Apenas tuvo tiempo de ver la pared de agua que se les venía encima, tan sólo pensó en una cosa: No sabía nadar. Su cuerpo actuó de motu propio y flexionando las piernas se lanzó hacia un lado esquivando la ola.
Motivo: Suerte x2
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 44 (Exito)
Si he entendido bien se nos viene una ola encima frente a vosotros que va en dirección al pueblo? vamos que teníamos que haber escapado en la otra dirección. ¿Es así?
No es que nunca hubiera visto Tariq una ola como aquella, pero sí era verdad que no la había avanzar romper en tierra firme. Sin embargo, acostumbrado como estaba a vadearlas con su nave, no le resultó mucho más difícil hacerlo con los pies.
Motivo: Suerte x2
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 11 (Exito)
Aquel arrastre de turbia agua que casi si os precipita encima cual centena de hombres en carrera pasó a vuestro lado, no sin antes echar una pequeña carrera mientras llevábais en volanas a "la Jimena". Vuestro contratista se sujetaba como malamente podía la lanza que aún llevaba engarzada en su pecho, et que todos vosotros pegásteis la espalda a la fachada de la torre que miraba en la misma dirección hacia la que iba el torrente, hacia Piedrablanca. Veíais a vuestro lado, a diestra y a siniestra, el bucle de agua embozante y raudo, peligroso y castigador. En breves aquello se inundaría mínimamente, asique subísteis a la torre donde os encarcerlaron: allí no llegaría el agua.
En el primer descansillo pusísteis al de Arguilla en el suelo, y os pidió con secas palabras que le arrancárais la lanza, no sin antes pronunciar algo con severas dificultades.
No os traicioné. No he llegado, ughh...., aquí para vender a nadie... Ya vos lo explicaré... Fe... Fedro de Soterraz. Alaurico, ughh... -se quejeaba entre palabra y palabra, con la voz ronca y un esfuerzo por pronunciar considerable-. No lo olvidéis. Allí, vamos, o allí iréis, depende de -la lanza, pero no lo dijo-. Pero hay que tener cuidado. Hasta los reyes le temen, imagináos sus... ugh, ¡sus súbditos! Mas yo... arrgh... -miraba a la lanza que le picaba-, yo no. Et que por eso vamos a verle, a actuar para el mismo rey de Arag... -hizo una pausa, recordando que hasta en las mas aciagas circunstancias había que ser precavido-. No olvidéis el destino. Ahora... ¡tirad fuerte!
El propio Jimeno se arranco un trozo de tela y se lo puso en la boca, entre los dientes...
Podéis si quieréis tirar por Descubrir.
Estáis entre dos pisos de la torre, en el descansillo de las escaleras. Jimeno está tumbado con la lanza aún clavada.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 22-
Resultado: 64 (Fracaso)
Con las rodillas sobre el frío suelo de piedra inclinado como estaba hacia Jimeno se sentía un pelín estúpido por haber dudado de él, aunque claro, cualquiera en una situación así lo habría hecho.
Estaba cansado de esta situación, ahora resultaba que del caudillo murciano al que iban a ver que tan poderoso era no iban a poder obtener ningún provecho por ir en misión del Rey de Aragón... estaba claro que el sino de Potencio era seguir siendo pobre sin tener Señor rico al que servir, todos los delirios de riqueza del palurdo se esfumaron en un instante y eso hizo que Potencio sufriese un pequeño mareo y tuviese que apoyar la palma de la mano en el suelo.
¡ Maldito bastardo! nos ha embarcado en un peregrinaje sin riqueza que ganar. Podría decir que por supuesto que llevarían a cabo la misión, que don Jimeno no tenía de qué preocuparse y cosas de ese tipo, pero Potencio no volvería a besar el culo a aquel condenado.
- ¡será un placer! -dijo pegando un tirón a la lanza.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 56 (Fracaso)
Damián se mantuvo al margen de aquella sangría, y prefirió no tocar aquella lanza que bien podría causar la muerte de Jimeno al salir con violencia. Se dedicó a observar los alrededores nervioso, pues aún se suponían presos y debían abandonar aquel lugar cuanto antes.
Tirada oculta
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
Dificultad: 34-
Resultado: 96 (Fracaso)
Tiro escuchar en lugar de Descubrir... A ver si cuela.
Un profundo grito de dolor invadió las estancias de la torre, ahora hecha prisión. El bueno de Potencio pareció que disfrutaba con aquel severo espectáculo, y tras un tirón seco, le arrebató la lanza, cuya punta estaba ennegrecida, húmeda y ensangrentada. A punto de morir anduvo Jimeno, et que su piel púsose como blanca, morados sus labios y sus pestañas, y casi su cuerpo se hizo pesado plomo. Claro que aquesto no era lo único grave, que la tormenta allá afuera no cesaba, et que oíais el correr del agua como si fuera una ola de la costa. Tras mirar por una de las ventanas vísteis un espectáculo aterrador: el cuerpo del tal Ceferino de Bureña y muchos de sus soldados de Piedrablanca eran arrastrados inertes por la aldea, cuesta abajo (tal y como había predicho la joven aquella jóven días atrás), habiendo sido arrollados por la fuerza de las precipitaciones.
Tras esto, el caudal del torrente de agua seguía subiendo, y acabó por anegar la población, et que ya ni se veían los tejados de las casas (tan sólo el campanario de la iglesia). Una carcajada se oía tras el telón de fondo formado por la lluvia y el sonido de su precipitar, como una risa malévola femenina. Empero que lejos de intentar discernir de quién era, vísteis el agua subir por los escalones de la torre, ¡El agua estaba ascendiendo! Tras tomar el cuerpo de un casi herido de muerte Jimeno, accedísteis a la sala donde habíais estado encerrado días. Tras esperar allí un rato, calculásteis que el agua habría subido a un tercio de torre. Mirar por la ventana, sin exagerar, era realmente como mirar el mar: Piedrablanca había desaparecido como la leyenda los atlantes.
Quedaba pasar la noche allí. Quizá los días...: ¿cuándo bajaría el nivel de riada? Jimeno de Arguilla no parecía insconsciente, sino que dormía. El dolor era ya tan fuerte que irónicamente su entereza se acostumbró a él. Las pocas curas que le hicísteis habían de aguantar hasta el amanecer.
Haced un último post de partida.
El sonido del aguacero sobre lo que otrora fue Piedrablanca y ahora más parecía un lago o un río que otra cosa (pues no había visto nunca Damián el mar, y no sabría decir) le ponía de los nervios. Aquella inmesa masa de agua le producía pavor, sabiendo que en las profundidades quedaba el pueblo y la vida de casi -si no todos- los que moraran en él hasta hacía bien poco. Recordó el accidente de la fuente y le pareció irónico que precisamente fuese el agua quien acabase, de una vez definitiva, con aquella disputa.
La respiración agitada entre sueños de Jimeno, a quien, para qué mentir, casi daba por muerto, le sacó de su ensimismamiento. Le esperaba una larga noche por delante.
-Nadie va a venir aqui-dijo el caballero como si hablase para si mismo mientras miraba por una pequeña ventana el agua oscura donde antes había habido un pueblo. Todos aquellos cadáveres que flotaban en el agua, como pequeños troncos a la deriva- Será mejor que descansemos y que recemos al Altísimo para que el agua deje de subir y esta torre sea nuestro arca-parecía distraído con todo lo que acababan de presenciar- aunque no venga nadie... quizás será mejor que hagamos guardias para asegurarnos de que no hay peligro...
Con un gruñido, Tariq asintió a lo dicho por el caballero. No dejaba de mirar a Jimeno sin acertar a comprender por qué había hecho lo que hizo, y esperaba que sobreviviera solo para recibir cumplida respuesta a por qué no debía aplastarle la cabeza cuando despertara. Al menos, el tal Ceferino ya no era problema, y esperaba que pudieran ellos sobrevivir en aquella torre que otrora creyera su última morada, y esperaba también poder seguir los pasos del de Arguilla de nuevo, pues, debía admitirlo, no tenía donde caerse muerto.
- ¡Vaya! la putilla aquella al final tuvo razón y acabaron todos pasados por agua -dijo la chanza para sí mismo aunque al ver que el musulmán sonreía le guiñó un ojo -bueno... parece que no nos traicionó después de todo. Espero que viva algo más, aunque sólo sea para compensarme lo que me ha hecho pasar aquí y que al fin y al cabo le hemos salvado la vida ¿no os parece? -se estaba dando cuenta de que cada vez trataba con menos respeto ya no sólo a Jimeno sino también a Pelayo, debía ser una de aquellas cosas que se decían en los ejércitos que cuando uno pasaba tiempo con un fulano al final se acababa como acostumbrando a su presencia, aunque fuese un noble.
¿Encontraría Potencio por fin un feudo con un rico Señor al que servir? el tiempo diría...
De madrugada, el frío subía por la fría piedra de aquella torre, único lugar no anegado por completo. Apenas se veía la pequeña campana de la iglesia de Piedrablanca, allá abajo. Sin duda, que quien anduviera allí al paso de la tremenda riada no vivió para conarlo. Claro que, tampoco sabíais cuántos habitantes o soldados habían logrado escapar de aquel mortal aviso. ¿Habría sido casualidad o las palabras de aquella mujer habrían surtido efecto? Sea como fuere, et con aquesta duda en la mente, pasásteis el día siguiente allí encerrados, alimentándoos de lo poco que llevábais encima, et sin arma alguna excepto tres espadas, pues la base de la estructura y el propio pueblo seguía inundado. Fue al segundo día cuando las nubes habían dado una mayor tregua, y sin mucha dificultad las aguas habían ido yéndose y filtrándose, lo suficiente como para poder salir de allí. Al bajar, os animásteis a explorar la torre y lo que pudiérais aprovechar, y en una mazmorra encontrásteis vuestras armas*
Jimeno seguía igual: débil como un pajarillo recién roto el cascarón. Nada más bajarle os tentó la duda de abandonarlo allí mismo, pues aquel hombre no era sino un completo lastre. El exterior (donde podíais pisar sin zambulliros en barro hasta los hombros) era un completo barrizal donde había todo tipo de tesoros: cadáveres de hombres, mujeres, y niños, aparte de animales y herramientas (e incluso armas). Un viejo carro estaba como encallado en una balsa de agua y tierra. Pese al agua, parecía no haberse quebrado del todo; et en poniéndolo derecho, colocásteis allí a un Jimeno ya vuelto en sí, amilanado y más cerca del infierno que de los mortales. Al menos podríais tirar de las guías y transportarle.
Abandonásteis finalmente Piedrablanca, empapados por completo y a sucios a más no poder; Dios gracias a que aquella tierra era calurosa y seca, y podíais pasar los días con un clima más bien templado. El de Arguilla señaló que siguiérais la ruta sureste, avanzando más y más al enclave murciano, aún lleno de seguidores castellanos. Durante cinco días estuvísteis en pleno campo, sin encontraros posada o taberna alguna (claro que, la marcha, con el carro y el herido, era mucho más lenta). Jimeno iba siempre muy callado, mucho más de lo normal, y tuvo a bien explicaros el porqué de cuando "hizo como que os entregaba", antes de sufrir cárcel tres días.
*El cuchillo de Tariq de la lucha en el exterior, si mal no recuerdo, lo perdió.
Bueno, antes de que me matéis, o tan siquiera y más cruel cosa que me quedéis en la cuneta -dijo con un amargo sarcasmo-, os diré que Ceferino de Bureña, señor de Piedrablanca, es uno de los amigotes de Fedro de Soterraz, y esos soldados estaban a su cargo -a cargo de Ceferino se refería-. Mientras avanzábamos, nada más ver los blasones de Castilla y sus banderines escudados, yo, que conocía bien a quién representaban, fingí ser ser siervo de su mismo señor. Lo hice para salvar las nuestras vidas. Veréis: Un servidor conocía a Ceferino en persona, pues aparte de ser vasallo del de Soterraz, era partidario de don Castro de Calemón -se refería al padre del Barón Fadrique, al cual aquel "angel", o lo que fuera, segó las manos delante de las vuestras narices-. Mi señor don Bermeo luchó contra Castro tiempo atrás, et yo mesmo combatí contra soldados de Ceferino, a la par. Señor contra señor, et vasallo contra vasallo...
Os contaba esto estando tumbado en el carro, sin detener la marcha.
Aquellos banderines escudados que nos vinieron al paso eran la reconocible insignia del de Bureña, ¿Cómo olvidarla? Supe entonces que si nos llevaban ante él, me reconocería, y nos mataría a todos en el acto. Por ende tuve a bien improvisar, et ya sabéis cómo. No tenía la certeza de que os fueran a encerrar o matar, pero tampoco quise dejaros: logré esconderme hasta medianoche, robar un arco y enviaros aquel mensaje de la ventana, que era mío... Quizá esta lluvia nos ha salvado...
Et que d'esta guisa, avanzásteis hasta internaros cada vez más cerca de Alaurico, destino final de este tortuoso e increíble (por lo poco creíble) viaje en territorio enemigo.
:: FIN ::
Tirada oculta
Motivo: Memoria Damián
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 15 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Memoria Pelayo
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 72 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Memoria Potencio
Tirada: 1d100
Dificultad: 20-
Resultado: 21 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Memoria Tariq
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 35 (Fracaso)
Reparto de Experiencia:
-Por sobrevivir a los sucesos, 20 p.ap.
Apuntáoslo para añadirlos a la ficha.
He aquí la mecánica de los Puntos de APrendizaje
Tabla de Mejora de Competencias
Porcentaje de Competencia a la que queremos llegar Coste en Puntos de Aprendizaje
Sobrepasar el nivel de la Característica x5 Cuesta 10 PAp aumentar en +1% la competencia.
101 o superior* Cuesta 25 PAp aumentar en +1% la competencia.
* Las subidas por encima del 100% se consideran casos muy concretos y sólo se permitirán con el beneplácito del DJ.