que ir junto con unos compañeros a una jornada de formación en Madrid. Íbamos al final en coche, aunque habíamos pensado acercarnos en tren hasta Chamartín. Hicimos la parada de rigor en la estación de servicio de Collado-Villalba a tomar un café antes de meternos en la vorágine de la capital. Y de repente, se hizo el silencio. En las noticias, iban desgranando los primeros detalles. Lo primero que pensamos todos, como comentario generalizado fue: "Ha sido ETA". Pero pronto me di cuenta que no. No era su estilo, no tenía su firma. 

Es triste, al recordarlo luego, cómo eres capaz de reconocer el modus operandi de esos asesinos. Tras toda una vida conviviendo con su violencia al final lo consigues. Pero esto era algo nuevo, algo que sólo habíamos visto antes en Nueva York, a través de la televisión en vivo y en directo. 

Tras varias llamadas, decidimos continuar con nuestra rutina. Tengo grabado a fuego dos detalles de ese día: el operativo montado en la A-6 en dirección salida y, sobre todo, el silencio. Los coches circulando o parados y ni un claxon. Sólo roto por el sonido de las ambulancias, que no daban abasto. El centro de Madrid era un velatorio enorme y universal. Las víctimas no dejaban de sucederse. Como muchos de vosotros, sin duda, viví el temor de saber si mis amigos que vivían en la zona del corredor del Henares se habían visto afectados. Y, por fortuna, ese día no habían cogido el tren. 

Seguramente, cada uno tendrá su propio recuerdo. Hoy, doce años después, quiero compartir los míos. La vida sigue, pero las víctimas deben quedar en el recuerdo de todos. Por encima de si Irak, o el PP, o Ansar y compañía. Porque doce años después lo importante es que esas víctimas, igual que el casi millar que se cobró ETA o las del GAL, o los GRAPO, o tantas otras NO deben caer en el olvido. 

Supongo que pronto se llenará esto de disquisiciones políticas, pero desde aquí mi recuerdo a los que ese día iniciaban su rutina y se la arrebataron cruelmente y sin sentido.

11/03/2016, 09:25

Para mi marcó en varios sentidos. Finalizaba en breve el curso de promoción. Mi primer ascenso.

Tenía muchos compañeros en Madrid y muchas llamadas de teléfono colapsaron centralitas y la angustia se acumulaba. De entre las 1500 personas en el edificio, muchos lloraban, pero uno con la mayor amargura de todas. Perder un hijo. A final de mes me reuniría con ellos, ya que el 29 nos dieron las notas y la patada en la espalda.

11/03/2016, 10:19

Un texto triste y bonito a la vez. Yo de ese día tambien recuerdo mucho silencio.

11/03/2016, 14:29

Yo lo recuerdo como uno de los días mas largos de mi vida pero también tengo gravado la cantidad de gente a la que le importé y se preocuparon por mi, que ni me había dado cuenta.

Yo trabajaba en la estación de Chamartín, como azafata del tren precisamente , y aunque ese día libraba nos tocó a mi y mis compañeros muy de cerca, y no solo ese día sino muchos otros después.Tengo anécdotas terroríficas y buenas que pasaron, de las que solo quienes trabajábamos alli o algo asi sabemos, pero como Tiernaflor ha dicho, este un día para recordar a las víctimas y también para recordarnos a todos nosotros. Porque fuimos capaces de salir en masa a los hospitales a donar sangre, la gente que vivía cerca de las vías salió de sus casas con comida y mantas para los heridos, y todos juntos marchamos en contra del terrorismo y la violencia el 13 de Marzo, para mi es siempre con lo que me quedaré.

Me sorprendo de lo rápido que pasan los años, y lo que dolió Madrid ese día. Ójala tengan paz sus familiares alguna vez.

11/03/2016, 17:35

Doce años ya… Cómo pasa el tiempo.

Al igual que los demás, yo también cambié ese día. El desconcierto, el dolor, y todo lo que se vivió ese día, con todas las cosas que se fueron descubriendo después, y otras tantas que no quedaron del todo claras, me hicieron ver cómo era el mundo. Y lo cerca que me pillaba todo aquello que sólo veía en la tele.

Yo tenía 14 años, y era la delegada de mi clase, lo que me permitió presionar un poco a la Jefatura de Estudios para que, primero, nos dieran una maldita radio para enterarnos de lo que estaba pasando, y después preguntar por un profesor en concreto que a mí y a una amiga mía nos preocupaba su ausencia. Sabíamos que venía en tren desde Collado-Villalba, hacía transbordo en Atocha, y cogía luego  otra línea para ir a Puente Alcocer. No llegó ese día. Y los demás profesores no sabían nada. Ahí me di cuenta de que podíamos haber perdido a un profesor, que, además, era un amigo. De esos profesores de verdad, esos que parecen que no existen.

La mañana fue esperpéntica, sobre todo cuando los profesores insistían en que diéramos clase normal cuando había un par de compañeros llorando por sus madres, que justo ese día habían cogido el tren para hacer unas compras no sé dónde.

No hicimos caso, conseguimos la radio, y nos fuimos enterando. La verdad es que fue algo peor, porque el sentimiento de miedo creció. Las horas coincidían. “Mi madre ha pasado por ahí, justo a esa hora, seguro”. Todo tratábamos de decir que no, que hay muchos trenes, y que pasan muy seguidos, pero, claro, ¿qué, sino, íbamos a decir?

Cuando llegó el mediodía, los pocos que aún estábamos en clase, nos fuimos para nuestras casas. Encendí la tele después de compartir unas palabras rápidas con mi madre, y vi las imágenes. Los trenes destripados se me grabaron en la mente, al igual que las mantas, y esas cosas raras que brillan y que se las ponen a los heridos. Un hombre con la cara totalmente ensangrentada, y que decía que todo iba bien, que había gente aún peor.

Llegaron rumores de que en Puente Alcocer debía también haber explotado una bomba, pero que no funcionó. Nunca llegué a saber si era cierto, o promovido por la histeria. La cuestión es que mi estación se libró.

Nunca dejé de pensar que fuera ETA hasta que los yihadistas reclamaron la autoría. Incluso ETA dijo que no había sido ella, sacando un comunicado, creo, histórico.

A partir de ese día, me centré en seguir todo lo que se dijera del atentado, tratando, a mi manera, de comprenderlo un poco mejor. ¿Un atentado donde murieran cientos de personas? No, al lado de mi casa no, hombre. Eso pasa sólo en las noticias, y en países extranjeros con democracias fallidas… Ya, claro. Ese día también me enseñó que todos estábamos en una especie de guerra abierta contra un colectivo. Y que éramos potenciales víctimas todos. Las Nuevas Guerras como lo llaman Hirst y Kaldor.

Cuando salió el juicio, y vi que lo retransmitían en directo, no me lo quise perder, y lo estuve siguiendo con interés. Creo que ahí fue cuando me di cuenta de que quería dedicarme al Derecho, aunque no fue mucho más tarde cuando me tomé la decisión definitiva.

El juicio, si es que se le puede llamar así porque casi sustrajo más dudas que respuestas, fue una pantomima, donde algo mucho más oscuro que casi nadie podía entrever estaba jugando también. No hablo de política, no, ni mucho menos, pero estuvo claro que había cosas que se dejaron en el aire porque no debían de salir. No es que sea conspiranoica, es que este tipo de cosas te enseña cómo el mundo se mueve, y que lo que pasa en House of Cards, Juego de Tronos, y estas cosas existen de verdad, como EEUU cuando lanzó el órdago diciendo que dejaría de pagar sus presupuestos de la ONU si no le dejaban intervenir en Afganistán hace ya unos años. Ese tipo de cosas, ya me entendéis.

Dudo mucho que vayamos a saber jamás si hubo causas más allá del mero “castigo” a España por entrar en una guerra que no iba dirigida a ella, pero que se convirtió en víctima en cuanto firmó en Azores junto con los primos hermanos EEUU-  Reino Unido.

La cuestión es que mucha gente recuerda ese día en Madrid con dolor, miedo, desconcierto, y, cierto odio, porque a alguien a que odiar, ¿no?

Al igual que Souris, yo me quedo con las colas enormes que se hicieron en Sol para donar sangre, y la cantidad de voluntarios que había para echar una mano. Gente que se iba de los hospitales diciendo: “no estoy tan mal como los que están viniendo”. 

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