Partida Rol por web

Día 3 de la expedición - 14:00 hora Z

Aquello pasaba ya de castaño oscuro. Y el único que se había comportado con un mínimo de decencia era el propio Baker, parecía que sus respectivos mandamases habían escogido a lo peor de cada casa y los habían mandado al polo, y a él, de becario, le habían dejado sin poder ejecutivo y sin capacidad para resolver nada.

Allí, sentado en su cama, se planteó qué hacer. Todos los de fuera se dedicaban a golpearse y gritarse entre sí, perdidos en ataques de histeria, nadie parecía tomar las riendas y menos esa inútil de la jefa de expedición.

-Con mi humildad natural, con mi diplomacia... conseguiré que esa gentuza de fuera se calme... sólo yo puedo conseguirlo.

Y así, animado, Baker compuso su expresión y con un resoplido de desprecio hacia Morrison abrió la puerta a ver que se iba a encontrar al otro lado.

Cuando Baker abrió la puerta de la habitación lo que vio fue a Irina y a Piere cubiertos de nieve y con los rostros enrojecidos por el viento. Ninguno de los dos pareció advertir la presencia del becario, pues estaban demasiado ocupados mirando hacia Vincenc, que se encontraba en el suelo con un tajo en el cuello de oreja a oreja. El suelo estaba lleno de sangre.

Bien empezaré a dirigir ésto con esos dos... que demonios hay en el suelo joderjoderjoder que es vincenbluarghhhhh.

Toda la decisión de Baker se fue por donde había venido y casi sin alcanzar un rincón de la estancia empezó vomitar incontroladamente. La sangre no lo había perturbado demasiado, pero la muerte en general no había podido soportarla. ¡Ya no se movería! 

La mayor parte del vómito acabó en el rincón y el becario apoyó las manos en los laterales de la esquina tratando de recuperar la compostura.

Mientras Baker se concentraba en echar todo el contenido de su estómago, parecía volver a haber movimiento en la sala común.

Daniel se asomó desde detrás de la mampara que ocultaba su cama para ver que estaba pasando. El ingeniero se levantó y se acercó al becario solo para mirar con asco la escena.

-Por dios, Baker, ¿qué te ocurre? -preguntó tapándose la boca para que no le llegase el olor del vómito.

Alertado por los ruidos de fuera, Daniel empujó la puerta para que se abriera del todo, y entonces comprendió que le pasaba a Baker. El joven empalideció de golpe y se quedó mirando como Pierce le levantaba mientras la sangre goteaba del cuello del cuerpo.

Baker acabó de echarlo todo en la esquina. Respiró varias veces para contener la nausea y obviando a Morrison se acercó al cadáver y a los dos que estaban a su lado.

-¡Joder! ¿Qué ha pasado aquí? ¿Quién ha hecho ésto?

Su mirada interrogativa casi daba lástima, pero parecía dispuesto a cualquier cosa.