Subida por MrSeeK
Imagen: El veterano paladín consagra el Cachirulo frente a su escudo de armas.
Tras dormir profundamente aquella noche (producto de los residuos somníferos probablemente) salimos antes del alba, bajo el amparo de la noche.
Caminamos sin descanso durante el amanecer sobre una leve pero interminable pendiente ascendente, la cual se volvía más inclinada a cada aldes que atravesamos.
El viaje transcurrió sin incidentes, mas una sorpresa nos aguardaba en la cima. Como sacada del manual que consultamos el día anterior, encontramos una taberna, LA TABERNA, conservada como si de un hechizo se tratara, correspondía exactamente con las descripciones de las Sagradas Escrituras.
Taberna Gaia era su nombre, y al atravesar sus puertas, pudimos respirar la epicidad y el misticismo que acompaña a las grandes gestas. Un lugar propicio para el descanso y, por qué no, una buena jarra de hidromiel.
Hablamos con su dueño, un antiguo paladín retirado de la vida en los caminos. Tras muchos años de detectar el mal había decidido construir un refugio para el caminante, el peregrino y el aventurero. Estuvimos seguros de que entre aquellas paredes, muchos eran los grupos de aventureros que se habían forjado en pos de cumplir una importante misión o campaña.
Rápidamente nos presento sus platos, que separados por primer y segundo lance, satisfacieron con creces nuestras hambrientas entrañas.
Después del yantar, y tras asegurarnos de la ausencia del bardo del grupo, tuvimos la ocasión de compartir nuestra misión con su hija, Laura, la cual atendía las mesas. En aquel mismo instante solicitó ayuda a su padre para, juntos, bendecir nuestra misión y contener el maligno poder del Cachirulo hasta que pudiéramos finalizarla.
Nuestra subida a la montaña fue dura pero con una grata recompensa, gracias a todo el personal de La Taberna de Gaia por su dedicación y participación en las fotografías. Un efusivo saludo.
La verdad es que pinta molón ese sitio... sólo espero que el cachirulo no haya corrompido el lugar con su oscura magia.