Partida de Rol en Vivo. Privada para más señas.
El conocido mafioso Billy "El Sonrisas" va a dar una de sus legendarias fiestas en su casa-discoteca. Son conocidas estas fiestas por la cantidad de grandes capos de las principales mafias mundiales, así como narcos y camellos venidos de todas partes del mundo. Así mismo, Billy es conocido por ser el mejor anfitrión del mundo. Su casa es tuya, pero sabes una cosa, si le tocas los cojones a Billy eres hombre muerto. No se anda con chiquitas y no se deja vacilar. Nadie le tose en su casa. Uno de los mayores mafiosos de todo Estados Unidos, jamás se le ha pillado manchado con nada, pero tiene unas millonadas obtenidas a base de trafico de drogas y mujeres.
¡Venga, venga, venga que los motores ya rugen!:
»A lo lejos se acercaba un hombre corpulento, grande. Venía acompañado por dos hembras, cada una a un lado, contoneando sus caderas lujuriosamente. Como si no supieran caminar de otra manera más que provocando. Posó sus manos sobre sus cinturas y sonrió. Cada una de sus tetas era más grande que cualquier cabeza de las allí presentes. Playboys de moral laxa y alta estofa. “Dos tetas tiran más que dos carretas” y en este caso, más. Siendo cuatro...
El tipo agarró a ambas chicas y, con facilidad, se las echó a los hombros. Comenzaron a reír como niñas estúpidas, a cloquear como gallinas.
-¡Vamos! ¡Vamos! ¡Entrad, joder! ¡Que no os vamos a morder la polla! ¡No tengo toda la noche! -os gritó alegremente mientras se acercaba. Vestía una chaqueta de piel marrón, con plumas en el cuello, pero el pecho lo llevaba al descubierto. Se le marcaban los abdominales, duros-. ¡Esta es mi mansión! -os dijo haciendo un ademán con la mano, presentándoosla. Sonreía ampliamente, razón por la que le habían dado su sobrenombre: Billy “el Sonrisas”. Si fuera negro, aquellos dientes blanquísimos suyos no habrían brillado tanto. Aunque no podían decir lo mismo aquellos pobres incautos que se le habían enfrentado... las malas lenguas contaban que, si se enfadaba era temible y que entonces su sonrisa era más amplia que nunca. Por suerte, para todos, no solía estarlo.
Entrasteis y Billy “el Sonrisas” os hizo un tour rápido por su lujosa y carísima mansión, tan exótica como él mismo. Estaba más que orgulloso de ella.
-Aquí, a la izquierda, tenéis la piscina. Enfrente, en la discoteca, donde se va a celebrar la fiesta, podréis disfrutar de mi alcohol. ¡Yo invito! Arriba -señaló- están las habitaciones. Haced uso de ellas como queráis. ¡Como queráis! ¡Esta es vuestra casa! ¡Ah! Y tenéis a vuestra disposición chicas... y chicos -le guiñó el ojo a uno de los invitados, con pintas de homosexual-. Y ahora, si me disculpáis, tengo que atender a estas señoritas -os comentó a la vez que a una de ellas, la rubia, le ponía un billete de 500 en el escote. Los tres se rieron estrepitosamente, como si aquello no fuera más que un juego estúpido.