Partida Rol por web

Recibiste la llamada la semana pasada. Fue después de medianoche. La voz de mamá al otro lado de la línea era poco más que un ronco graznido.
«Papá se ha ido», dijo. «Para siempre». Y le dijiste, quizás tontamente, que conducirías a casa inmediatamente. Todavía lo llamabas casa, a pesar de haber vivido en otro lugar durante una década. Ese pensamiento dio vueltas en tu cabeza toda la noche. Tú no pensaste en papá.

La casa estaba a oscuras cuando llegaste. Todavía faltaban unas horas. Tu dormitorio estaba tal y como lo dejaste, una cápsula del tiempo que se abría al tocarla. Años de polvo quemados cuando encendiste la luz, la cama vuelve a sentir la presión cuando posas la maleta y la ventana no reconocía tu reflejo. Deshaces la maleta (no olvides tomarte las pastillas) y te tumbas en la cama.

Te sorprendes a ti mismo en la tenue pantalla de tu viejo televisor. Un Toshiba Crt. La Gamecube sigue enchufada. El mando envuelto cuidadosamente en la ranura del soporte. Los años de tiempo invertidos en ella rompen algún bloqueo mental y se precipitan sobre las crestas de tu
cerebro. Un frío abrazo nostálgico. Tus ojos cansados parpadean hacia los juegos, pero no todos, no. Sólo un juego en particular. Y ahí está, apoyado donde lo dejaste. La caja de plástico, el arte de la caja, 3D de baja calidad. El peso del artefacto, inconmensurable para cualquier otro ojo.
Soul Cemetery es un juego de survival horror exclusivo de Gamecube hecho por un estudio sin página en Wikipedia y publicado por una subsidiaria  de Capcom que ya no existe. No tiene videoensayos en YouTube, ni remasterizaciones, ni remakes, ni secuelas. Pero las horas que le dedicaste rozan el cambio de vida. La forma del juego se imprime en
tu ser, lo supieras o no, y todo empieza a volver.