Partida Rol por web

-¿Que cojones?- John se tapó la cara con el brazo ante el destello de los faros del vehículo, mientras el otro le hacía gestos al conductor-. ¡Eh! ¡Gilipollas! ¿Quien carajo eres y que estas haciendo con ese trasto?.

Se fué acercando poco a poco, cauteloso. -La madre que me parió...

Sostuvo la barra metálica, pese a que estab en el vehículo (dentro del "aparente" amasijo protectorio).

-¿Que cojones?- John se tapó la cara con el brazo ante el destello de los faros del vehículo, mientras el otro le hacía gestos al conductor-. ¡Eh! ¡Gilipollas! ¿Quien carajo eres y que estas haciendo con ese trasto?.

Se fué acercando poco a poco, cauteloso.

-La madre que me parió...

¡Ellen! ¡Acelera, no lo pienses! -sin duda alguna no podía fiarse de ninguno de los que estaban fuera, y menos si estaban acompañados (como estaban) de aquella tipa que sin duda era parte de aquella macabra conspiración. ¡¡Acelerraaa!!

Pierce escucha la voz de Domenica venir de dentro del Humvee:

-ACELERA!!

El humvee iluminó a los "intrusos", cegándoles con los focos. El motor rugió con furia y se abalanzó sobre ellos. Palmer, la doctora y el cocinero consiguieron salir de su camino, pero Pierce no pudo hacerlo a tiempo. El duro parachoques metálico del humvee lo golpeó contra la puerta del garaje, y aunque pudo zafarse antes de que fuera aún más grave se rompió la muñeca en la caída.

El vehículo sin embargo continuó su camino llevándose la puerta del garaje por delante y exponiéndoles a todos al frio.

Domenica notó cómo el vehículo aplastaba a Pierce. Sin duda que estaría metido en el ajo, como esa doctora que quiso aniquilarla. Mientras avanzábamos por el exterior, la meteoróloga preguntó a la militar.

¿Sabes si las comunicaciones funcionarán? Creo que hemos de pedir ayuda...

Lo cierto es que Domenica no sabía muy bien por dónde seguir, qué más hacer, pues la confianza en el resto era mínúscula.