1990. El rugido de los T-72 soviéticos es precedido por el destello de los pulsos EMP y la detonación de una bomba de neutrones. La "torre de vigilancia alfa" del agujero de Fulda se desintegra en cuestión de segundos. Entre el polvo radiactivo las columnas de tanques, acechadas por helicópteros y cazas, vacían frenéticamente el contenido de sus cañones y ametralladoras. La guerra fría ha terminado. Comienza la Tercera Guerra Mundial.
La revolución soviética de 1990 da un giro inesperado. La columna de Boris Yeltsin es emboscada por elementos de la línea dura del partido, y tropas fieles al ideal de la URSS. Con un rápido golpe de estado, el partido comunista retoma el poder, y una junta militar asume el mando de la Unión Soviética, que amenaza con disgregarse. Para reafirmar su poder, el nuevo gobierno provisional decide llevar a cabo una vieja aspiración: conquistar Alemania Occidental y humillar a los aliados en una guerra que ha tratado de evitarse durante cincuenta años.
¿Prevalecerá la cordura de los estrategas militares, que abogan por una guerra limitada, o se iniciará una escalada nuclear que aniquile a los dos bandos? Sea como fuere, la guerra ha comenzado. Y en el agujero de Fulda, a escasos kilómetros de Frankfurt, las divisiones acorazadas soviéticas se proponen romper el frente con un ataque demoledor. La 11ª división acorazada nortamericana pronto se ve contra las cuerdas, a pesar del fuerte apoyo aéreo. En estas circunstancias, se moviliza a la 9ª división panzergrenadier del ejército de la RFA. Al mando, un apellido ilustre: Guderian. El nieto del genial general de la Segunda Guerra Mundial y padre de la doctrina de la guerra acorazada, es el encargado de frenar la ofensiva soviética. ¿Lo conseguirá?
Partida por chat (unisesión) para las Jornadas Virtuales de 2013.