Cuando crees que el problema más importante de España son los políticos, la crisis y la corrupción, la realidad te golpea en la cara. ¿Quien podría haberse imaginado que el país sería invadido y que todo se va a ir realmente a la mierda?
2012. España se va lentamente al garete: universitarios hipertitulados emigrando, currelas de la construcción malviviendo con sus familias con 400 euros al mes, tensión creciente con las autonomías y Francisco Camps fumándose un puro con Rajoy entre risas y estómagos complacidos. La portavoz del gobierno vuelve a salir al estrado del congreso para decir que lo del 25-S no fue nada importante, cuando algo pasa.
Las bombas empiezan a caer, y el gobierno, sumido en la autocomplacencia de su mayoría absoluta, se convierte en carbonilla bajo las bombas de los cazabombarderos. El estado mayor no se lo termina de creer: una guerra convencional, a la antigua. Toda esa "primavera árabe" estalla en la cara de una España maltrecha y adormecida. Un puñado de soldaditos recibe la voz de alarma. ¿Están de cachondeo? No, parece que al final el ejército español servirá para algo más que para repartir magdalenas.